miércoles, 3 de julio de 2013

El aborto y el matrimonio gay dividen a los europeos.

·         ACEPRENSA

·         19.JUN.2013

Apelar a “lo que piensa la mayoría” se ha convertido en un recurso socorrido para llevar a cabo reformas radicales.
Da la impresión de que, repartido entre muchos, el extremismo se diluye y gana legitimidad.
Pero esta estrategia no ha logrado resolver el desacuerdo social.
Después de años la cuestión del aborto, las bodas gay y la adopción por homosexuales sigue dividiendo a la opinión pública.
Así lo revela una encuesta de la Fundación BBVA realizada en diez países europeos.
La segunda parte de la encuesta Values and Worldviews se basa en entrevistas a 15.000 personas de diez países de Europa: Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República Checa y Suecia.

Se les ha preguntado por su visión sobre la familia, la religión, el trabajo, los estilos de vida…

La primera parte versó sobre opiniones referidas a la política y la economía.

La mayoría de los europeos está en contra del matrimonio gay: el apoyo se limita al 41% frente al 56% en España

Una confusa idea de familia.
Cuando se pide a los encuestados que señalen el grado de importancia que prestan a diversos aspectos, la familia es –junto con la salud– lo más valorado (9 puntos en una escala de 0 a 10).
Le siguen con algo más de 8 puntos los ingresos del hogar, la relación de pareja y los amigos.
El tiempo libre y el trabajo obtienen puntuaciones superiores al 7, mientras que la religión logra un 4,6 y la participación en la vida política un 3,8.
Además, la familia es el grupo en el que más confían los europeos (8,6 puntos).
Le siguen los amigos (7,8), los compañeros de trabajo o estudios (6,5), los vecinos y el jefe o profesor (6,2).
El nivel de confianza de los españoles hacia la familia coincide con la media europea, pero es inferior respecto a los demás grupos.
La mayoría de los europeos considera admisible la cohabitación antes de casarse (media de aceptación de 7,7 en Europa y España), la maternidad o paternidad sin pareja (7 y 7,5) y el divorcio (6,9 y 7,5).
Pero eso no significa que el matrimonio haya perdido su vigencia.
La mayoría de los europeos rechazan la idea de que “el matrimonio sea una institución pasada de moda” (media de acuerdo con esta afirmación de tan solo un 3,8).
Los españoles se sitúan en línea con el promedio europeo.
Aunque 7 de cada 10 españoles dicen pertenecer a una religión, su nivel de religiosidad es bajo.

El matrimonio entre personas del mismo sexo (media de aceptación de 4,6 en el promedio europeo), la adopción por homosexuales (4,3) y la concepción de un niño por parte de estas parejas recurriendo a donantes de semen o de óvulos (4) suscita desaprobación en muchos países, sobre todo en Polonia e Italia.
Dinamarca, Suecia, Holanda y, de forma más atenuada, España consideran admisibles este tipo de prácticas.
El 56% de los españoles cree que es aceptable el matrimonio entre personas del mismo sexo frente al 41% en la media europea, y el 52% considera aceptable la adopción por estas parejas frente al 38% en el conjunto europeo.
El aborto también divide a los europeos.
Es rechazado en Polonia (media de aceptación de 3,6), Italia (4,7) y Alemania (4,7); es aceptado en Suecia (8,2), Dinamarca (8,2), Francia (6,6), Países Bajos (6,4) y República Checa (6); y suscita más desacuerdo en el resto de países, entre los que se encuentra España (5).
La ambigüedad de la eutanasia

En cambio, cuando se pregunta “¿cree usted que es o no aceptable la eutanasia?” la mayoría de ciudadanos en todos los países, salvo Polonia, responde que es admisible (media de aceptación de 6,4 en Europa y España).
La eutanasia fue definida en la encuesta como “prestar ayuda médica a enfermos en la fase terminal de una enfermedad incurable y que han experimentado su voluntad de no seguir viviendo”.
Sobre esto hay que tener en cuenta, como advertía hace poco el Instituto de Encuestas Gallup, que el apoyo a la eutanasia varía según cómo se formule la pregunta.
Los investigadores de Gallup han descubierto que cuando se plantea –como hace la encuesta de la Fundación BBVA– la situación de una persona que tiene una enfermedad incurable y se pregunta: “¿Piensa que la ley debe permitir que el médico ayude al paciente que sufre a poner fin a su vida siempre que él y su familia lo permitan?”, el 70% dice que sí.
En cambio, cuando ante la misma situación se pregunta si la ley debe permitir que un médico ayude a un paciente a cometer suicidio, el apoyo disminuye 20 puntos (cfr. Aceprensa, 5-06-2013).
La realidad social es que hay desacuerdo.
Ante la reforma de la ley del aborto anunciada por el ministro Alberto Ruiz-Gallardón, la izquierda española ha vuelto a desempolvar el viejo cliché de que quienes se oponen a la liberalización lo hacen exclusivamente por motivos religiosos.
Pero esta acusación no concuerda con los datos de la encuesta.
Si bien es cierto que en tanto en Europa como en España el rechazo al aborto es mayor entre los creyentes, hay un porcentaje significativo de no creyentes que también se opone.
Así, en el promedio europeo, la media de aceptación del aborto entre los que declaran pertenecer a alguna religión es de 4,6 frente al 6,6 entre los no creyentes (en España, es de 4,8 frente al 6,8).
El mismo patrón se observa respecto al matrimonio homosexual: en Europa, el nivel de aceptación es de 4 entre los creyentes frente al 6,8 entre los no creyentes; y en España, es de 6,1 entre los creyentes frente al 7,2 entre los no creyentes.
De todos modos, la diferencia entre creyentes y no creyentes resulta algo ficticia si no se mira también el nivel de religiosidad o práctica religiosa.
A la pregunta “independientemente de si se considera o no miembro de una religión, ¿cómo se describiría a sí mismo?”, los encuestados tenían que situarse en una escala de 0 a 10, en la que 0 significa que no son nada religiosos y 10 que son muy religiosos.
Aunque 6 de cada 10 europeos y 7 de cada 10 españoles dicen pertenecer a una religión, su nivel de religiosidad es bajo (media de 4,6 en Europa y de 4,4 en España).
Ya se ve que incluso considerándose creyente el grado de práctica religiosa puede ser bajo y, por tanto, influir poco en la vida.
Debatir sobre el fondo.
Una variante del argumento “es lo que piensa la mayoría” fue utilizada por el Tribunal Constitucional español en su polémica sentencia sobre el matrimonio gay, dictada en noviembre de 2012.
Los jueces de la mayoría consideraron que el hecho de que las bodas entre homosexuales gozasen de “una amplia aceptación social” en España les eximía de un debate más serio.
Su conclusión fue que el matrimonio entre personas del mismo sexo tenía cabida en la Constitución gracias a una “interpretación evolutiva” que permite acomodar el texto constitucional “a las realidades de la vida moderna” (cfr. Aceprensa, 7-11-2012 y 16-11-2012).
Los tres magistrados discrepantes recriminaron a los demás la debilidad de este argumento.
“Precisamente –explicó Ramón Rodríguez Arribas– para evitar que el legislador ordinario, atendiendo al supuesto clamor de la calle, las estadísticas y los estudios de opinión, pueda vulnerar la Constitución, se crearon los tribunales constitucionales”.
Ante cuestiones éticas debatidas hay quien desdeña ciertos puntos de vista porque, a su juicio, se olvidan de la realidad social.
Pero si algo muestra la encuesta de la Fundación BBVA en relación al aborto y el matrimonio gay es que hoy la realidad es el desacuerdo social, y no lo que se presenta como opinión dominante.
Contribuir a esclarecer el fondo de las controversias es precisamente la finalidad de los debates públicos.


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