15/08/2012 - Entrevistas
El testimonio de una maestra de 29 años que ha
pasado sus vacaciones en Addis Abeba con una treintena de jóvenes para entregar
su tiempo al servicio de los más necesitados, atendidos por las religiosas de
Madre Teresa de Calcuta
El grupo, tras regresar del mercado
Francesc Martínez Porcell
Algún lector
podrá pensar que esta entrevista es amor de padre. ¡Cierto! Hoy entrevisto para
ForumLibertas a Maria dels Àngels Martinez Vives, una mujer de 29 años,
soltera, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, maestra y
profesora de estudios musicales obligatorios desde Preescolar a Bachillerato,
con nivel B2 de inglés (se ríe con las películas en versión original de Woddy
Allen).
Estas vacaciones
de 2012 las ha pasado en África como voluntaria junto a un grupo de treinta
jóvenes de ambos sexos de Navarra, incluidas dos catalanas con estudios
universitarios finalizados o en trámite. Liderados por el sacerdote Santiago
Garisoain Otero, se han desplazado por primera vez a Addis Abeba, capital de
Etiopía, para entregar su tiempo joven al servicio de los necesitados que son
atendidos en ese país por las religiosas de Madre Teresa de Calcuta. El viaje
se lo ha pagado cada joven.
¿Puedes decirnos cómo surgió este plan juvenil?
Santiago
Garisoain conoció hace cuatro años al sacerdote José Maria Calderón en la casa
de las Hermanas de la Caridad en Madrid. Por entonces Santiago era seminarista
en Pamplona. José Maria le contó sus ocho años de experiencias como misionero
en Etiopia con voluntarios de Madrid, y Santi pensó que le gustaría hacer algo
así cuando fuera sacerdote. El año pasado, ya sacerdote, conoció a unos jóvenes
scouts, surgió la propuesta y se animaron enseguida, así pues, se lanzó a
organizarlo.
Mi prima de
Barcelona, María del Mar, y yo nos apuntamos al conocer el proyecto ‘Bale Goba’
2012, pues conocíamos a Santi desde hacia años de las Javieradas en Pamplona.
Los scouts invitaron a más amigos. Luego supimos que los voluntarios madrileños
seguían yendo a Goba y nos pareció estupendo. Fue una suerte poder contar con
su experiencia. El más veterano, Jaime, estaba ahí por quinto año consecutivo,
siguiendo los pasos de Alicia, que había estado anteriormente. En total éramos
una noruega residente en Madrid, cinco madrileños, dos catalanas y diecisiete
pamplonicos. Durante el año recogimos 18.000 euros, una fortuna en Etiopia.
¡Gracias a todos los que nos habéis ayudado!
“Ellos nos
inspiran una entrega en forma de servicio que nos ayuda a crecer
espiritualmente. Hemos sido muy felices”
¿Con qué realidad os habéis encontrado?
Esperaba encontrar
pobreza material y un bajo desarrollo económico y social, y así ha sido. A
pesar de ello, me han sorprendido los valores espirituales de la gente, como
afrentan las dificultades de cada día con tanta naturalidad. Íbamos con la idea
de ayudar a los pobres y enfermos, y al final, han sido ellos los que nos han
enseñado a amar, a compartir, a sonreír... Ellos nos inspiran una entrega en
forma de servicio que nos ayuda a crecer espiritualmente.
Los voluntarios
madrileños han hecho un trabajo muy hermoso. Alicia implantó la terapia de
fisio, formó a fisioterapetuas etíopes, y desde entonces hacen terapia diaria
con los discapacitados trabajando a sueldo proveniente de donaciones. Algunos
trabajadores prefieren el sueldo pagado en comida antes que en birrs (la moneda etíope). Jaime,
arquitecto, construyó letrinas en el recinto y ahora trabaja en un proyecto de
escuela para los discapacitados para el que se necesitan donaciones. También
hacen falta maestros de educación especial que quieran venir a formar a los
trabajadores.
El tema de la educación debe ser un problema…
Bueno, la casa
tiene también una escuela para los niños del pueblo a la que asisten durante el
año, pero en verano, como están de vacaciones, los discapacitados pueden salir
de su recinto y usar las dos aulas. Durante el curso escolar caben hasta 80
niños en cada una, con dos maestros y una comida al día incluida.
Y la comida, otro problema…
Las sisters
también gestionan el reparto de comida una vez al mes para la gente pobre de
Goba y de otro pueblo cercano, Rove. La comida viene de Estados Unidos y
consiste en un litro de aceite, un cubo pequeño de harina de maíz y otro grande
de avena por cada familia. Pienso que el gobierno etíope debería encargarse del
reparto. Falta mucho desarrollo político. No sé si es el gobierno etíope quien
les delega la responsabilidad o si Estados Unidos prefiere que lo hagan las
sisters. Rusia también ayuda, pero cada vez menos debido a la crisis.
Nos
despertábamos cada día a las seis y celebrábamos misa con Santi y las sisters a
las seis y media, en la pequeña capilla de la casa. A las siete desayunábamos,
de ocho a once hacíamos por grupos juegos al aire libre, tareas de aseo de
enfermos, lavandería y fisioterapia. De 11 a 12:30 ayudábamos a dar la comida y
a ir a las letrinas a los enfermos. Luego, comíamos nosotros, de 14 a 16 horas
abríamos una aula, después se repartían las medicinas, luego ayudábamos a dar
la cena, los acompañábamos a las letrinas de nuevo y los acostábamos. Antes de
cenar nosotros, teníamos una hora de adoración con las sisters. A las 21:30 nos
acostábamos, porque el guarda nocturno de la casa, armado, sacaba a los perros
vigilantes, que eran peligrosos. Si no hubiese sido por los perros, habríamos
echo más tertulia después de cenar. Solíamos meternos en la cama y escribir en
nuestros diarios con linternas, o comentar el día con las compañeras de
habitación.
“El agua
embotellada es un lujo. He visto niños llenando garrafones de agua de pequeños
lagos, de donde también beben los animales, lo que genera muchas enfermedades”
¿Cómo habéis cubierto vuestras necesidades vitales
de alimentación, aseo y descanso?
Mejor de lo que
había pensado. Había dos habitaciones para voluntarios, una para chicos y otra para
chicas, con letrinas incluidas. Las voluntarias de Madrid se quedaron en una, y
al grupo de chicas restante nos instalaron en una de las aulas, con camas y
mantas, y al final del mes de estancia teníamos la pizarra llena de vocablos en
amárico, la lengua hablada en esa parte de Etiopía (hay cinco lenguas y muchos
dialectos).
Los voluntarios
nos dividimos en grupos de dos a tres personas y nos turnábamos para ocuparnos
de la compra, limpieza y preparación de la comida de los voluntarios.
Las sisters nos
abastecían de arroz, azúcar, harina, huevos y agua filtrada para cocinar.
Usamos pastillas de potabilización para beber esa agua. También nos trajeron
algunas verduras del huerto, en función de la cosecha: calabacines, judías
verdes, lechuga y tomates. Tienen algunas terneras, que pastan en el recinto, y
suelen matar una ternera una vez al mes, repartiendo la carne. Nos trajeron
carne de ternera en dos ocasiones. Tenían electricidad, aunque algunas veces se
iba y te quedaban las patatas a medio cocer, entonces encendíamos un hornillo
de petróleo.
Las sisters nos
prestaron su furgoneta un par de veces y fuimos a una tienda en Rove para
comprar pasta italiana, galletas, cereales y cacao en polvo. A treinta minutos
a pie, o a diez minutos en taxi por dos birrs
si nos empapaba el monzón, podíamos llegar a Goba a comprar fruta, verduras y
lentejas en el colorido y embarrado mercado, donde nos tocaba negociar y entrar
en pequeñas tiendas para comprar productos para gente rica como café, leche en
polvo, agua embotellada, jabón y papel higiénico. Este último producto es un
lujo que podíamos permitirnos, pero los etíopes no usan papel de WC, se lavan
con agua con la mano izquierda, y comen con la derecha y también se dan la mano
derecha para saludar. El agua embotellada es otro lujo, y hemos guardado cada
envase que ellos reutilizan para mil cosas. He visto niños llenando garrafones
de agua de pequeños lagos, de donde también beben los animales. Estas
condiciones generan muchas enfermedades. También he visto hacer puertas,
ventanas y estanterías con el ensamblaje a martillazos de chapas metálicas de
las latas de aceite.
“Hemos generado
relaciones de gran valor humano y espiritual, mucho diálogo y capacidad de
compartir experiencias”
¿Y las necesidades espirituales?
Ha sido una
suerte poder contar con un sacerdote y un seminarista en el grupo. Han estado
siempre dispuestos a atendernos. Por otro lado, los voluntarios son una gente
maravillosa y nos hemos apoyado mucho en el grupo, hemos generado relaciones de
gran valor humano y espiritual, mucho diálogo y capacidad de compartir
experiencias.
¿Algún problema con el ‘extremismo’ islámico?
Se encontró una
bomba en casa de un católico en Rove, que gracias a Dios detectaron y
desactivaron. Nos dijeron que había sido puesta por el extremismo islámico.
¿Cómo es el Islam allí en realidad? ¿Cómo nos ve?
Me han dicho que
hay una poca población musulmana. Desconozco quién son y cómo son. He visto el
signo islámico pintado en alguna puerta.
¿En qué lengua o lenguas os habéis comunicado?
Con las sisters
siempre en inglés. Entre voluntarios en español. El nivel de inglés de los
etíopes es muy bajo, así que chapurreábamos inglés y amárico con ellos. Algún
trabajador hablaba bien el inglés, y le pedíamos a menudo que nos hiciera de
traductor para comunicarnos con los enfermos o con otros trabajadores.
“Cristo es la
presencia viva de la Iglesia. Hemos vivido Su evangelio a través del servicio y
la entrega a los más pobres y desamparados, siguiendo el ejemplo de las
hermanas”
¿En qué ha consistido la presencia viva de la
Iglesia a través vuestro?
En 25 años, las
sisters han levantado la casa en Gobe, que se ocupa también de todas las
familias pobres de la zona, y una iglesia católica en las afueras de Goba,
donde ejerce de párroco un sacerdote católico etíope. Gracias a él, las monjas
pueden oir misa todos los días. Cuentan con la ayuda del obispo italiano en la
capital, Addis Abeba. Tuvimos la suerte de poder celebrar la fiesta del Jubileo
de los 25 años en la casa, el 14 de julio, con todos los invitados del pueblo.
Vino el obispo y hubo una representación teatral. La misa fue espectacular, con
cantos y bailes de los niños etíopes.
En la casa de
Gobe las cuatro sisters son muy cercanas y hemos gozado de un trato muy
personal y espiritual. Cristo es la presencia viva de la Iglesia. Hemos vivido
Su evangelio a través del servicio y la entrega a los más pobres y
desamparados, siguiendo el ejemplo de las hermanas.
¿Es necesario este tipo de voluntariados?, ¿no
bastan las hermanas?
Las cuatro
sisters hacen todo lo que pueden, siempre sonriendo. Su labor, que se extiende
a todas las familias del pueblo mientras los trabajadores llevan la casa y
cuidan de 200 enfermos, depende en parte de las donaciones. Hacen falta sillas
de ruedas. Tienen pocas y viejas, y se las turnan. Los enfermos sin silla piden
ser llevados al patio y ser tendidos al suelo, con tal de no quedarse todo el
día en la cama. Cuando vuelva a ir traeré una silla de ruedas. Con la crisis
hay menos ayudas y ahora van a quitar un trabajador de la plantilla. Son muy
pocos para tantos enfermos. Me pregunto cómo se las arreglaran en invierno sin
los voluntarios. Sin suficiente ropa limpia, sin la ropa remendada, sin botones
ni cremalleras en los pantalones. Sin tiempo para cortar uñas y lavar orejas.
Sin tiempo para jugar con ellos, encerrados en el recinto mientras ellos lavan
ropa a mano, cocinan y cambian sábanas.
“Compartir no es
una gracia especial, no es un hecho heroico, no es un acto de generosidad, es
simplemente justicia, un deber humano de cada uno”
¿Cómo te ha transformado este viaje por dentro?, ¿y
a tus compañeros?
Dios es
abundancia. Todo lo que somos proviene de Él, somos Su don. Nuestra riqueza es
Suya. Me han sido dados mis padres, su amor, la sociedad, la educación, los
años de vida. No podemos guardar para nosotros lo que es de todos, lo que es de
Dios. Hay que compartir. Los pobres son nuestros hermanos, son hijos de Dios.
Tenemos que reconocer y multiplicar los talentos de Dios en nosotros y ponerlos
al servicio de los demás, en la sociedad, empezando por nuestra familia y
vecinos, aquí o allá. Siempre hay gente más pobre, siempre se puede compartir.
Compartir no es una gracia especial, no es un hecho heroico, no es un acto de
generosidad, es simplemente justicia, un deber humano de cada uno. El problema
es que hay gente tan pobre que no tiene nada que dar.
Tras el viaje, ¿tienes algún mensaje para la
juventud de España y de nuestro entorno occidental?
Haced un
voluntariado de este tipo al menos una vez en la vida, aquí o allá. Si no
podéis ir tan lejos buscad a vuestra vecina, la viejecita, la que no ve a sus
hijos, y llevadle las bolsas de la compra una vez a la semana. Si sois papás,
id con vuestros hijos pequeños. No podréis enseñarles nada mejor. La haréis muy
feliz y seréis más felices.
¿Y para las generaciones de los mayores, empezando
por la de tus padres?
Hay mucha juventud dispuesta a
ayudar. Dios nos llama a todos al amor, a encontrarnos con los demás de una
manera auténtica y sincera. Los jóvenes sentimos esta llamada, pero a veces no
conocemos el camino pues no surgen oportunidades para vivir y experimentar
estos deseos. Vivimos en un mundo lleno de ruido donde la moda es la ambición
del bienestar y éxito personales. La educación en valores es el mejor camino
para la sociedad y la mejor educación es vuestro ejemplo. Los políticos y los
empresarios, gestores de la sociedad, tienen más responsabilidad que nadie. ¡No
nos falléis! Cread empresas que desarrollen una sociedad justa en el reparto de
las riquezas. No malgastéis los recursos naturales y las riquezas,
multiplicadlas. Haced inversiones para las familias, primeros núcleos de la
sociedad. Invertid para una humanidad más próspera y rica en el amor y todos
los bienes vendrán por añadidura. La felicidad no es un logro personal, es una
consecuencia del amor de Dios hacia los demás y a uno mismo.
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