Nikolaus Klemeyer, L.C.
Mi nombre es Nikolaus Klemeyer, L.C., nací
en Alemania, tengo 28 años y estoy terminando la licencia en filosofía.
A veces me imaginaba cómo sería si, de una
persona, se hiciera cada día una foto al estilo de pasaporte.
Como bebé, luego como niño, joven, adulto,
anciano…
El cambio de un día a otro no se percibe
ciertamente; de semana a semana a lo mejor, de mes a mes un poco más, de año a
año sí con seguridad.
Es decir, contemplándolo por bloques, uno
se da cuenta de los cambios que hubo en los rasgos de la cara de dicha persona.
Esta forma de ver diversos bloques de la
vida y el salto de uno al otro, siempre me ha ayudado en la vida como
cristiano, como católico, religiosos legionario
de Cristo y, Dios mediante, futuro sacerdote.
En mi caso los extremos, es decir, el
ambiente religioso y cultural en el que nací, y la vivencia actual, son muy
distantes.
El camino de un lado al otro ha sido en
general gradual, pero, aunque parecía lentamente gradual, viéndolo ahora ha
sido a veces una “ascensión” muy fuerte.
De una familia con raíces profundamente
luteranas he llegado a ser religioso en la Legión de Cristo, que ciertamente
tiene una identidad profundamente católica.
¿Cuál ha sido el elemento en la vida que me
ha acompañado de un extremo al otro?
Ciertamente Dios mismo, y así lo
experimento.
Ha sido un camino en crescendo en cuanto plenitud.
El patrimonio espiritual y de gracia de la
Iglesia católica, concretizada en el patrimonio de la Legión que me lo ha
abierto y me ha nutrido con este, es inmenso.
Hay una gran riqueza que uno descubre más
cada día: en la oración, en la liturgia, en las lecturas, en la convivencia...
Y esta riqueza luego desborda en múltiples
formas.
Aquí entra para mí el amor a mi vocación.
Todas las Semanas Santas que he vivido
dentro de la Iglesia Católica las pude vivir en la Legión de Cristo.
Significa que Dios a través de mi familia legionaria me ha introducido en la
plenitud del misterio pascual.
Y es una plenitud inmensa que falta a tanta
gente que conocemos.
Desde esta experiencia del misterio de
Cristo vivida con estos rasgos de nuestro carisma, que son dadas a nosotros sin
que las podemos definir exactamente, se plasma una misión: es compartir la
misma plenitud y experiencia de Cristo con los demás a través de la caridad.
Esto es para mí personalmente el núcleo de
mi vocación religiosa.
Pone en justa luz todos los demás elementos
de nuestra vocación, les embellece y da vida desde dentro: los votos
religiosos, la vida común y fraterna, la exigencia de vida religiosa, el
apostolado concreto, la formación intelectual...
Y me entusiasma también el futuro.
Aunque no sea apodícticamente lógica esta
frase, si Dios ha dado ya tanto, cuánto más dará en el futuro.
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