jueves, 16 de febrero de 2012

El poder de la mentira ofuscación a la verdad

Comentario

Escrito por  Relaciones Públicas de la CEM

Miente, miente… porque algo quedará”. Así reza un dicho popular que parece anidar en estos tiempos, cuando algunos de los opositores a la reforma del Artículo 24 constitucional, sobre la libertad religiosa, lo externan a la opinión pública buscando sembrar la mentira y la confusión entre la gente sencilla que no conoce de éste y otros temas que afectan tanto a los derechos de los ciudadanos como a la misma realidad política y social.

En días pasados hemos escuchado y leído en diferentes medios que algunos individuos se hicieron presentes en el Senado de la República con el fin de manifestar su rechazo a la iniciativa aprobada en la Cámara de Diputados sobre libertad religiosa o de religión.

Los argumentos que estos grupos opositores dan a conocer, están muy lejos de reflejar la verdad de los hechos. Da la impresión que lo que buscan es confundir a la opinión pública, que en su mayoría es ajena a esta y otras iniciativas de ley que elaboran las Cámaras de representantes para adecuar nuestro marco constitucional a los requerimientos internacionales sobre derechos de la persona y de la sociedad en general.

Hablan que de aprobarse la libertad religiosa, estaríamos regresando a un pasado histórico de luchas fratricidas, al mismo tiempo que se violentaría el estado laico. Pero, yo me pregunto, ¿qué significa estado laico? Estado laico es aquel que no desconoce ni califica positiva o negativamente el hecho religioso, es el que no asume ninguna confesionalidad religiosa, el estado laico se pone al servicio de los derechos de sus ciudadanos y entre ellos, la libertad religiosa.

También se oyen voces diciendo que la modificación del artículo 24 constitucional le daría a la Iglesia católica la posibilidad de enseñar religión en las escuelas, lo que significaría modificar el artículo 3º de la Constitución que habla de la educación laica. La Iglesia no pretende nada de esto, al contrario, siempre ha dicho que la educación pública debe permanecer laica. Además, desde el punto de vista práctico es materialmente irrealizable. ¿Dónde sacaría la Iglesia más de un millón de profesores de religión para dar enseñanza en las escuelas?, y, ¿las otras denominaciones religiosas, serían discriminadas, si ese fuera el caso? ¿Si nos pudiéramos imaginar que así fuera, de dónde se obtendrían recursos materiales para hacerlo? A estas y otros preguntas, no le encuentro respuesta.

Por otro lado, enseñar religión en las escuelas para dar una calificación a los alumnos, no resulta muy objetivo. Ahí están los casos de España y otros países de América Latina que lo han venido haciendo con escasos resultados, de hacerlo, ¿Puedo ser buen católico por una buena nota que me ponga el profesor?, ¿dónde quedaría la esencia del ser cristiano?

Causa también risa escuchar que modificando este artículo 24 constitucional, se busca que los ministros de culto puedan acceder a cargos de elección popular, como diputados, senadores, gobernadores, alcaldes y otros más; les pregunto a los que así piensan, ¿desconocen que el mismo Derecho Canónico, ley interna por la que se rige la Iglesia, prohíbe explícitamente a un sacerdote católico ejercer dichos cargos públicos? Solo podrá hacerlo en caso de retirarse de su ministerio sacerdotal. Por otro lado, el mismo artículo constitucional 130 y la Ley Reglamentaria de Asociaciones Religiosas dejan claro que ningún ministro podrá ser votado en una elección si antes no se ha retirado al menos cinco años antes.

Si bien la Iglesia católica ha estado impulsando esta reforma constitucional, no lo hace para sacar prerrogativas, como algunos lo quieren hacer notar, sino por coherencia a su propia misión. Misión que no es otra que defender los Derechos Humanos. Uno de estos derechos fundamentales es la libertad religiosa que todo individuo posee y que consiste en tener o no tener una religión. El Estado solo es garante de las libertades fundamentales del individuo. Ahí se fundamenta la laicidad de un estado democrático porque no favorece ni discrimina a ninguna religión.

Bienvenido el debate, pero que éste nos ayude a avanzar en los Derechos Humanos donde cada quien sea aceptado en su pensamiento sin discriminar y sin imponer sus propias ideas.

P. Manuel Corral Martín svd

Secretario Ejecutivo Relaciones Públicas de la CEM



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