viernes, 9 de diciembre de 2011

Diario del coronel Duarte a su hija resistió el secuestro y la muerte


Viviana Duarte muestra uno de los dibujos que le hizo su padre en cautiverio.
Foto: Mauricio Moreno/EL TIEMPO
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El oficial asesinado por las Farc escribió fábulas e hizo dibujos como homenaje de amor y esperanza.
“Como homenaje de amor te hice este cuaderno que espero guardes como un tesoro de amor que te haga recordar cada vez que veas a tu lejano y difuso padre, confinado a una selva cumpliendo una sentencia que por capricho los hombres inventaron pero que aún así ni la distancia y el tiempo podrán hacerme olvidar el angelito que por amor engendré”.

Ese primer párrafo de la página 91 le ayudó a Viviana Duarte a
conocer a su papá, de quien se despidió a los 2 años y nunca más volvió a ver con vida. Se tuvo que conformar con las pruebas de supervivencia en las que siempre vio a un ser sin libertad.

Son 177 páginas de un cuaderno cuadriculado que hoy descansa intacto en un altar donde está la foto del coronel de la Policía Edgar Yesid Duarte Valero
, asesinado en la zona rural de Solano (Caquetá) de un tiro de gracia en compañía del mayor Elkin Hernández Rivas, el sargento José Libio Martínez (el secuestrado más antiguo del país) y el intendente Álvaro Moreno.

Las páginas sobrevivieron al cautiverio y a los disparos que dejó el fatal enfrentamiento del pasado sábado.

“Una de las cosas que más me impacto es un dibujo de un león amarillo que intenta soltarse de varios lazos que lo tienen amarrado, pero está así, amarrado”, cuenta la joven de 16 años.

“Los encontraron los investigadores de la Fiscalía que llegaron al lugar donde ocurrió el múltiple asesinato. Estaban ahí tirados en la selva del Caquetá”, cuenta la hija del oficial.

No se puede describir el significado que hoy tienen estos papeles impregnados de su drama, de su escritura y de sus dibujos para la joven. Desde que lo recibió, la noche del jueves, en una ceremonia en el Club de Agentes de la Policía, no ha parado de leer.
(Ese 6 de dicienbre, marcha contra las Farc y por la libertad de los secuestrados)

Yo creo que él lo que buscaba era educarme a medida de iba creciendo –dice Viviana–. Cada valor que quería enseñarme, cada norma, todo lo que pensó en decirme en persona lo escribió y lo dibujó en estas hojas”.

Y es cierto. En la primera página, pintado de amarillo, rojo y verde, queriendo expresar un arco iris está el nombre de Viviana.

Lo acompaña un equipo de hombrecitos con uniforme de trabajo que, con baldes y rodillos llenan de color el nombre de la hija del coronel Duarte, que no llegó a ver nunca más debido al plagio de que fue víctima.

Una y otra vez, en sus largos días en mitad de la manigua y en las interminables noches de su secuestro de más de 13 años, Duarte le dedicó tiempo a la labor de comunicarse así con su niña, mientras ella crecía.

El secuestro de Duarte Valero ocurrió cuando ostentaba el grado de capitán, el 14 de octubre de 1998 en el Caquetá, mientras recorría la vía que de El Paujil y Doncello lleva a Florencia, para encontrarse con miembros del Ejército.

También hay mensajes para su esposa, Susy Abitbol: “Amaré tu amor. Cada beso tuyo que me entregabas recordando tu cariño en algún lado de tu lejano corazón. Viviré y sufriré anhelando un ser que no me negarás”, reza uno de los poemas que Duarte escribió a su esposa, con quien se casó cuando tenía 24 años.
“Cada palabra, cada letra me ha impactado. Narran lo que siempre insistimos los familiares, que eran seres humanos que dejamos olvidados y que están siendo y viviendo pese a todo su sufrimiento”, explica la mujer.Todo se valora

En medio del afán de no poder ver a su hija, que se convirtió en adolescente, Duarte buscó dejarle una enseñanza en cada de las 17 fábulas que escribió.

En la página 31, hay una titulada El cerdo millonario. “Es una lección de humildad que me da. Se trata de un puerquito que lo tiene todo, comida, ropa, joyas y dinero. De tanto ostentar, un día explota de gordura”, cuenta Viviana.

La joven también conserva un reloj que su papá usó durante el cautiverio y que siempre dejó ver en las pruebas de supervivencia que enviaba la guerrilla.

Este recuerdo tiene para ella un valor especial, si se tiene en cuenta que en cada prueba de supervivencia que grababa, lo mostró orgulloso, pese a la gravedad de su destino.

‘Me llamó mi abuelito’

“Apenas supe que ese el reloj de mi papá me lo puse y no pienso quitármelo nunca. Mi familia me dice que lo lave, que tiene un olor extraño, pero la verdad no pienso hacerlo”, asegura Viviana.

La joven, que se fue a vivir a Francia hace dos años, regresó al país hace un mes para unirse a la Caravana de la libertad, que organizó el periodista Herbin Hoyos. Cuando las motocicletas iban llegando a Popayán, las familias de los cuatro uniformados asesinados recibieron la noticia.

“Me llamó mi abuelito y me dijo que algo había pasado, que había escuchado en radio una operación de rescate –relata la joven–. Luego, hubo otra llamada y todo fue llanto”.

Así se enteraron de la muerte. Siempre criticaron la falta de voluntad para un acuerdo humanitario, la negativa del Gobierno y crueldad de la guerrilla.

Ese reloj simple, de tropa, es el símbolo de las horas que vieron pasar los familiares de los secuestrados. Cada segundo, cada minuto, cada hora que marcó fue de angustia y dolor y por eso Viviana Duarte se lo pegó a la mano derecha para no olvidar al resto de personas que están viendo pasar el mismo tiempo sin solución a sus ya miserables vidas.

Hoy, el objeto llegó en un paquete con todo lo que uno de los secuestrados más antiguos del mundo guardó como su tesoro, en medio de cartas de amor, retratos y un ajedrez.
Juan Guillermo Mercado
Periodista Citytv


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