sábado, 18 de agosto de 2012

Àngeles Martínez voluntaria en Etiopía íbamos con la idea de ayudar a pobres y enfermos y han sido ellos quienes nos han enseñado a amar a compartir a sonreír




15/08/2012 - Entrevistas



El testimonio de una maestra de 29 años que ha pasado sus vacaciones en Addis Abeba con una treintena de jóvenes para entregar su tiempo al servicio de los más necesitados, atendidos por las religiosas de Madre Teresa de Calcuta


El grupo, tras regresar del mercado


Rodeada de niños del pueblo: con ellos "se respira belleza y felicidad"

Francesc Martínez Porcell

Algún lector podrá pensar que esta entrevista es amor de padre. ¡Cierto! Hoy entrevisto para ForumLibertas a Maria dels Àngels Martinez Vives, una mujer de 29 años, soltera, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, maestra y profesora de estudios musicales obligatorios desde Preescolar a Bachillerato, con nivel B2 de inglés (se ríe con las películas en versión original de Woddy Allen).

Estas vacaciones de 2012 las ha pasado en África como voluntaria junto a un grupo de treinta jóvenes de ambos sexos de Navarra, incluidas dos catalanas con estudios universitarios finalizados o en trámite. Liderados por el sacerdote Santiago Garisoain Otero, se han desplazado por primera vez a Addis Abeba, capital de Etiopía, para entregar su tiempo joven al servicio de los necesitados que son atendidos en ese país por las religiosas de Madre Teresa de Calcuta. El viaje se lo ha pagado cada joven.

¿Puedes decirnos cómo surgió este plan juvenil?

Santiago Garisoain conoció hace cuatro años al sacerdote José Maria Calderón en la casa de las Hermanas de la Caridad en Madrid. Por entonces Santiago era seminarista en Pamplona. José Maria le contó sus ocho años de experiencias como misionero en Etiopia con voluntarios de Madrid, y Santi pensó que le gustaría hacer algo así cuando fuera sacerdote. El año pasado, ya sacerdote, conoció a unos jóvenes scouts, surgió la propuesta y se animaron enseguida, así pues, se lanzó a organizarlo.

Mi prima de Barcelona, María del Mar, y yo nos apuntamos al conocer el proyecto ‘Bale Goba’ 2012, pues conocíamos a Santi desde hacia años de las Javieradas en Pamplona. Los scouts invitaron a más amigos. Luego supimos que los voluntarios madrileños seguían yendo a Goba y nos pareció estupendo. Fue una suerte poder contar con su experiencia. El más veterano, Jaime, estaba ahí por quinto año consecutivo, siguiendo los pasos de Alicia, que había estado anteriormente. En total éramos una noruega residente en Madrid, cinco madrileños, dos catalanas y diecisiete pamplonicos. Durante el año recogimos 18.000 euros, una fortuna en Etiopia. ¡Gracias a todos los que nos habéis ayudado!

“Ellos nos inspiran una entrega en forma de servicio que nos ayuda a crecer espiritualmente. Hemos sido muy felices”

¿Con qué realidad os habéis encontrado?

Esperaba encontrar pobreza material y un bajo desarrollo económico y social, y así ha sido. A pesar de ello, me han sorprendido los valores espirituales de la gente, como afrentan las dificultades de cada día con tanta naturalidad. Íbamos con la idea de ayudar a los pobres y enfermos, y al final, han sido ellos los que nos han enseñado a amar, a compartir, a sonreír... Ellos nos inspiran una entrega en forma de servicio que nos ayuda a crecer espiritualmente.


Hemos sido muy felices.


La casa de las sisters de Goba acoge principalmente a enfermos discapacitados físicos y mentales, adultos y niños. Algunos provienen del conflicto de Eritrea, con extremidades rotas por bombas o sin ojos por haber sido arrancados. También hay gente mayor a la que su familia ha abandonado por no poder hacerse cargo de ellos, madres solteras que vienen a dar a luz y se quedan una temporada, y bastantes niños, muchos de ellos con sida, sin padres, o abandonados allá. Recuerdo una niña de trece años qué tenia dificultades para andar. Cuando era un bebé, su madre la lanzó por la verja y huyó. La niña tiene mal la cadera por este motivo. Todo lo grotesco se mezcla con un trascendente sentido de Dios en la fraternidad en la que viven, se ayudan unos a otros, y se respira belleza y felicidad.

Los voluntarios madrileños han hecho un trabajo muy hermoso. Alicia implantó la terapia de fisio, formó a fisioterapetuas etíopes, y desde entonces hacen terapia diaria con los discapacitados trabajando a sueldo proveniente de donaciones. Algunos trabajadores prefieren el sueldo pagado en comida antes que en birrs (la moneda etíope). Jaime, arquitecto, construyó letrinas en el recinto y ahora trabaja en un proyecto de escuela para los discapacitados para el que se necesitan donaciones. También hacen falta maestros de educación especial que quieran venir a formar a los trabajadores.

El tema de la educación debe ser un problema…

Bueno, la casa tiene también una escuela para los niños del pueblo a la que asisten durante el año, pero en verano, como están de vacaciones, los discapacitados pueden salir de su recinto y usar las dos aulas. Durante el curso escolar caben hasta 80 niños en cada una, con dos maestros y una comida al día incluida.

Y la comida, otro problema…

Las sisters también gestionan el reparto de comida una vez al mes para la gente pobre de Goba y de otro pueblo cercano, Rove. La comida viene de Estados Unidos y consiste en un litro de aceite, un cubo pequeño de harina de maíz y otro grande de avena por cada familia. Pienso que el gobierno etíope debería encargarse del reparto. Falta mucho desarrollo político. No sé si es el gobierno etíope quien les delega la responsabilidad o si Estados Unidos prefiere que lo hagan las sisters. Rusia también ayuda, pero cada vez menos debido a la crisis.



 ¿A qué te has dedicado este mes de estancia?



Nos despertábamos cada día a las seis y celebrábamos misa con Santi y las sisters a las seis y media, en la pequeña capilla de la casa. A las siete desayunábamos, de ocho a once hacíamos por grupos juegos al aire libre, tareas de aseo de enfermos, lavandería y fisioterapia. De 11 a 12:30 ayudábamos a dar la comida y a ir a las letrinas a los enfermos. Luego, comíamos nosotros, de 14 a 16 horas abríamos una aula, después se repartían las medicinas, luego ayudábamos a dar la cena, los acompañábamos a las letrinas de nuevo y los acostábamos. Antes de cenar nosotros, teníamos una hora de adoración con las sisters. A las 21:30 nos acostábamos, porque el guarda nocturno de la casa, armado, sacaba a los perros vigilantes, que eran peligrosos. Si no hubiese sido por los perros, habríamos echo más tertulia después de cenar. Solíamos meternos en la cama y escribir en nuestros diarios con linternas, o comentar el día con las compañeras de habitación.

“El agua embotellada es un lujo. He visto niños llenando garrafones de agua de pequeños lagos, de donde también beben los animales, lo que genera muchas enfermedades”

¿Cómo habéis cubierto vuestras necesidades vitales de alimentación, aseo y descanso?

Mejor de lo que había pensado. Había dos habitaciones para voluntarios, una para chicos y otra para chicas, con letrinas incluidas. Las voluntarias de Madrid se quedaron en una, y al grupo de chicas restante nos instalaron en una de las aulas, con camas y mantas, y al final del mes de estancia teníamos la pizarra llena de vocablos en amárico, la lengua hablada en esa parte de Etiopía (hay cinco lenguas y muchos dialectos).

Los voluntarios nos dividimos en grupos de dos a tres personas y nos turnábamos para ocuparnos de la compra, limpieza y preparación de la comida de los voluntarios.

Las sisters nos abastecían de arroz, azúcar, harina, huevos y agua filtrada para cocinar. Usamos pastillas de potabilización para beber esa agua. También nos trajeron algunas verduras del huerto, en función de la cosecha: calabacines, judías verdes, lechuga y tomates. Tienen algunas terneras, que pastan en el recinto, y suelen matar una ternera una vez al mes, repartiendo la carne. Nos trajeron carne de ternera en dos ocasiones. Tenían electricidad, aunque algunas veces se iba y te quedaban las patatas a medio cocer, entonces encendíamos un hornillo de petróleo.

Las sisters nos prestaron su furgoneta un par de veces y fuimos a una tienda en Rove para comprar pasta italiana, galletas, cereales y cacao en polvo. A treinta minutos a pie, o a diez minutos en taxi por dos birrs si nos empapaba el monzón, podíamos llegar a Goba a comprar fruta, verduras y lentejas en el colorido y embarrado mercado, donde nos tocaba negociar y entrar en pequeñas tiendas para comprar productos para gente rica como café, leche en polvo, agua embotellada, jabón y papel higiénico. Este último producto es un lujo que podíamos permitirnos, pero los etíopes no usan papel de WC, se lavan con agua con la mano izquierda, y comen con la derecha y también se dan la mano derecha para saludar. El agua embotellada es otro lujo, y hemos guardado cada envase que ellos reutilizan para mil cosas. He visto niños llenando garrafones de agua de pequeños lagos, de donde también beben los animales. Estas condiciones generan muchas enfermedades. También he visto hacer puertas, ventanas y estanterías con el ensamblaje a martillazos de chapas metálicas de las latas de aceite.


La mala higiene es lo que más me ha costado. Nos aseábamos echándonos cubiletes de agua de un cubo, nos enjabonábamos, y nos desenjabonábamos con más cubiletes de agua. Lo hacíamos en la misma letrina enracholada, todo un lujo, pues los etíopes lo hacen en el campo, detrás de sus casas. Aún calentando el agua, ¡que frío en invierno! No tienen lavadoras. Lavábamos la ropa a mano con agua fría, no queda tan limpia. Al final el mal olor va impregnando todo, y llega un momento en que ya no lo hueles. Queda mucho por hacer en conceptos de higiene. Los etíopes lavan los platos y vasos solo con agua, sin jabón. Tampoco utilizan cubiertos, comen con la mano, y comparten las fuentes.

“Hemos generado relaciones de gran valor humano y espiritual, mucho diálogo y capacidad de compartir experiencias”

¿Y las necesidades espirituales?

Ha sido una suerte poder contar con un sacerdote y un seminarista en el grupo. Han estado siempre dispuestos a atendernos. Por otro lado, los voluntarios son una gente maravillosa y nos hemos apoyado mucho en el grupo, hemos generado relaciones de gran valor humano y espiritual, mucho diálogo y capacidad de compartir experiencias.

¿Algún problema con el ‘extremismo’ islámico?

Se encontró una bomba en casa de un católico en Rove, que gracias a Dios detectaron y desactivaron. Nos dijeron que había sido puesta por el extremismo islámico.

¿Cómo es el Islam allí en realidad? ¿Cómo nos ve?

Me han dicho que hay una poca población musulmana. Desconozco quién son y cómo son. He visto el signo islámico pintado en alguna puerta.

¿En qué lengua o lenguas os habéis comunicado?

Con las sisters siempre en inglés. Entre voluntarios en español. El nivel de inglés de los etíopes es muy bajo, así que chapurreábamos inglés y amárico con ellos. Algún trabajador hablaba bien el inglés, y le pedíamos a menudo que nos hiciera de traductor para comunicarnos con los enfermos o con otros trabajadores.

“Cristo es la presencia viva de la Iglesia. Hemos vivido Su evangelio a través del servicio y la entrega a los más pobres y desamparados, siguiendo el ejemplo de las hermanas”

¿En qué ha consistido la presencia viva de la Iglesia a través vuestro?

En 25 años, las sisters han levantado la casa en Gobe, que se ocupa también de todas las familias pobres de la zona, y una iglesia católica en las afueras de Goba, donde ejerce de párroco un sacerdote católico etíope. Gracias a él, las monjas pueden oir misa todos los días. Cuentan con la ayuda del obispo italiano en la capital, Addis Abeba. Tuvimos la suerte de poder celebrar la fiesta del Jubileo de los 25 años en la casa, el 14 de julio, con todos los invitados del pueblo. Vino el obispo y hubo una representación teatral. La misa fue espectacular, con cantos y bailes de los niños etíopes.

En la casa de Gobe las cuatro sisters son muy cercanas y hemos gozado de un trato muy personal y espiritual. Cristo es la presencia viva de la Iglesia. Hemos vivido Su evangelio a través del servicio y la entrega a los más pobres y desamparados, siguiendo el ejemplo de las hermanas.

¿Es necesario este tipo de voluntariados?, ¿no bastan las hermanas?

Las cuatro sisters hacen todo lo que pueden, siempre sonriendo. Su labor, que se extiende a todas las familias del pueblo mientras los trabajadores llevan la casa y cuidan de 200 enfermos, depende en parte de las donaciones. Hacen falta sillas de ruedas. Tienen pocas y viejas, y se las turnan. Los enfermos sin silla piden ser llevados al patio y ser tendidos al suelo, con tal de no quedarse todo el día en la cama. Cuando vuelva a ir traeré una silla de ruedas. Con la crisis hay menos ayudas y ahora van a quitar un trabajador de la plantilla. Son muy pocos para tantos enfermos. Me pregunto cómo se las arreglaran en invierno sin los voluntarios. Sin suficiente ropa limpia, sin la ropa remendada, sin botones ni cremalleras en los pantalones. Sin tiempo para cortar uñas y lavar orejas. Sin tiempo para jugar con ellos, encerrados en el recinto mientras ellos lavan ropa a mano, cocinan y cambian sábanas.

“Compartir no es una gracia especial, no es un hecho heroico, no es un acto de generosidad, es simplemente justicia, un deber humano de cada uno”

¿Cómo te ha transformado este viaje por dentro?, ¿y a tus compañeros?

Dios es abundancia. Todo lo que somos proviene de Él, somos Su don. Nuestra riqueza es Suya. Me han sido dados mis padres, su amor, la sociedad, la educación, los años de vida. No podemos guardar para nosotros lo que es de todos, lo que es de Dios. Hay que compartir. Los pobres son nuestros hermanos, son hijos de Dios. Tenemos que reconocer y multiplicar los talentos de Dios en nosotros y ponerlos al servicio de los demás, en la sociedad, empezando por nuestra familia y vecinos, aquí o allá. Siempre hay gente más pobre, siempre se puede compartir. Compartir no es una gracia especial, no es un hecho heroico, no es un acto de generosidad, es simplemente justicia, un deber humano de cada uno. El problema es que hay gente tan pobre que no tiene nada que dar.


Rodeada de bienes y tan pobre de amor, que ni siquiera puede dar una sonrisa a un pobre. Qué cuesta un gesto de cariño, y ¡cuanto lo agradecen!

Tras el viaje, ¿tienes algún mensaje para la juventud de España y de nuestro entorno occidental?

Haced un voluntariado de este tipo al menos una vez en la vida, aquí o allá. Si no podéis ir tan lejos buscad a vuestra vecina, la viejecita, la que no ve a sus hijos, y llevadle las bolsas de la compra una vez a la semana. Si sois papás, id con vuestros hijos pequeños. No podréis enseñarles nada mejor. La haréis muy feliz y seréis más felices.

¿Y para las generaciones de los mayores, empezando por la de tus padres?

Hay mucha juventud dispuesta a ayudar. Dios nos llama a todos al amor, a encontrarnos con los demás de una manera auténtica y sincera. Los jóvenes sentimos esta llamada, pero a veces no conocemos el camino pues no surgen oportunidades para vivir y experimentar estos deseos. Vivimos en un mundo lleno de ruido donde la moda es la ambición del bienestar y éxito personales. La educación en valores es el mejor camino para la sociedad y la mejor educación es vuestro ejemplo. Los políticos y los empresarios, gestores de la sociedad, tienen más responsabilidad que nadie. ¡No nos falléis! Cread empresas que desarrollen una sociedad justa en el reparto de las riquezas. No malgastéis los recursos naturales y las riquezas, multiplicadlas. Haced inversiones para las familias, primeros núcleos de la sociedad. Invertid para una humanidad más próspera y rica en el amor y todos los bienes vendrán por añadidura. La felicidad no es un logro personal, es una consecuencia del amor de Dios hacia los demás y a uno mismo.


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