jueves, 25 de octubre de 2012

Líder sindical cuando la mujer tuvo que compartir la responsabilidad del ingreso familiar.


16.10.12

A las 7:00 PM, por Juanjo Romero 

Categorías : 
Familia, Feminismo


Menuda la que ha montado Elba Esther Gordillo, líder del SNTE, con sus declaraciones sobre el papel de la mujer en la sociedad, la familia y la educación.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (México) es el mayor sindicato de profesores de América.
Desde una perspectiva española tiene una ideología inclasificable.
Prácticamente ha sido correa de transmisión del PRI durante décadas y hoy tiene propuestas que me parecen, cuanto menos, sugerentes.
Así que no voy a meterme en mayores explicaciones.
Son numerosos los pensadores y sociólogos que atribuyen la crisis de la sociedad actual al ataque sistemático a la «mujer», negándole o impidiéndole el desarrollo de su misión fundamental: la maternidad, física o espiritual.
Llegan al extremo de la bioética y feminista radical Anna Smajdor que afirmaba que «el embarazo es una barbarie, una enfermedad tan grave que es comparable al sarampión, que también puede llegar a ser fatal, pero que no dura nueve meses»
Al margen de la trayectoria personal de Gordillo, sobre la que no voy a opinar, es envidiable que una mujer con su proyección social se haya atrevido a salirse del pensamiento políticamente correcto.
No tengo todavía el texto completo de su ponencia, «La formación de valores en el México del siglo XXI», pero lo que ha publicado la prensa de su país es muy interesante.
Algunos párrafos sueltos:
Cuando la mujer tuvo que compartir la responsabilidad del ingreso familiar, no solo impactó en el deterioro individual sino en el de la sociedad toda.
El abandono de la madre en la formación de los hijos, convirtió a las escuelas en guarderías juveniles, a los maestros, en solidarios responsables de la educación, y vació de contenido educativo y de convivencia humana, enormes cantidades del tiempo familiar, el cual fue ocupado por el excesivo consumo de la televisión chatarra y el abusivo uso de instrumentos lúdicos envueltos en ropajes de tecnología, también chatarra.
Cuando la familia dejó de ser el centro de la formación de los valores, éste fue ocupado por otros sistemas de comunicación con otros objetivos.

Ello nos remite a reflexionar lo que implica y seguirá implicando, la desvalorización que la sociedad ha experimentado en las últimas décadas y que hoy se materializa en formas diversas, dramáticas, como son los homicidios múltiples, el incremento en las adicciones, el trágico aumento del número de NiNis o el fracaso del Estado para garantizar la seguridad Junto con muchas otras, una de las instituciones que más se han deteriorado como resultado del agotamiento económico y social que el País ha vivido, está precisamente la más importante y esencial de todas, no sólo frente al reto de convivencia sino ante el ordenado recambio generacional necesario para el País: la familia.
¿Cuándo se socializan los problemas, las aspiraciones y aún los miedos y fracasos de quienes forman la familia?
Porque estamos claros que en los pocos momentos disponibles para ello, es cuando la televisión, con su monótono e insulso ruido, avasalla con el entretenimiento.
Sin familia no habrá comunidad y sin comunidad no habrá respeto, ni tolerancia, ni convivencia posible.
Las críticas de las feministas ha sido implacables: misógina, carca, discriminadora, odiadora de la mujer trabajadora.
No entiendo esas críticas.
Me gusta cómo lo dice Gordillo: «cuando la mujer tuvo que compartir la responsabilidad del ingreso familiar». 
Es difícil no estar de acuerdo. 
Porque la mujer trabaja, ha trabajado siempre y el trabajo en el hogar es digno.
Eso no tiene nada que ver con tener que traer ingresos.
Quizá es hora que se reconozca esa labor.
Además habla de ingresos familiares, por lo tanto está hablando de madres, no de mujeres en genérico.
Y se está limitando a constatar un hecho, muchas madres, si pudiesen elegir, escogerían lo más importante: sus hijos, su hogar.
Decir que eso es machismo es una imbecilidad.
Con algún matiz coincido plenamente con la sindicalista mexicana.
Me parece que también es lúcido el análisis sobre los sustitutos de la mujer en la formación de los hijos, en la familia y en la educación.



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