Cómo debe actuar un católico ante un secuestro?

 

Lunes, 25 de junio de 2012 11:30 hrs
Felipe de J. Monroy González

El apostolado Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, difundió un Manual de Oraciones para que aquellos que sean víctimas de secuestro, así como sus familiares, puedan sobrellevar y, aún más, aceptar su cautiverio como una prueba de Dios.

“Desde el primer momento del secuestro es necesario entregarse al Sagrado Corazón de Jesús, abandonarse con toda el alma a la divina voluntad de Nuestro Señor”, menciona el primero de los pasos de dicho manual.

Realizado por Laura Aguilar, quien fue víctima de secuestro, el texto pretende que se aproveche la fortaleza que da Dios a cada uno de los bautizados.

Laura Aguilar recomienda también a los familiares que, desde el momento de la noticia, se pida la intercesión de la Virgen María y se medite la Pasión de Cristo, reconociendo que un secuestro es vivir en carne propia una “pequeña Pasión”.

Explica: durante el secuestro debemos repetirnos que nuestra vida no está en manos de los secuestradores ni de nuestros familiares (que están haciendo todo lo posible por conseguir nuestra libertad), sino en las manos de Dios Padre. Así –dice– el secuestro es un momento valiosísimo para que el alma se prepare en un acto de contrición perfecta y de perdón.

La fundadora del apostolado asegura que es normal que durante el secuestro se experimente desesperación, miedo, odio y deseo de venganza, “pero esto puede llevarnos a perder nuestra alma, por lo cual, nunca debemos permitir el odio, pues éste nació del demonio y, en un secuestro, él es nuestro enemigo a vencer”.

—¿Qué hacer entonces?

—Hagamos lo contrario. Entreguémonos a Dios, perdonando a nuestros verdugos, rogando por su salvación y conversión. Debemos reaccionar –secuestrados y familiares– dirigiéndonos siempre con respeto a los secuestradores, a pesar de sus ofensas; sintiendo por ellos una inmensa misericordia, aún cuando ellos no la tengan hacia nosotros.

“El alma de los secuestradores es vulnerable a la condenación eterna”, afirma categórica Laura Aguilar. Por ello, pide amarlos “pues son los más necesitados… No conocen a Dios, han sido víctimas del odio y de la maldad, a veces desde su nacimiento. Los peores verdugos de sus vidas han sido sus propios padres; son inconscientes de su condenación eterna. Si Dios te permite vivir un secuestro, te ha llamado a ser instrumento de salvación”.

Sobre la familia del secuestrado, Aguilar explica: “Ésta debe rezar el rosario, el Credo, la Coronilla de la Misericordia y el Padre Nuestro, todos los días, todas las veces que sea posible”. Les sugiere acudir a Misa diaria y dar lectura a la Biblia, preferentemente a cierto número de Salmos, a algunos pasajes del Libro de los Efesios, del Deuteronomio y del relato del martirio de San Esteban en Hechos de los Apóstoles.

El apostolado también indica que deben consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús.
Con todo, la labor del secuestrado no es menor. Laura Aguilar sugiere rezar el Rosario, 10 Padres Nuestros, Avemarías y Glorias todas las veces que sea posible. Aprovechar el tiempo de cautiverio para hacer un examen de conciencia y un acto de contrición, así como pedir perdón por los pecados cometidos, trabajar por la purificación del alma. Realizar la Comunión Espiritual diaria, rezar el Credo, hacer súplicas al Sagrado Corazón y pedir la mediación de los ángeles y los santos: “pero si se desconocen las oraciones, hay que rezar suplicando al Espíritu Santo que nos inspire”.