miércoles, 9 de enero de 2013

Testimonio vocacional del Padre Christian Adrián Sánchez Güémez


Testimonio vocacional del Padre Christian Adrián Sánchez Güémez

¿Y ahora qué?
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P. Christian Adrián Sánchez Güémez L.C.
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Típico de un adolescente es preguntar por la siguiente actividad.
Mi caso no fue diferente.
Si me doy la vuelta y miro hacia mi pasado, no dejo de sorprenderme por el hecho de que han transcurrido ya 16 años desde aquella ocasión en que yo mismo me planteé la misma cuestión.

Era domingo de resurrección del año 1996.
Yo tenía 14 años. Viajaba en un autobús, junto con otros 30 compañeros del ECyD.
Durante toda la semana santa habíamos misionado en la zona maya de la selva de Quintana Roo.

Estaba cansado, con la cara bronceada, con el sueño acumulado, pero a diferencia de la mayoría, yo no dormía.

Estaba sentado, como perdido.

Miraba hacia todas partes por la ventanilla, pero sin ver nada.

En realidad llevaba dos horas enzarzado en una fatigosa discusión interior.

«¿Qué me ocurría?

¿Qué eran todas esas preguntas que se arremolinaban en mi cabeza?

¿Cuál era el motivo de este volcán de inquietudes que estallaba en mi corazón?»

Repentinamente algo, o mejor alguien, interrumpió mi monólogo existencial.

Era uno de los encargados del grupo, de nombre Luis.

En ese momento me sentí tentado a echarlo de mi lado.

Con su típica alegría y jovialidad – que aún hoy le caracterizan – me preguntó si podía sentarse a mi lado.

«¡No! Déjame en paz», quise gritarle.

Pero, afortunadamente, la educación prevaleció.

Le devolví la sonrisa y respondí: «Claro, con mucho gusto».

Digo afortunadamente, porque con la breve conversación que entablamos, aquel estruendoso río que corría en mi alma, encontró cauce.

Todavía la recuerdo con nitidez.

- “¿Por qué no duermes?

¿No estás cansado?”

- “No tengo sueño.
Pero sí estoy cansado”. Respondí amablemente, sin mostrar gran interés.
Hubo un breve silencio.

- Luis insistió:

“¿Te gustaron las misiones?

¿Regresarás?”.

- Esta vez yo sabía que a esta pregunta no podría rehuir.

Mi respuesta no se hizo esperar:

“¡Me encantó! Pero…” – entonces el volcán estalló –

 “¿Y ahora qué? 

Es decir, pienso en todas esas personas que dejamos atrás.

Veo nuevamente las lágrimas que corren por sus mejillas mientras el autobús se aleja…

¿y ahora qué, Luis?

¿Qué ocurrirá con ellos?”

 – Hice una pausa, agitado y tembloroso –

 “¿Qué más puedo hacer por ellos?”

- Luis me miró.

Y me dijo con sencillez: “No lo sé, ¿alguna vez has pensado en ser sacerdote?”.

No sé qué le respondí.

El resto de la conversación ya no lo recuerdo.

Ciertamente, nunca antes había considerado esta opción de vida.

El sacerdocio no estaba en mis planes.

Pero en el momento todo me pareció claro.

Yo deseaba ardientemente desgastarme por un ideal grande.

Deseaba ayudar, pero no en mis tiempos libres, durante una semana, o por un año.

Quería todo, y lo quería en ese mismo instante.

Para mí, todo parecía sencillo.

El sacerdocio era quizá lo que yo buscaba.

Así lo comuniqué a mis padres.

Quedaban tres meses para que el curso 

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introductorio al Centro Vocacional iniciara y tenía que preparar los papeles, comprar la ropa y satisfacer la lista de artículos necesarios.

Ellos estaban atónitos. Al inicio no me creyeron.

Quizá pensaron que se trataba de una más de mis “adolescentadas”… pero cuando concerté la cita con el párroco, el padre legionario Michael Pakenham, entonces sí que me creyeron.

Pocos, o casi nadie lo supieron. 


Sólo mi familia y mis responsables del ECyD: Miguel, Luis y mis dos mejores amigos. 

Aquel verano me iría al DF, al Centro Vocacional, que distaba 20 horas en autobús o tres horas en avión. 

Viajaría solo. 

Era un asunto muy personal. 

Si era lo mío me quedaba. 

Si no, regresaba.

El verano se esfumó con increíble rapidez.

Cuando mis compañeros y responsables me preguntaban por qué estaba allí, siempre respondí: «Vengo para ver si el sacerdocio es lo mío».

Con el tiempo entendí que, no sólo había sido llamado al sacerdocio, sino al sacerdocio en la Legión de Cristo.

Que Dios me creó para esta misión, y que mi vida no la concibo fuera de ella.

La aventura inició.

Cursé dos años maravillosos en la Apostólica del Ajusco.

Concluido este período, junto con otros 20 compañeros, me trasladé al noviciado de Monterrey y, el día 15 de septiembre de 1998, con solo 16 años, vestí por primera vez la sotana legionaria.

Pasé un año extraordinario de noviciado en España, y otro año inigualable en Colombia.
¿Por qué negarlo?

Yo fui feliz estos años.

Es cierto, no me faltaron las dificultades propias de la edad, de la maduración, pero todas quedaron atrás.

A los 18 años emití mi primera profesión religiosa, en el noviciado de Monterrey.

Posteriormente me trasladé de nuevo a España para cursar mis estudios humanísticos los dos años siguientes y luego mi viaje a Roma.

De notable interés fueron mis años de prácticas apostólicas (2004 – 2007). Un período en el que pude madurar tanto humana como espiritualmente.

En la ciudad de León la gente me acogió con alegría y desenvoltura.

 En la ciudad de Puebla conocí lo que era la amistad probada y duradera.

La gente me abrió sus puertas y ya nunca me las cerró.

Su cercanía y su apoyo, aún hoy, me sorprende.

En San Salvador, donde colaboré ampliamente durante un año, encontré el cariño y el  calor sincero de la gente que vio en mí a un amigo y un representante de Jesucristo.

Insisto.

Dificultades las encontré, en el apostolado, a veces con mis superiores y hermanos, en mi familia.

Sin embargo, mil dificultades no crean un problema.

Siempre conté con el apoyo de mis superiores.

Por más limitaciones humanas que pudieran tener, yo busqué siempre en ellos lo que Dios me pedía.

Mi regreso a Roma y mi permanencia por 5 años seguidos ha sido un factor que me ha dado solidez.

Ahora me encuentro en la ciudad de México, ejerciendo mi ministerio como responsable de Promoción vocacional.

Confío en que mi trabajo sistemático, guiado por el Espíritu Santo, y la gracia de Dios en mi alma darán el fruto a su tiempo.

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El P. Christian Adrián Sánchez Güémez nació en Mérida, Yucatán (México), el 15 de octubre de 1981.

 Ingresó al seminario menor de los legionarios de Cristo en julio de 1996 en la Cd. de México.

En septiembre de 1998 ingresó al noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México).

Cursó su primer año de noviciado en Salamanca (España) y el segundo año en Medellín (Colombia).

Hizo sus estudios humanísticos en Salamanca (España).

Se graduó como Licenciado en Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Realizó sus prácticas apostólicas como responsable de los Clubes Juveniles del ECyD en León, Puebla (México) y San Salvador (El Salvador).

Hizo su trienio de bachillerato en Teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.

Actualmente desarrolla su ministerio como Promotor Vocacional en la ciudad de México, DF.

FECHA DE PUBLICACIÓN: 2012-12-03

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