En el ultramoderno país
nipón, vuelve el antiguo torno de los conventos para bebés abandonados
Por Redacción
ROMA, 25 de febrero de 2013 (Zenit.org) -
Cinco
años después de su instalación en un hospital católico, el Konotori no
Yurikago (Cuna de las Cigüeñas), creado en 2007 en Kumamoto, Japón, en
el hospital Jikei, sigue creando polémica.
Este centro sanitario católico
ha recogido a algo más de 80 niños de pecho y bebés, abandonados por sus
padres, a los que busca una solución para que crezcan con el cariño que
necesitan.
Según informaba el 15 de febrero la agencia Eglises d'Asie, es
el único "centro de bebés" del país.
Un sistema --similar al antiguo torno de los conventos católicos-
que permite a una madre depositar anónimamente a su recién nacido, para una
futura adopción o acogida, sigue siendo objeto de críticas, a pesar de que ha
permitido a los niños no deseados encontrar un hogar.
En un país donde el sistema de alumbramiento anónimo no existe, y el código penal prevé una pena de cinco años de prisión en caso de abandono del niño, el paso iniciado en mayo de 2007 por el doctor Hasuda Taji, director del hospital Jikei, fue acogido con un cierto escepticismo, incluso con hostilidad por parte de los que consideraban que tal dispositivo privaba a los niños de la posibilidad de conocer la identidad de sus padres biológicos.
En un país donde el sistema de alumbramiento anónimo no existe, y el código penal prevé una pena de cinco años de prisión en caso de abandono del niño, el paso iniciado en mayo de 2007 por el doctor Hasuda Taji, director del hospital Jikei, fue acogido con un cierto escepticismo, incluso con hostilidad por parte de los que consideraban que tal dispositivo privaba a los niños de la posibilidad de conocer la identidad de sus padres biológicos.
Poco más de cinco
años más tarde, el doctor Hasuda considera que el balance es
"positivo".
De los 81 bebés que fueron abandonados en el establecimiento desde
su instalación, 37 viven hoy con sus padres adoptivos, o con padres de acogida,
27 están en centros de acogida para menores, y los 17 restantes son educados
por sus padres biológicos o por parientes cercanos a estos.
Alrededor de un 10% de estos niños padecían una discapacidad
física o mental.
En Japón, donde la adopción no está muy extendida y se privilegia
que esta se de en el seno de la familia, o clan al que pertenece el recién
nacido abandonado, las autoridades hacen todo lo posible por encontrar a los
padres, o al menos a las madres de estos bebés.
Por eso el hospital Jikei tuvo que hacer algunos
cambios al dispositivo inicialmente instalado.
Así, su sitio de internet no menciona que "los padres puedan
depositar de manera anónima al bebé", donde se explica el funcionamiento
de la "Cuna de las cigüeñas".
Además hay fichas depositadas en "el torno" para incitar
a los padres que depositan a su hijo a dejar su identidad y sus señas.
También hay un interfono para que quienes han depositado a un niño
puedan entrar inmediatamente en relación con una persona que le escuche y aconseje.
De los 81 bebés depositados estos cinco últimos años, los padres
de 67 han dejado sus señas.
En L’Asahi
Shimbun, un antiguo miembro del Centro de Consejo Infantil de
la prefectura de Kumamoto, explica que la administración "hace todo lo
posible" por encontrar a los "verdaderos padres" de
los niños depositados en el hospital Jikei.
Reconoce sin embargo que algunos padres abandonan a su hijo
"por razones egoístas tales como la obtención de un empleo o una salida al
extranjero por estudios".
Tajiri
Yukiko es responsable del servicio de enfermeras en el hospital Jikei.
Explica que "el derecho a conocer sus orígenes es importante,
pero que algunos niños habrían muerto o habrían quedado abandonados sin
cuidados en ausencia de un tal 'centro para bebés'".
En un país donde el aborto es una práctica muy extendida, añade
que con el fin de salvar a los bebés, la posibilidad de preservar el anonimato
de los padres es necesaria.
"Podríamos creer que es fácil depositar a un bebé en un
establecimiento, pero en realidad los padres están atormentados por su
acto", precisa.
Para el doctor Hasuda,
de 76 años, la existencia de un "centro de bebés" en su hospital es
una cuestión íntimamente unida a su historia de práctico facultativo.
Ginecólogo-tocólogo, comenzó a trabajar en el hospital Jikei en
1969.
Explica que tiene el mayor respeto por las franciscanas misioneras
de María que administraban entonces el establecimiento.
"Las he visto pasar noches enteras a la cabecera de los
prematuros, explica.
Más tarde, en mi vida de médico, conocí a pacientes que rozaban la
muerte después de tener hemorragias masivas.
No podía abstenerme de rezar por ellas.
Y hubo tantas veces donde yo no podía explicar el hecho de que
hubieran sobrevivido sino por la gracia de una intervención divina...
Es la razón por la cual, mi mujer y yo, acabamos pidiendo el
bautismo en 1998.
Respecto a los recién nacidos encontrados abandonados sin
cuidados, el médico explica haber buscado durante mucho tiempo una solución.
En 2004, acompañado
por la responsable de enfermeras de Jikei, fue a Alemania donde los babyklappe (tornos)
fueron instalados algunos años antes.
Seducido por la experiencia, obtiene de las autoridades de
Kumamoto la autorización para instalar una en su hospital.
En 2007 es inaugurado Konotori no Yurikago, la "Cuna de las
cigüeñas".
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