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lunes, 4 de marzo de 2013

Cónclave para la elección del Papa atmósfera serena constructiva y positiva en la primera congregación de cardenales.


Ciudad del Vaticano, 4 marzo 2013 (VIS).

-El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi S.I., ha informado esta mañana a los periodistas sobre la primera Congregación general del Colegio de Cardenales que ha tenido lugar esta mañana a las 9,30 en el Aula Nueva del Sínodo.

La Congregación ha sido presidida por el cardenal Decano Angelo Sodano, acompañado por el Camarlengo, el cardenal Tarcisio Bertone y por el Secretario del Colegio Cardenalicio, el arzobispo Lorenzo Baldisseri. 

Los miembros del Colegio han ocupado su lugar siguiendo el orden de precedencia: delante los pertenecientes al Orden de los Obispos, después al de los Presbíteros y, en fin, al de los Diáconos. Cada cardenal tiene un sitio asignado para facilitar el desarrollo de las votaciones.

Después de la oración inicial “Veni Sancte Spiritus”, seguida por la plegaria “Adsumus”, ha tomado la palabra el cardenal Decano que, en lengua italiana, ha saludado a los presentes informándoles de los acontecimientos relacionados con la Sede Vacante y del desarrollo de las Congregaciones reguladas por la Constitución apostólica “Universi Dominici Gregis”. 

A continuación, se han facilitado indicaciones técnicas sobre el uso de los micrófonos y de los aparatos para las votaciones. 

En el Aula hay intérpretes para la traducción simultánea en cinco idiomas: italiano, francés, alemán, español, e inglés.

Esta mañana los cardenales presentes eran 142 sobre un total de 207 miembros del Colegio Cardenalicio. 

Por lo tanto, los ausentes eran 65. 

Los cardenales electores eran 103. 

“Faltan todavía -ha dicho Lombardi- doce cardenales electores que llegarán entre esta tarde y mañana, ya que no vendrán ni el cardenal escocés O'Brien ni, por motivos de salud, el cardenal Darmaatmadja de Indonesia”. 

Los cardenales electores son, actualmente, 115.

Los cardenales reunidos han jurado el secreto de las deliberaciones sobre la elección del futuro Papa, después de que el Cardenal Decano del Colegio, Angelo Sodano, ha leído la fórmula común en lengua latina. 

Tras esta lectura, cada cardenal, según el orden de pertenencia (obispos, presbíteros y diáconos), ha pronunciado el juramento frente a un crucifijo y poniendo la mano sobre los Evangelios, lo que ha supuesto el acto más destacado del orden del día.

También se ha procedido al sorteo de los tres cardenales, entre los electores presentes en Roma, que ayudarán al Camarlengo durante los tres primeros días de las Congregaciones, como establece la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”. 

Han resultado elegidos por el Orden de los Obispos el cardenal Giovanni Battista Re.

Por el Orden de los Presbíteros el cardenal Crescenzio Sepe.

Por el Orden de los Diáconos el cardenal Franc Rodé. 

Para el sorteo se extraen de tres bolsas, cada una perteneciente a un orden, los tres primeros nombres. 

El mandato dura tres días, pasados los cuales, es necesario repetir el sorteo.

Está previsto, según la tradición, que el Predicador de la Casa Pontificia, el Padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap, dirija la primera meditación al Colegio de los Cardenales hoy a primera hora de la tarde.

“En el curso de la reunión el Decano Angelo Sodano - ha añadido el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede- ha propuesto a los purpurados que se envíe un mensaje al Pontífice emérito que se redactará en las próximas reuniones”. 

El Padre Lombardi ha comentado también que la atmósfera es muy cordial, y que los cardenales han tenido una pausa de 45 minutos para tomar café e intercambiar opiniones en el Aula Pablo VI.

Desde las 11,45 a las 12, 30 los purpurados han tomado la palabra para abordar, sobre todo, temas relativos a la organización de estos días, en particular del calendario de las Congregaciones. 

Han intervenido 13 cardenales.
“Podría definir este primer encuentro -ha concluido Lombardi- como sereno, constructivo y positivo”.

SEDE VACANTE: EL CAMARLENGO Y LA CÁMARA APOSTÓLICA

Ciudad del Vaticano, 4 de marzo 2012 (VIS).- 

El término "Camera thesauraria" (Cámara del Tesoro), aparece ya en el siglo XI y describe una oficina organizada para administrar las finanzas de la Curia Romana y los bienes temporales de la Santa Sede. 

Actualmente ejerce esa segunda función sólo durante el período de "sede vacante".

En el siglo XII, el encargado de esta oficina se llamaba el "camerarius" o Camarlengo (chambelán), un título que se sigue usando hoy en día. 

Ese mismo siglo vio la incorporación de los cargos de virrey, tesorero y guardián de vestuario en este único departamento. 

En los siglos XIII y XIV adquirió funciones judiciales en materias fiscales así como en ciertos casos penales y civiles.

El Camarlengo de la Santa Iglesia Romana (que se distingue del Camarlengo del Colegio de Cardenales) era con frecuencia un cardenal, pero esto llegó a ser obligatorio sólo en el siglo XV. 

Entonces -como ahora- le asistía un vice Camarlengo, un auditor general y clérigos de cámara (llamados clérigos prelados). 

Hoy también hay un notario.

En los primeros siglos, el Camarlengo, los clérigos individuales y el auditor de cámara habían adquirido competencias específicas y habían presidido tribunales especiales, aunque la "camera plena" funcionaba como una corte colegial. 

Durante todo el siglo XIX la Cámara fue sobre todo un tribunal del estado pontificio. 

Con la Constitución Apostólica "Sapienti consilio" del 29 de junio de 1908, el Papa San Pío X confirmó a la Cámara Apostólica en las funciones de poder temporal que había ejercido en el pasado.

Con la Constitución Apostólica de Pablo VI "Regimini ecclesiae universae" del 15 de agosto de 1967, la Cámara Apostólica, presidida por el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, o si se encuentra impedido, por el Vice-Camarlengo, conserva la función de cuidar y administrar los bienes y los derechos temporales de la Santa Sede durante el período de "sede vacante", es decir, entre el fin del pontificado de un Papa y la elección de su sucesor.

Una nueva confirmación de esos deberes especiales se dio con la Constitución Apostólica de Juan Pablo II "Pastor bonus" de junio de 1988.

Como se puede comprobar en la Constitución Apostólica de Juan Pablo II "Universi dominici gregis" de febrero de 1996, el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y el Penitenciario mayor son los dos únicos jefes de dicasterio de la curia cuyas funciones no cesan durante la "Sede vacante". De hecho, las del Camarlengo aumentan realmente durante este período.

El actual Camarlengo de la Santa Iglesia Romana es el cardenal Tarcisio Bertone, salesiano. 

El purpurado nació el 2 de diciembre de 1934 en Romano Canavese (Italia) y fue ordenado sacerdote en 1960. 

Es Doctor en Derecho Canónico y ha sido Rector Magnífico de la Universidad Pontificia Salesiana (1989). Fue consagrado arzobispo en 1991 (archidiócesis de Vercelli). 

En 1995 el beato Juan Pablo II lo nombra Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo Prefecto es en esa fecha el cardenal Joseph Ratzinger. 

En 2002 es nombrado arzobispo metropolitano de Génova y el 21 de octubre de 2003 el beato Juan Pablo II lo crea cardenal. 

El 22 de junio de 2006 Benedicto XVI lo nombra Secretario de Estado y el 4 de abril de 2007 Camarlengo.

El 1 marzo de 2013 la Cámara apostólica se ha reunido al completo con motivo del inicio de la Sede vacante, tras el cese del ejercicio del ministerio petrino de Su Santidad Benedicto XVI, a partir de las 20,00 del día precedente, 28 de febrero. 

La Cámara Apostólica resulta compuesta por el cardenal Camarlengo Tarcisio Bertone, il Vice Camarlengo, arzobispo Pier Luigi Celata, el Auditor General obispo Giuseppe Sciacca, y los prelados clérigos: monseñor Assunto Scotti, monseñor Paolo Luca Braida, reverendo Philip James Whitmore, reverendo Winfried Konig, monseñor Osvaldo Neves de Almeida, monseñor Krzysztof Józef Nykiel, monseñor Lucio Bonora y monseñor Antonio Lazzaro.

sábado, 9 de febrero de 2013

Fallece a los 100 años el obispo más viejo de China.




(AIN - UCANews)














domingo, 6 de enero de 2013

Testimonio vocacional del Padre Jesús Arnaldo Rodrigues Figueira




Mi futuro tenía que ver con lo que yo traía en las manos.

VENEZUELA | RECURSOS | TESTIMONIOS
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P. Jesús Arnaldo Rodrigues Figueira L.C.
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Tuve la gracia de crecer en el seno de una hermosa familia, en la cual puede respirar desde el inicio el oxígeno de la fe, no sólo con palabras sino con hechos concretos, que fueron siempre ejemplo y motivación para ser generoso con los demás y con Dios. 

Él me había elegido desde la eternidad, la Virgen me protegió en diversas ocasiones y a pesar de que yo tenía otro plan, insistió sin descanso hasta que me diera cuenta de este don, de la llamada, de ese regalo inmerecido, el Sacerdocio.

El ambiente familiar

Nací en Caracas el 4 de Octubre de 1979. Mis padres, de origen portugués, llegaron jóvenes a Venezuela en busca de un mejor futuro. 

Dejaron atrás su tierra y en medio de grandes sacrificios salieron adelante confiando siempre la providencia divina. 

Se conocieron en la parroquia María Auxiliadora durante la fiesta de San Juan Bosco y fue en esta comunidad donde recibí el bautismo y se desarrolló mi vida cristiana.

Para toda vocación es necesario un ambiente propicio que ayude a escuchar la voz de Dios y en mi vida. 

Recuerdo ver a mi madre preocupada por los pobres, donándoles comida y ropa, decorando con cariño el altar de la Iglesia  o arrodillada ante el Sagrario orando. 

A mi papá, organizando la fiesta de la Virgen de Fátima y llevando con fervor la imagen en sus hombros por las calles de la ciudad. 

Mi hermano y mi hermana fueron también buenos ejemplos de bondad, amistad y generosidad, buscando lo mejor para cada miembro de la familia al igual que todos mis primos. 

¡Qué decir de mis abuelos y tíos!, gente de mucha fe con quienes compartíamos el rezo del rosario una vez por semana.

Además de mi familia, fueron de gran apoyo el ejemplo de muchos sacerdotes y religiosas de diversas congregaciones. 

Entre ellos los padres salesianos, en cuyo oratorio aprendí a jugar fútbol en un entorno lleno de valores. 

Aún recuerdo mi primer entrenamiento, llevaba unos calcetines color crema que causaron la burla de todos mis compañeros, eso me sirvió para la humildad y para echar una mirada al escudo del equipo donde se encontraba San Juan Bosco, sencillo y lleno de alegría. 

Su figura no sólo me motivó y acompañó durante los eventos deportivos, sino también en mis lecturas infantiles. 

Tenía unas caricaturas sobre su vida que mi mamá me había regalado y las leía con mucho interés viendo la capacidad que tenía para atraer a jóvenes y niños hacia Cristo.

La primera vez que lo pensé en mis años de colegio

Estudié desde el kínder hasta el bachillerato en el Instituto Eugenia Ravasco. 

Las hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María nos educaron con mucho afecto procurando que creciera en nosotros la fe y el amor a Jesucristo. 

Nos encontrábamos en la capilla del colegio antes de una misa de primer viernes, cuando una religiosa empezó a contar la historia de la fundadora (Beata Eugenia Ravasco). 

Me impresionó 

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escuchar que esta joven, perteneciente a una familia noble de Génova-Italia, hubiese dejado todo cuando sintió en una Iglesia que Dios la llamaba. 

Yo, con 14 años de edad, me pregunté en silencio: 
“¿Y si yo escuchara el llamado de Dios, sería capaz de dejarlo todo para seguirle?” 

No recuerdo haberme respondido en ese instante, pero a partir de aquel día me quedó claro que Dios podría llamarme y que, si fuera el caso, se manifestaría de alguna manera.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Amor de madre cuidó a su hija en coma durante 42 años hasta caer muerta a los pies de su cama.



Grupos proeutanasia dispararon contra su casa

Bill Clinton, Jeb Bush o Neil Diamond visitaron a Edwarda en su domicilio. Para Kaye, el mayor regalo de Dios era poder atenderla.

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Actualizado 28 diciembre 2012
Edwarda O´Bara murió la víspera del Día de Acción de Gracias, tras pasar 42 años en coma por un shock diabético.

Estaba considerada la persona que más tiempo ha estado en esa situación.

Como cuenta en el reportaje que hizo sobre el caso
Wayne Drash para la CNN, ese 21 de noviembre su hermana Colleen la bañó, la peinó y la intubó para alimentarla como había hecho miles de veces antes.

Luego le dio un beso y le dijo que iba a hacerse un café: "Me dedicó la mayor sonrisa que me había ofrecido en toda su vida.

Su rostro resplandecía y sus ojos brillaban".

Justo entonces los cerró para siempre.

Tenía 59 años.

Había nacido en 1953 en el seno de una familia católica formada en 1948 por Joe O´Bara, campeón del peso medio de la Marina durante la Segunda Guerrra Mundial y joven estrella en el equipo de fútbol americano de la Universidad de Pittsburgh, y Kathryn McCloskey, hija del alcalde de Johnstown (Pennsylvania).

"Todo lo que yo quería en la vida era tener dos niñas.

Dios fue muy bueno y me concedió mi deseo", decía Kathryn.

Cuando se instalaron en Florida, Joe empezó a dar clases de gimnasia en un colegio, y Kathryn de matemáticas en el instituto.

La mejor hermana posible

Edwarda fue la primera en venir, antes de Colleen.

Eran muy distintas.

La mayor, tranquila y prudente.

La menor, un terremoto y amante de las emociones fuertes.

Tenían caballos, pero el reparto de tareas lo dice todo sobre el carácter de ambas: "Ella limpiaba los establos y cepillaba los animales y me dejaba a mí toda la diversión", recuerda Colleen.

"Era dulce y cariñosa", continúa, "la hermana más generosa que se podía soñar y mi mejor amiga".

A finales de 1969 a Edwarda le diagnosticaron diabetes.

Eso no le impidió seguir con sus clases y quería estudiar pediatría.

Pero esas navidades cayó enferma de gripe, y una complicación con la insulina que le habían diagnosticado le provocó una fuerte reacción.

El 3 de enero de 1970 su padre se la encontró en su habitación en plena crisis, con las piernas llenas de nódulos.

La promesa: "Nunca te dejaré"

La llevaron inmediatamente al hospital, y el doctor Louis Chaykin, que estaba de guardia, recuerda bien las palabras que Edwarda le dijo a su madre: "Por favor, no me dejes nunca".

 "Nunca te dejaré", fue la respuesta de Kathryn (Kaye, como la llaman en casa).

Al poco tiempo fallaron los pulmones de la niña, los riñones, el corazón... y al cerebro dejaba de llegar oxígeno.

"Trabajamos con ella durante horas", evoca el médico, que tenía entonces 35 años: "Conseguimos revertir muchas de las anormalidades metabólicas, pero el daño en el cerebro era permanente.

Estaba en estado de coma".

Podían haberla llevado a una residencia y la Seguridad Social habría corrido con los gastos: "Pero mamá le había hecho una promesa, y para mis padres, cuando le prometes algo a alguien, lo cumples", dice Colleen.

Así que asumieron los costes y Edwarda, tras unos meses en el hospital, fue a vivir a casa.

Un hogar transformado

Los O´Bara acondicionaron su hogar para mantener cuidada a su hija de la mañana a la noche, con alimentación a intervalos de dos horas, lo que incluía las doce, las dos, las cuatro y las seis de la madrugada.

Siempre a golpe de alarma del reloj.

El doctor Chaykin quiso ayudar y se ofreció a tratarla gratuitamente: "Sabiendo lo que costaba mantenerla, jamás habría aceptado dinero".

Las exigencias del cuidado a Edwarda pasaron factura a sus padres.

Kaye empezó a padecer artritis por los esfuerzos físicos que realizaba.

En 1982 padeció un infarto y estuvo diez días hospitalizada.

Era la primera vez que se separaba de Edwarda desde el shock diabético que la había conducido al coma.

Joe, quien había tenido que simultanear tres trabajos para pagar el cuidado de su hija (desde pintor de brocha gorda a mecánico de motores náuticos), había fallecido en 1976, en cierto modo víctima del estrés, pero feliz de haber tenido a su pequeña en casa todo ese tiempo.

¿Milagros?

Durante los años siguientes el caso de los O´Bara fue adquiriendo notoriedad.

Personalidades como el presidente Bill Clinton, Jeb Bush (gobernador de Florida) o el cantante Neil Diamond visitaron a Edwarda en su casa.

Kaye le escribió a Juan Pablo II y recibió una respuesta de puño y letra del Papa.

Wayne Dyer, célebre autor de libros de autoayuda, escribió un libro (Una promesa es una promesa) sobre el amor incondicional de Katrhyn por Edwarda.

Y como se corrió la voz de que en torno a aquella mujer en coma sucedían milagros, y era conocida la devoción mariana de Kaye, muchas personas cruzaron el globo para tocarla.

El doctor Chaykin ni afirma ni niega, pero dice que algunas de las cosas que vio no admiten explicación médica.

Tres balazos contra Edwarda y su madre

Pero no todo fueron consuelos.

Grupos partidarios de la eutanasia telefonearon en 1981 al domicilio de los O´Bara para instarles a que la dejaran morir.

El 26 de diciembre de ese año, un comunicante anónimo les amenazó con sacarla él mismo de "su miseria".

Horas después la casa era tiroteada, aunque nadie resultó herido con los tres impactos de bala recibidos.

El mismo Chaykin llegó a dudar, sobre todo a raíz de la muerte de Joe y de la difícil situación en la que quedaba la familia, si habría hecho bien conservándola viva.

Pero luego fue cambiando de opinión: "Me quedé impresionado por la dedicación y el amor de su madre.

Con el paso de los años pensé que quizás Dios tenía una razón desconocida para que Edwarda sobreviviese, aunque fuese en coma".

El premio de cuidar a Edwarda

La sensación de "paz y amor" que se percibía en la habitación era consuelo suficiente para las personas que, desde Japón o Australia, acudían a ver a Edwarda y a rezar junto a Kaye.

Porque, para Kathryn, cuidar de su hija era "una bendición de Dios", más que el milagro de la curación de su hija, que siempre esperó, como recuerda Charles Whited, periodista del Miami Herald, quien escribió sobre el caso y a quien Kaye le dirigía cartas de vez en cuando.

"Uno de estos días Edwarda no superará otra infección", le dijo en una de ellas, "pero incluso así me sentiré feliz por haberla podido cuidar y por todo el amor que la gente le ha demostrado".

Las dos palabras de Edwarda

Eso fue en 1982.

En agosto de 1983, Kaye escuchó una pequeña palabra de su hija: "Hey".

Ella estaba con unos amigos en la cocina y se precipitaron en la habitación, donde se la encontraron sonriendo.

Al día siguiente volvió a hacerlo, pero nunca más en los 21 años siguientes, aunque esa sencilla palabra alimentó la ilusión de la familia todo ese tiempo: "Ahora ya nada me puede derrotar.

 Edwarda habló.

Habló realmente", confesaba su madre.

El mensaje que dejó la familia O´Bara

Durante los 38 años que la cuidó, Kaye siempre disfrutó de las visitas a su hija.

"Aquello nunca era un lugar triste", recuerda una de las personas que la frecuentaban: "Siempre te ibas llevándote más claras las prioridades, y lo importante que es la familia".

"Dios me dio fuerzas para cuidar de Edwarda enviándome ángeles de todo tipo: famliares, amigos, extraños que acababan siendo amigos...

Dios me dio el regalo de mantener la alegría y ser capaz de ayudar a otros", reconocía Kaye.

El drama de Edwarda arregló el de Colleen

La madre de Edwarda murió en marzo de 2008, a los 80 años de edad, tras 38 años enteros, día tras día, hora tras hora, consagrados a su hija.

La encontraron en el suelo de la habitación.

Siempre había tenido la duda de qué haría Colleen en ese caso, porque sabía que la hermana pequeña no había terminado de comprender los porqués de esa desgracia, a la que se añadió la muerte de su padre cuando tenía 21 años: "Era mi confidente, mi recurso cuando mi madre estaba atareada con Edwarda".

Colleen se casó en 1974 y tuvo un hijo en 1976, pero en 1980 se divorció.

Entonces se trasladaron, ella y su hijo, a vivir con su madre.

Pero Colleen se metió en el mundo de las drogas, llegando a ser sentenciada a nueve meses de prisión a principios de los noventa.

Pero fue providencial.

"Comprendí que si algo le sucedía a mi madre estando yo entre rejas, nadie cuidaría de Edwarda.

En prisión cambió mi vida.

Comprendí a dónde pertenecía", recuerda ahora Colleen.

Así que buscó trabajo cerca de la casa familiar y empezó a ayudar a Kaye en los cuidados.

Cuando murió la madre, estaba bien preparada.

Aunque padece esclerosis múltiple, dejó su trabajo y se las arregló para atender a Edwarda: "Mi madre se preguntaba si yo sería capaz.

Pero cuando amas a alguien, puedes hacerlo.

Es lo que haces por tu familia".

Y consagró a Edwarda, también día por día, hora por hora, los cinco años que tardó en morir.

La despedida de la Virgen

"Sabía que quería a mi hermana, pero hasta que ha dejado de estar físicamente aquí, no comprendía cuánto me iba a doler.

Siento un agujero en mi estómago, un agujero en mi corazón", dice.

El 28 de noviembre de este año Edwarda recibió sepultura junto a Kaye y Joe.

Al volver del funeral, Colleen entró en la habitación, dolorosamente vacía, que había ocupado durante 42 años su hermana mayor, la dulce y cariñosa niña que cuidaba los establos para que ella sólo se preocupase de montar a caballo.

En la pantalla de la televisión, recuerda, pudo ver durante unos segundos una imagen de la Virgen María.

La compañera invisible de Edwarda y de su madre las había reunido al fin junto a sí en el seno de los justos.




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