martes, 6 de marzo de 2012

No cuela señor Obama

A&W 16 2 2012

«Gracias al Presidente Obama, todos somos ahora católicos», ha dicho el referente del Partido Republicano y antiguo pastor baptista Mike Huckabee.

«No soy católico, pero estoy al 100% con mis hermanos y hermanas católicos: prefiero la cárcel a cumplir con una norma que me obliga a ofender a Dios», dice Rick Warren, popular pastor evangélico.

La lucha continúa. El Gobierno ha anunciado una rectificación en la norma que obligará a instituciones religiosas a contratar pólizas sanitarias que incluyan anticonceptivos, la píldora abortiva o esterilizaciones, pero aunque los obispos valoran el gesto, lo tachan de totalmente insuficiente. Es una triquiñuela.

Los hospitales o colegios confesionales podrán decir técnicamente –resume el National Catholic Register– que, en realidad, «ellos no pagarán» por esas coberturas, sino que las aseguradoras las ofrecen libremente.

También la prensa laica comparte el diagnóstico.

De absurda la califica el Wall Street Journal. Más claro es el Washington Post:

«Obama toma a sus aliados católicos por idiotas». En el titular queda implícito otro de los meollos del asunto: los católicos fueron decisivos en la victoria electoral del Presidente, y no sólo han favorecido tradicionalmente a los demócratas, sino que han sido los grandes defensores de una reforma sanitaria que avance hacia la cobertura universal.

La rectificación «es una concesión a los aliados de Obama» que debería dar por resuelto el conflicto, quiere creer el progresista New York Times, y, casi a modo de súplica, se lee en la web de la CNN: «Los obispos deberían aceptar su victoria».

Pero no cuela. Ningún compromiso con la libertad de conciencia, titulaba L’Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, tras conocer el rechazo de los obispos. Los candidatos en las primarias republicanas se frotan las manos. «Si estás harto de los ataques de la Administración Obama contra la libertad religiosa, únete a mí», dice el favorito, el mormón Mitt Rommey.

«El Gobierno quiere controlar nuestras vidas y eso tiene que acabar», añade el católico Rick Santorum. Y el también católico Marco Rubio, senador por Florida, suena más fuerte que nunca como candidato a
Vicepresidente, sobre todo si el vencedor es Rommey.

Rubio ha presentado un proyecto de ley que garantizaría el derecho a la objeción de conciencia de las instituciones religiosas.

«El Gobierno no puede obligar a las organizaciones religiosas a abandonar los principios fundamentales de su fe», ha argumentado.

El asunto es serio. La revista jesuita America recuerda, en un editorial, que, «durante un siglo y medio, la Iglesia ha servido al pueblo americano en la educación y los servicios sociales », y ha puesto en marcha algunas de las más importantes organizaciones caritativas del país. «Una falta de comprensión de la misión de la Iglesia» amenaza ese legado.

En los últimos meses, han cerrado agencias de adopción católicas por negarse a entregar a niños a parejas homosexuales, se ha cortado la financiación pública a programas de atención a inmigrantes por el rechazo al aborto…«Suscitan preocupación ciertos intentos de limitar la libertad religiosa» en Estados Unidos, dijo hace unas semanas Benedicto XVI a un grupo de obispos.

Los obispos, sin embargo, han ganado la batalla de la opinión pública, al lograr que se entienda que no se discute sobre privilegios a las comunidades religiosas, sino sobre derechos fundamentales.

«La Administración ha puesto fin al experimento americano de la libertad religiosa», escribe Jennifer Roback Morse en MercatorNet.com. De facto,se acaba el sistema aconfesional, y se impone a toda la sociedad el hedonismo como religión oficial, «la cosmovisión de que el sexo es una actividad estéril y recreacional», y que «el mayor fin a perseguir es el placer», con «los bebés como un extra opcional».


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