El Papa llama por sorpresa a la Casa General de los
jesuitas
Pensó que era una broma.
El joven portero de
la casa general de la Compañía de Jesús en Roma nunca esperó recibir una
llamada telefónica del Papa Francisco, quien con paciencia y cariño tuvo que
convencerle de su identidad para poder hablar con el superior general de los
Jesuitas y agradecerle la carta que éste le había enviado la víspera.
Lo recoge la
agencia Aciprensa.
(Aci/Agencias)
El hecho ocurrió a
las 10:15 a.m. de este viernes y según el relato del padre jesuita Claudio
Barriga, que ha enviado por correo electrónico a las comunidades y amigos de
los Jesuitas en todo el mundo, en la casa de Roma se vivieron momentos intensos
con la inesperada llamada, según recoge la agencia Aciprensa.
El portero respondió
al teléfono.
Le dicen que tiene
una llamada desde Santa Marta, y escucha una voz suave y serena: Buon
Giorno, sono il Papa Francesco, vorrei parlare con il Padre Generale.
(Buenos días, soy
el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General)».
«El portero casi le
responde: ‘Y yo soy Napoleón’, pero se contuvo.
Le respondió
secamente: ‘¿De parte de quién?’».
El Papa entendió que
el joven portero italiano no le estaba creyendo y le repite
dulcemente: «No, de verdad, soy el papa Francisco, ¿y usted cómo se llama?»
«Desde la elección
del Papa el teléfono de nuestra casa suena cada dos minutos y muchos llaman,
incluso gente desequilibrada», señala el padre Barriga.
«A esa altura el
portero responde con voz titubeante, dándose cuenta de su error y casi
desvaneciéndose: ‘Me llamo Andrés’.
El Papa le contesta:
‘¿cómo estás, Andrés?’ Respuesta: ‘Yo bien, disculpe, sólo un poco confundido’.
El Papa le dice: ‘No
te preocupes, por favor comunícame con el Padre General, quisiera agradecerle
por la hermosa carta que me ha escrito’.
El portero:
‘Disculpe, Su Santidad, lo voy a comunicar’.
El Papa: ‘No, no hay
problema; yo espero lo que sea necesario’».
El joven portero,
Andrés, entregó el teléfono al hermano Alfonso, secretario privado del padre
Adolfo Nicolás y ocurrió la siguiente conversación:
–Afonso: «¿Aló?»
–Papa Francisco:
«¿Con quién hablo?»
–Alfonso: «Soy Alfonso,
secretario personal del Padre General».
–Papa Francisco: «Soy
el Papa, quisiera saludar al Padre General, para agradecerle la bonita carta
que me envió».
-Alfonso: «Sí, un
momento».
Tras este diálogo en
italiano, Alfonso se dirige «incrédulo hacia la oficina del Padre General, al
lado de la suya, mientras sigue la conversación.
Le dice: ‘¡Santo
Padre, felicidades por su elección, aquí estamos todos contentos por su
nombramiento, estamos rezando mucho por usted!’»
«¿Rezando para que yo
vaya para adelante o para atrás?», bromea el Papa.
«Naturalmente para
adelante», le responde Alfonso mientas caminaba.
El Papa responde con
una risa espontánea.
«Aturdido por la
impresión, el hermano ni siquiera llamó a la puerta de la oficina del Padre
General y se dirigió hasta donde estaba él, quien lo miró sorprendido.
Alfonso extendió la
mano con el teléfono y le dijo al Padre General, mirándole a los ojos: ‘El
Papa’».
«Lo que siguió
después no lo sabemos en detalle, pero el Papa agradeció muy cordialmente al
Padre General por su carta.
El General le dijo
que le gustaría verlo para saludarlo.
El Papa le respondió
que va a dar instrucciones a su secretario para que eso pueda ser lo más pronto
posible, y que del Vaticano le irían a avisar», concluyó el padre Barriga.
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