sábado, 21 de julio de 2012

Mi vida en el Regnum Christi


| REGNUM CHRISTI
Margarita Sanín: Como consagrada, creo que Dios me invita a preguntarme y a buscar razones y convicciones profundas del por qué estoy en el Regnum Christi.
"Cada día al salir a mi apostolado en el colegio constato cómo nos siguen necesitando, que seguimos siendo instrumentos del amor de Dios".
Margarita Sanín Pérez, consagrada a Dios en el Regnum Christi, nos comparte un poco de su experiencia de vida en el Movimiento y cómo busca responder en estos momentos históricos. Margarita trabaja apostólicamente como directora de formación del Colegio Cumbres, en Medellín (Colombia).
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Como consagrada, desde hace casi 15 años, creo que Dios, motivo y fundamento de mi vida consagrada, me invita a preguntarme y a buscar razones y convicciones profundas del por qué estoy en el Regnum Christi a pesar de los pesares y de todo lo que sabemos y conocemos en la actualidad.
El teólogo Josef Ratzinger un día escribió algo similar cuando se preguntó: ¿Por qué permanezco en la Iglesia? Cuestionamiento totalmente válido y muy iluminador para muchos que en algún momento se lo han planteado. Y algo semejante nos podemos preguntar también en el Regnum Christi, aunque naturalmente es sólo una de las muchas formas posibles de vivir la fe católica. Las respuestas, no las tengo todas como si fuera un abanico de posibilidades en un juego de cartas; pero tampoco son respuestas superficiales aprendidas y que se dicen sin pensar… más bien brotan de la oración, de lo más profundo de mi corazón y de una reflexión ante Cristo en el Sagrario.
Creo que
"La Iglesia nos está diciendo que cree en nosotros, en la capacidad para hacer el bien que tenemos y en la existencia de un carisma y de un don de Dios que debemos redescubrir".
el primer motivo por el cual estoy en el Regnum Christi es porque estoy convencida, en mi fe y con una certeza casi palpable (sobre todo después de todos los acontecimientos insólitos y profundamente misteriosos de nuestra historia), que el Movimiento no es una obra humana sino una obra de Dios. Hablamos del Reino de Cristo (Regnum Christi) y él se ha encargado de recordárnoslo. Y es que a Dios le gusta mostrar su fuerza en la debilidad. Sólo esto explica cómo a pesar de tantas equivocaciones, fallas y miserias humanas, el Regnum Christi haya hecho tanto bien a tantas personas. Cada día al salir a mi apostolado en el colegio constato cómo nos siguen necesitando, que seguimos siendo instrumentos del amor de Dios, seguimos trabajando por impregnar de espíritu cristiano las realidades temporales, seguimos buscando ser buen olor de Cristo… a pesar de los pesares, es Cristo quien quiere vivir y actuar en nosotras.
Otro motivo de mi vocación en el Regnum Christi es porque creo –y así lo he constatado–, que la Iglesia, representada por el Papa y por su Delegado Pontificio y sus asesores, nos han acogido con cariño, como una madre abraza a su hijo incluso cuando está enfermo y le brinda los remedios dolorosos y poco agradables para su cura, porque lo ama mucho. La Iglesia nos está diciendo que cree en nosotros, en la capacidad para hacer el bien que tenemos y en la existencia de un carisma y de un don de Dios que debemos redescubrir.
Hace quince años descubrí el llamado de Cristo en mi vida, todo un Dios que sin necesitarme, por pura gratuidad, quiso que fuera suya, no por un tiempo, sino para siempre, en un lugar y en un Movimiento muy concreto.
Este Cristo esposo, a quien amo con totalidad y plenitud y por quien me siento profundamente amada, quien me ha hecho muy feliz, con los acontecimientos que vivimos me comparte su cruz y me invita a una unión más plena con él, no puedo decirle que no. Mi vocación es a una persona y mi fidelidad también a una persona.
Podría citar muchos otros motivos que me unen al Movimiento para trabajar por la Iglesia: la calidad de su gente, los padres legionarios de Cristo a quienes agradecemos y queremos, mis hermanos consagrados que fueron un grato descubrimiento para mí y de mis hermanas consagradas, de quienes no dejo de admirarme cada día, la vivencia de la caridad y el espíritu de familia, la entrega a Dios y a los demás, la buena voluntad y el deseo sincero de buscar aquello que Dios va pidiendo, la pasión por la salvación de las almas, la creatividad, la alegría, la dignidad de cada una siendo testimonio de ser mujeres de Dios en el mundo; en fin, muchas experiencias positivas que me hacen decir: Estoy en el Regnum Christi trabajando para la Iglesia y así soy muy feliz, con esperanza en un futuro renovado, de la mano y caminando con la Iglesia y, por supuesto, en las manos de Dios y de su Madre Santísima.
Que Dios nos bendiga a todos.


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