sábado, 15 de diciembre de 2012

Arranca Peña Nieto


Rodolfo Soriano-Núñez07/12/2012

Tres temas atraviesan la vida pública nacional de México.

Por una parte, qué podemos esperar del gabinete de Peña Nieto.

Por otra, qué se puede decir de las trece propuestas que hizo Peña Nieto.

Finalmente, una reflexión sobre los disturbios que ocurrieron en diversos puntos del centro de la Ciudad de México.

En cuanto al gabinete, me parece que nunca habrá gabinete perfecto.

Ni en México ni en ningún otro país del mundo.

Creo, además, que en México le prestamos demasiada atención a la integración de esa instancia que no es tan importante como, por ejemplo, la correlación de fuerzas entre el partido del presidente y el resto de los partidos en la legislatura.

Como sea, una vía para mejorar el desempeño del gabinete podría ser reformar las leyes de modo que con cada cartera del gabinete se siga un procedimiento similar al del Procurador General de la República, aunque eso-en estricto sentido-tampoco garantiza que se resuelvan todos los problemas.


Lo que tendríamos que agradecer a Peña es que se haya evitado el efecto "gabinetazo" que vivimos con Zedillo y Fox, aunque tampoco se tuvo el efecto opuesto, el aplauso de la Bolsa, como ocurrió en 2006 cuando Calderón nombró a su gabinete.

No creo que la reacción de la Bolsa o el tipo de cambio sea en realidad un buen indicador, pero en México nos gusta malinterpretar, para bien o para mal ese tipo de reacciones y el equipo de Peña entendió bien esto y sacó el nombramiento de esa lógica perversa.

Lo logró al filtrar nombres con suficiente antelación y pulsar posibles respuestas a los nombramientos.

Quizás es eso lo que explica las salidas de Beatriz Paredes Rangel o Enrique de la Madrid Cordero, a quienes muchos daban-incluso un día antes-por seguros en el nuevo gabinete.

¿Es un buen gabinete?

No lo sé.

Creo que era difícil que el gabinete fuera aclamado como en los 1950 o 1960, pues somos un país muy diverso y ni Peña ni el PRI contaron con mayorías sólidas en las elecciones presidenciales y legislativas.

Algo que me llama la atención, además del hecho que se haya reservado la integración definitiva, es que-a diferencia de Calderón o de Fox-Peña escogió a hombres con trayectorias políticas propias, que han tenido experiencia en cargos similares.

¿Eso garantiza algo?

Tampoco.

Pero hace que al menos se resuelva el problema de la experiencia, de construir relaciones con los medios, de no perder piso y de no querer comerse el mundo a puños.

Críticas

Es un gabinete que, como sucedía con el PRI a finales del siglo pasado, refleja equilibrios internos y externos y reconoce espacios a algunos grupos que fueron cercanos a Peña durante su campaña y antes. 

El más evidente es el de haber entregado la cartera de Energía a Pedro Joaquín Coldwell.

Se puede criticar que hay demasiados mexiquenses y que sean personas demasiado dispuestas a decirle que si al presidente, pero dudo que sea peor que lo que ocurría con Calderón y sus incondicionales.

Ese es un riesgo inevitable de cualquier sistema de gobierno y ya dependerá de Peña y sus colaboradores que lo resuelvan bien.

Hay algunos nombramientos que no resultaron sorpresivos por la manera en que Peña gobernó en el Estado de México.

Es el caso de Gerardo Ruiz Esparza en la secretaría de Comunicaciones y Transportes y, sobre todo, de Luis Videgaray en la de Hacienda y, en alguna medida, de Alfonso Navarrete Prida, aunque el linaje de Navarrete Prida se remonta a la colaboración cercana que tuvo con Jorge Carpizo y Jorge Madrazo en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Procuraduría General de la República.

Hubo nombramientos que buscan recuperar funcionarios con alguna participación en los gobiernos del PAN, pero que no representan propiamente al PAN, como José Antonio Meade, que pasa de Hacienda a Relaciones Exteriores, así como reacomodos de los esquemas que originalmente se filtraron a los medios, como la presencia de Emilio Lozoya en Petróleos Mexicanos, luego de que se pensó que estaría en Relaciones Exteriores que fue el destino de Meade.

Hay tres nombramientos, en cambio, que son particularmente interesantes.

Son los de Manuel Mondragón y Kalb al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, dependencia disminuida y en proceso de fusión con Gobernación.

El de Emilio Chuayffet en Educación Pública y el de Rosario Robles en la Secretaría de Desarrollo Social.

Mondragón y Kalb llegó a la Secretaría de Seguridad Pública del DF luego de una de las peores tragedias de la seguridad pública en el DF, la de la discoteca News Divine.

No es de las peores por el número de las víctimas, sí lo es por la manera en que se ha encubierto a los responsables de esa pesadilla que, como en el caso de la Guardería ABC de Hermosillo, muy probablemente quedará impune.

Mondragón trabajó con Marcelo Ebrard, pero-dado el procedimiento que se sigue en el DF-es una persona que contó al menos con la aquiescencia de Felipe Calderón que, como presidente de la República, ratificó su nombramiento.

Mondragón ha mejorado los tiempos de respuesta de servicios como el 066, pero ha hecho un mal trabajo cuando se considera que los efectivos de la policía del DF se hacen de la vista gorda a casos de violación flagrante de nuevas disposiciones que les obligan a actuar de oficio en casos de trata de menores, entre otros casos que hablan de una modernización tramposa, que se olvida-por ejemplo-del respeto a los derechos humanos.

Acciones y nombramientos

Los otros dos nombramientos conviene considerarlos a la luz de las trece propuestas que Peña presentó en Palacio Nacional.

Hay que ver el discurso en Palacio Nacional como el último acto de campaña de Peña.

Son propuestas muy desiguales entre sí, tanto en su alcance, como en la capacidad que tendríamos para evaluarlas, de modo que hay que tomarlas con el cuidado que merecen.

Creo que la mejor propuesta, la más fácil de implantar y que refleja qué tan insensible fue el gobierno de Felipe Calderón es la de desistirse de la acción de inconstitucionalidad promovida contra la Ley General de Víctimas, de modo que se le dará el trámite que la necedad, la ineptitud y la soberbia de Calderón se negó a darle a esa legislación, es decir, se aprobará y promulgará.

Celebro y aplaudo esta medida por todo lo que representa.

Otra propuesta sensata, responsable e inteligente y que implica un reconocimiento al trabajo de Andrés Manuel López Obrador es la de convertir el programa 70 y más en el programa 65 y más.

Es sencillo porque se agrega a un universo relativamente pequeño de mexicanos y porque en muchas entidades de la república (como el Distrito Federal) ya opera de esa manera.

El problema es que, a la par de esa y otras medidas clave para el futuro inmediato de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles tendrá que exorcizar a los demonios que su nombre convoca, luego de su relación con Carlos Ahumada.

Es necesario tener presente que el nombramiento de Rosario Robles ha sido asumido como una afrenta por la izquierda mexicana, cuyos sectores más misóginos, no dudan en llamarla prostituta y cosas peores en Twitter.

Doña Rosario es una mujer inteligente, pero concita demasiados odios en la izquierda y eso hará que lo que ella haga-sin importar si es bueno o malo-sea visto en la lógica de la competencia electoral y quizás incluso en la lógica de una guerra fratricida y del cobro de facturas de la izquierda mexicana, que ella misma alentó mientras esperaba su nombramiento.

Que la señora Robles tenga un buen desempeño es crucial para Peña, porque necesita llegar a 2015, la próxima aduana electoral, con algo parecido a una contundente victoria.

Sólo así podrá impulsar reformas más ambiciosas; pero, por eso mismo, todo lo que haga el binomio Peña-Robles será visto en la lógica de la competencia electoral.
Como sea, deseo de todo corazón que efectivamente ganen la Cruzada Nacional contra el Hambre.

Eso es infinitamente mejor que una guerra idiota contra los demonios de un presidente insensible.

Sin embargo, hay otras propuestas que resulta más difícil imaginar cómo podrían hacerse realidad.

Es el caso de ofrecer un seguro que garantice que los hijos de una familia puedan llegar a estudiar "la universidad".

Una propuesta así puede ser muy efectiva para ganar titulares, pero no es realista, ni el país necesita que todos pasemos por la universidad, ni es algo que el Estado pueda garantizar en realidad.

El más interesante de todos los nombramientos es el de Emilio Chuauyffet.

No voy a hacer el recuento de su conflicto con Elba Esther Gordillo.

Ya antes hice algún comentario sobre esa posibilidad pero, me parece que, en general, es muy positivo que la señora Gordillo sepa que el secretario de Educación no será su lacayo, como ocurrió con Reyes Tamez, ni será una adversaria que suba al ring con un brazo atado a la espalda como ocurrió con Josefina Vázquez Mota.

Como sea, no hay una ruptura definitiva con Elba Esther Gordillo, pues uno de sus alfiles, Roberto Campa Cifrián, será subsecretario en la Secretaría de Gobernación con Miguel Ángel Osorio Chong.

Las propuestas en materia educativa son todas muy positivas.

El servicio de carrera que impida que Elba Esther y sus caciques hereden, vendan y trafiquen plazas en el magisterio sería una respuesta muy útil, pero no veo cómo podrían dos enemigos declarados como Emilio Chuauyffet y Elba Esther llegar a acuerdos de esa magnitud.

A pesar de ello, me conformo que al menos en los primeros tres años no se le entreguen más proyectos al SNTE como la Carrera Magisterial y con que la SEP no se embarque en fracasos institucionales como Enciclomedia.

Las propuestas en materia de infraestructura pueden ser muy útiles si se reconoce que a los países que les han funcionado (como China) les ha funcionado en la medida que integraron sus propias cadenas de producción de los trenes y no fueron simplemente a comprar a empresas españolas o francesas o chinas los trenes y la tecnología necesaria para operarlos.

Un tren a Toluca sería ideal para resolver el problema del tráfico en la carretera y la autopista, pero para que no sea un despropósito, necesita ser un tren hecho en México.

Las mejores críticas que he leído sobre estos temas fueron dos publicadas por Roberto Remes en febrero y junio de este año.

Otra propuesta que no me queda claro qué tan viable será es la de integrar un código penal único para todo el país.

Me parece que el diseño institucional no da para eso en México y no creo, siquiera, que el problema de la justicia en México dependa de que se tenga un código único.

Es más importante fortalecer, por ejemplo, los sistemas de defensoría de oficio, para no tener historias como la de la cinta Presunto Culpable o mejorar la actuación de las policías para evitar abusos de los derechos humanos.

Como sea, no descalifico la propuesta del todo.

Sólo quisiera tener más detalles.

Lo mismo puede decirse de la propuesta para embridar a los gobiernos estatales y municipales que, de manera muy irresponsable, quieren resolver sus problemas, incluso el pago de sueldos, con la contratación de deuda.

Los casos de Coahuila con Humberto Moreira y, sobre todo, de Juan Sabines en Chiapas son paradigmáticos de los abusos e irresponsabilidad con la que los gobernadores han actuado en México en los últimos 10 años, pero para lograr eso, tendría que garantizarse que la Suprema Corte de Justicia no actuará de manera irresponsable como lo hizo con la ley de sueldos máximos, que la Corte declaró inconstitucional a petición de dos municipios de Tamaulipas, aunque en realidad sirvió para mantener intocada la estructura de privilegios de los sueldos de los ministros de la Corte.

Por último, está la propuesta de austeridad.

Esa es una de las propuestas "de cajón" de cualquier inicio de administración en México en los últimos 60 años.

Lo que dijo Peña no me da mayores elementos para hablar a favor o en contra.

Habrá que esperar a ver cómo se concreta y, sobre todo, esperar a ver cuáles son los efectos de las recientes reformas en materia de contabilidad gubernamental que, se supone, fueron inspiradas por esta preocupación.

Hay un par de silencios que me preocupan mucho en el mensaje de Peña.

El primero que se reconozca implícitamente que la reforma fiscal deberá esperar mejores tiempos.

El segundo, todavía peor, el que no se hable de la reforma de la relación con los medios.

Si Peña acertó al colocar a Chauyffet como dique frente a Elba Esther, ¿quién será el dique que haga algo parecido con Televisa?

Dudo mucho que sea Gerardo Ruiz Esparza y decir que "se licitarán dos redes nacionales" no resuelve problemas de fondo en la relación entre el gobierno federal y Televisa y entre los gobiernos estatales y esa empresa que, como TV Azteca, los ordeña con cada telenovela, cada equipo de futbol, e incluso cada mención en sus noticieros.

Creo, por ello, que los intereses de Televisa delimitan la frontera de la agenda de reformas de Enrique Peña Nieto.

Eso es muy negativo, pues implica que se seguirá fortaleciendo a la empresa amarilla-naranja-azul por sobre el interés nacional, tal y como lo hicieron Fox con la Ley Televisa y Calderón con la compra de tiempos para lavar la cara de García Luna.

Los disturbios

En cuanto a los disturbios que ocurrieron esta mañana me parece que son lamentables.

En un sentido, la respuesta de las fuerzas de seguridad del Estado lo fue desde que quisieron sitiar la Cámara de Diputados, sin importar el daño que le causaban a los cientos de miles de personas que dependen del uso de la Línea 4 del Metro y, sobre todo, de las estaciones de correspondencia con otras tres líneas de ese sistema que fueron también afectadas por el cierre.

Lo mismo puede decirse de la manera en que actuaron las policías Federal Preventiva y la Preventiva del DF que exhibieron, de nueva cuenta, su incapacidad para seguir protocolos mínimos.

Como lo señaló Jesús Robles Maloof, víctima él mismo de los excesos de las autoridades federales en los primeros días del sitio a San Lázaro, ¿por qué si tienen a su disposición mangueras de agua a alta presión, que son menos letales, optaron por lanzar balas de goma o hule o plástico y por usar el gas lacrimógeno?

En este sentido, la lógica que dominó la operación del Estado fue la de la arrogancia y el irrespeto a los derechos humanos que caracterizó el desempeño de Genaro García Luna y, en alguna medida, el de Manuel Mondragón y Kalb en las policías federal y del DF.

Otro problema es el de las personas que se movilizaron.

Algo que debe quedar claro es que no fueron sólo jóvenes, no fueron sólo personas que residieran en el DF y que esas personas NO actúan en un vacío social o institucional.

Los partidos no cumplen con su función de poleas de transmisión de las demandas y críticas de la opinión pública.

Las instituciones y los procesos electorales están, a pesar de los esfuerzos de sus titulares, ampliamente desacreditados por la manera en que sus titulares actúan, con sueldos descomunales, prestaciones ajenas a la realidad de millones de personas y como si no se debieran en primera instancia a la sociedad.

De manera más específica, habla de la dispersión de las fuerzas de la izquierda.

López Obrador procedió sensatamente y evitó la confrontación al irse al Ángel de la Independencia, pero es obvio que tenemos una izquierda demasiado dividida e incapaz de dialogar consigo misma.

La izquierda tiene la obligación de actuar de manera más coordinada y responsable.
Al no hacerlo, lo que se generan son estos espacios en que, quienes están descontentos y no tienen vehículos idóneos para expresar esos descontentos, pueden terminar por poner en peligro su vida de que es lo que, me parece, ocurrió.

Eso no quita que pudiera haber provocadores. 

En ese rubro la lista puede incluir a muchos grupos, organizados o no.

La experiencia más reciente en México en este sentido es la de Oaxaca en 2006 y lo que aquello demostró es que las decisiones de las autoridades son muy importantes para modular las reacciones de los grupos que buscan provocar reacciones violentas, desproporcionadas, de la autoridad.

En el DF no había los problemas de logística, comunicación y entendimiento que marcaron a Ruiz en Oaxaca, ¿por qué actuaron, entonces, en el DF como lo hicieron?

¿Por qué no recurrieron al agua antes que al gas lacrimógeno o a las balas de goma?

¿En realidad funcionan los camiones con mangueras de agua a presión?

 Como sucede en muchos otros casos en México, ¿no los han reparado?

¿No están habilitados en realidad?

¿Son escenografía o parafernalia?

Es una pena que tengamos dos jóvenes muy heridos.

Ojalá que la violencia no se convierta en la marca de la gestión de Peña Nieto.


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