martes, 25 de diciembre de 2012

El Gobierno francés provoca tensiones con la Iglesia católica


A propósito de la atención invernal de los sin techo

SALVADOR BERNAL

·         5.DIC.2012

No ha podido elegir peor momento la relativamente joven ministra de la vivienda, Cécile Duflot (37 años), para su desabrida petición a la Jerarquía católica de que abra sus “posesiones” a la gente sin techo.
El departamento de Cécile Duflot tiene un nombre más rimbombante: ministerio de la igualdad de los territorios y del alojamiento.
La ministra es del partido Verde: justamente por su nombramiento, fue sustituida como secretaria nacional de Europe Ecologie-Les Verts, cargo que ocupaba por una amplísima mayoría.
La ministra ha provocado un gran revuelo a raíz de que demandase expresamente al arzobispo de París, el cardenal André Vingt-Trois, que acogiera a quienes sufren problemas de alojamiento.
El contexto es la pretensión oficial de requisar los edificios vacíos pertenecientes a personas morales (es decir, jurídicas), para destinarlos a personas sin techo o mal alojadas.
En unas declaraciones a Le Parisien (3 de diciembre), desveló que había escrito al arzobispado con el fin de poder utilizar los edificios ”casi vacíos” de su propiedad.

Y añadía, con un tono casi amenazante: “Tengo la esperanza de que no haya necesidad de hacer uso de la autoridad.

No entiendo que la Iglesia no comparta nuestros objetivos de solidaridad”.

La ministra de vivienda escribió al arzobispado de París con el fin de poder utilizar los edificios ”casi vacíos” de su propiedad
Una realidad muy distinta
En La Vie (4-12-2012), Natalia Trouiller daba cuenta de las reacciones negativas que acababa de provocar la ministra, y que algunos se apresuraron a incluir en el elenco de la cristianofobia.

La Jerarquía católica se sintió francamente molesta.

Inmediatamente publicó datos con las ofertas que ya hace la archidiócesis de París para albergar a personas sin techo.

Los recogió Stéphanie Le Bars en su blog de Le Monde: ”El año pasado acogimos a 120 personas, entre tres días y cuatro meses, dice una fuente del arzobispado.

No sólo les abrimos las puertas: algunos fieles comen y duermen con ellos y les ayudan a recrear vínculos para que puedan reintegrarse en la sociedad.

En París se ha abierto un hogar en que 50 jóvenes cristianos conviven con 50 personas sin techo...

La Prefectura de París, con quien tuvimos una reunión en octubre, sabe lo que hacemos.

Cécile Duflot parece que no”.

Apareció luego un comunicado conjunto de Secours catholique (el equivalente a Caritas), del Arzobispado de París y de la Conferencia de religiosos en Francia.

Y se refería detenidamente al problema en La Vie el responsable de la solidaridad en la diócesis, Jean Mercier.

Además, el obispo de Evry se preguntaba en un programa matinal de RTL: ”¿Qué hace ella [Cécile Duflot] con sus despachos y sus salas de recepciones? [...]
Si el esfuerzo debe ser colectivo, no veo por qué no hacerlo en su ministerio”.

Un debate que se extiende a toda Francia
El tema está siendo comentado profusamente en la Red.
Un bloguero católico, Régis de Berranger, “confía en que esa carta no es más que un error debido al desconocimiento del asunto”.
Patrice de Plunkett dice que le gustaría saber qué hacen los Verdes y el Partido Socialista en esta materia: si ofrecen locales a las personas sin hogar o tienen comedores gratuitos, etc.
Porque, al final, resulta que “los únicos que hacen algo en este campo son los católicos, los restaurantes del Corazón, los comunistas del Secours populaire y una galaxia de asociaciones civiles sin relación con la tienda Désir y su anexo Duflot”.
Una cuarta parte de las plazas suplementarias del plan de invierno para los sin techo ha sido proporcionada por la archidiócesis de París
La polémica alcanza a toda Francia.
Así, la encuesta de Lyon Mag sobre la participación de la Iglesia Católica en albergues de urgencia, llega a una conclusión inapelable: una cuarta parte de las plazas suplementarias dentro del plan de invierno ha sido proporcionada por la diócesis.
Algo semejante sucede en Seine-Saint-Denis, donde las parroquias han puesto sus salas de reuniones a disposición de las personas sin hogar.
Lo reconoce con claridad, en una entrevista publicada en La Croix el día 4, Jean-Pierre Mignard, abogado y miembro del consejo nacional del partido socialista: “El papel de un ministro de la vivienda es hacer avanzar a todos los que puedan ayudar a la acogida de personas con dificultades y, en este campo, no es ciertamente la Iglesia católica la menos comprometida.

Hablar de una requisa de bienes de la Iglesia no es ni oportuno ni eficaz”.

Y a la pregunta sobre si los católicos han podido sentirse heridos, responde: “No sólo entiendo, sino que comparto ese sentimiento.

Como miembro del consejo nacional del PS, afirmo que nadie puede negar que la Iglesia desempeña un papel importante en el campo de la solidaridad”.

Tampoco considera que las palabras de Cécile Duflot se puedan interpretar como respuesta a las posiciones de la Iglesia sobre el matrimonio gay: serían simplemente “una toma de posición mal o poco pensada”.
Al contrario, cree que François Hollande ha tenido siempre una actitud muy respetuosa ante las iglesias: “la lógica de la confrontación no está en su temperamento ni sus intenciones”.
Quitar hierro a la cristianofobia
Una predecesora de Cécile Duflot en el ministerio, la democristiana Christine Boutin, denunció enseguida la “cristianofobia” que reflejaba la toma de posición de la ministra.
Le parece “insoportable” que no se reconozca tanto como hace la Iglesia Católica en Francia y en la propia diócesis de París.
Por otra parte, el delegado general de Alliance Vita, Tugdual Derville, denunció la agresividad contra las religiones, especialmente la Iglesia Católica, que afloró durante la audición en la Asamblea Nacional, el 29 de noviembre, con motivo del proyecto de ley sobre el matrimonio gay y la adopción.
En un breve comentario publicado en el sitio web del ordinariato castrense, el vicario general Poinard Robert, criticó a la ministra por echar leña al fuego, en contra de su deber de fomentar la paz social.
Y concluía con cierto sarcasmo: “No tengo nada contra los verdes, pero en algún momento hay que decidirse a madurar ”.
Pero, en La Croix del 4, Mons. Bernard Podvin, portavoz de la Conferencia Episcopal de Francia, trata de quitar hierro, aunque lamenta que no se escuche a las personas más prudentes y sabias.

En vez de cristianofobia, ve ignorancia religiosa, desconocimiento de lo que es el cristianismo y la Iglesia.

Y ante el temor de que sea una reacción contra la Iglesia Católica por su oposición al ”matrimonio para todos”, responde: “Me atrevo a esperar que no”.


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