Mensaje de los obispos de Bolivia
COCHABAMBA,
domingo 29 abril 2012 (ZENIT.org).-
Los obispos de Bolivia han dirigido este 24 de abril un mensaje a los fieles
invitándoles a ser promotores de la vida y denunciando los graves problemas
sociales que afronta el país.
"Como en la
noche de Pascua y con la misma fuerza y alegría, anunciamos la Resurrección del
Señor. Nuestro pueblo ha participado masivamente en las celebraciones de la
Semana Santa y se ha sentido profundamente identificado con el misterio del
dolor, la cruz y el sufrimiento a través de signos de la fe sencilla y
espontánea", afirman los obispos bolivianos en su mensaje.
De manera
particular, recuerdan, "ha experimentado y celebrado el gozo de la vida
nueva que ha comenzado en el Resucitado. Al igual que la primera Iglesia,
nuestras comunidades tienen la convicción de que 'el Dios de nuestros padres
resucitó a Jesús' y no ha permitido que permaneciera en la muerte. La palabra
definitiva no la tiene la muerte ni el sepulcro, la tiene Dios".
Como Iglesia,
exhortan los obispos "estamos enviados a compartir la belleza de la vida,
el gozo de ser cristianos y la seguridad que nos da la esperanza en Jesucristo.
Si es urgente manifestar nuestra fe en la Vida Nueva que hemos celebrado, es
también necesario denunciar todo aquello que degrada al ser humano y se opone a
que renazca el perdón, la alegría, la paz y la fiesta que nos trae el
Señor".
"El Sí de
Dios a la vida celebrado en la Pascua --subrayan--, nos anima y fortalece para
luchar por la defensa de una vida en plenitud, desde su concepción hasta la
muerte natural. Por eso la Iglesia rechaza firmemente las leyes que se oponen a
la vida que nace del amor de Dios".
Los prelados
aluden a la actual situación de Bolivia afirmando que no pueden menos que
"hacer referencia a la situación de deterioro social que nos envuelve:
violencia, conflictos, bloqueos y miedo, que denotan una pérdida de valores
espirituales y humanos, de principios éticos y morales, que han sido y son
parte de nuestra identidad cultural y de nuestra historia".
Constatan
"la permanente degradación de la convivencia pacífica entre las
comunidades y los pueblos y la devaluación del respeto por el diferente, de la solidaridad,
del sentido comunitario y del valor sagrado de la familia".
Recierdam que en
sucarta pastoral: “El universo don de Dios para la vida” afirmaban que el
problema del TIPNIS ha hecho reconocer y tomar conciencia “con más claridad,
que la protección de la casa común es principalmente un problema ético y
moral”.
A partir de esta
óptica, reafirman "que los pueblos indígenas, como todos los sectores,
tienen el derecho a expresar libremente y con medios pacíficos, como es una
marcha, sus legítimas aspiraciones".
Esperan "que
se eviten iniciativas que buscan dividir a los mismos pueblos, provocar
enfrentamientos y fundamentalmente falsear la verdad. Una vez más reafirmamos
con fuerza que el único camino es el diálogo franco, sincero y transparente,
con miras al bien común".
Se muestran
alarmadostambién por "el tema de la justicia y la manipulación de la misma
por las arbitrariedades que se dan con frecuencia, incluso para atacar a los
adversarios políticos y líderes que piensan diferente".
En sus visitas a
las cárceles, dicen, han "sentido los reclamos por la retardación de
justicia, una realidad conocida también por la opinión pública. Muchos hermanos
sufren una prolongada detención preventiva más allá de los plazos previstos por
la ley, privándoles del derecho a ser juzgados con transparencia y recibir una
sentencia justa".
Lespreocupan
"los proyectos que se están elaborando sobre los derechos sexuales
y reproductivos tanto a nivel nacional como departamental. En muchos
casos, la promoción de estos supuestos derechos esconde intenciones
contrarias al reconocimiento del auténtico derecho a la vida y sostiene la
difusión de contraceptivos y del aborto".
"Hay el
propósito de imponer una visión y leyes contrarias al verdadero significado de
los derechos humanos y a la misma cultura de los pueblo originarios",
afirman.
De igual manera,
ven "como signo de contradicción la presentación de un proyecto
de Ley que pretende equiparar el matrimonio a la unión de personas del
mismo sexo". "Nadie debe ser discriminado en sus derechos ciudadanos
--señalan--, sin embargo la institución social del matrimonio debe ser
tutelada y promovida por las leyes, como definido en la Constitución
Política del
Estado. Para nosotros cristianos además, el matrimonio por su propia naturaleza
heterosexual es una institución querida por Dios y amparada por su ley. El
matrimonio, engendrando y educando a sus hijos, contribuye al crecimiento y
estabilidad de la sociedad, característica que no tiene ninguna otra
unión".
Entre los
problemas sangrantes que atentan contra la vida y los valores humanos de
la sociedad, los obispos destacan "el flagelo del narcotráfico y de
la consecuente drogadicción. Son muchos los jóvenes, adolescentes y hasta
niños que se han convertido en consumidores de la droga, y muchas las
familias que se ven afectadas por esta desgracia que no podemos ocultar ni
callar".
"El
enriquecimiento ilícito y fácil que proporciona el narcotráfico --denuncian- es
una tentación muy fuerte. Según las estadísticas continúa aumentando la producción
y comercialización clandestina de la droga, generando victimas en nuestro país.
Existe una espiral de violencia y la proliferación del crimen organizado, que
no reparan en sembrar la muerte en nuestras calles".
Los prelados
denuncian que se asiste "a una degradación de la convivencia pacífica del
país, en la prensa se informa de cientos conflictos en los primeros meses
del año. Pareciera que se ha institucionalizado el recurso a la violencia
y a la presión como método de lucha para conseguir aspiraciones, sean o no
legítimas. Así mismo es habitual recurrir sin reparos a la violencia
verbal".
"Calumnias,
amenazas, insultos y desprestigiar a las personas hacen cada vez más difícil el
diálogo --denuncian--, que impide alcanzar el consenso para llegar a una
solución justa en el marco del bien común y de la convivencia
democrática".
"También
--añaden--, en los barrios de nuestras ciudades y pueblos, se multiplican actos
de violencia, linchamientos, atracos, que crean un clima de miedo en la
población y que hacen patente la inseguridad generalizada que se está viviendo.
Existen sectores que se toman la justicia por sus propias manos, justificando y
promoviendo la implementación de la pena de muerte, en base a una pretendida y
mal entendida 'justicia comunitaria'".
"Es evidente
--señalan- que faltan políticas claras que prevengan y garanticen la vida
de los ciudadanos".
Y concluyen
haciendo un llamamiento "a todos los hombres y mujeres de buena voluntad,
a las familias, los agentes de pastoral, y los líderes políticos y
sociales". Particularmente convocan "a los jóvenes para ser
constructores de vida y esperanza en una sociedad más justa y fraterna. Todos
estamos urgidos a ser testigos de la Vida Nueva, en este tiempo de la Misión
Permanente, y a ser discípulos-misioneros".
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