sábado, 31 de marzo de 2012

El Valle de los Caídos ya está abierto y recobra la normalidad»

«El futuro Museo de Colecciones Reales va bien, tiene 40.000 metros y mi deseo es que abra en 2016»

A.MARTÍNEZ-FORNÉS/L. AYLLÓN / MADRID
Día 12/03/2012

ERNESTO AGUDO

José Rodríguez Spiteri, en su despacho del Palacio Real
José Rodríguez-Spiteri lleva unas pocas semanas al frente de Patrimonio Nacional, a donde llega tras una dilatada carrera diplomática que le ha llevado a ocupar puestos de relieve tanto en la Presidencia del Gobierno como en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ha sido, además, embajador en Portugal y Alemania. En su nuevo cargo gestiona 19 palacios y monasterios, 135.000 obras de arte y 21.00 hectáreas de parques, montes y jardines.

—¿Qué proyectos tiene como presidente de Patrimonio Nacional?

—Mi preocupación fundamental es mantener el actual presupuesto, que es de unos 118 millones de euros tras la reducción. Confiamos en que no haya más reducciones importantes porque estamos en el borde operacional y tenemos compromisos de gasto poderosos como, por ejemplo, lo que afecta al Museo de Colecciones Reales y al necesario mantenimiento del Valle de los Caídos.

—¿En qué situación está el futuro Museo de Colecciones Reales?

—Este proyecto empezó en 1998 y, hasta ahora, ha coleccionado todo tipo de contenciosos. En estos momentos, el proyecto va bien. Tenemos presupuesto para este año y el próximo y confiamos en que a finales de 2013 estén terminadas las fachadas. Ahora tenemos que asegurarnos recursos para 2014.

—¿Cómo será?         

—Es un proyecto fantástico. Cuando esté terminado, Madrid tendrá una infraestructura de museos espectacular. Mi deseo es que esté para 2016. Son más de 40.000 metros cuadrados y la estructura está ya terminada. El museo tendrá cuatro niveles: tapices, obras de arte, carruajes y, en el cuarto nivel, unos almacenes gigantescos para completar los que tenemos aquí (en alusión al Palacio Real).

—¿Y el Valle de los Caídos?

—Desde el punto de vista técnico, hay problemas de mantenimiento de dos tipos. Unos afectan al conjunto de esculturas y otros a la estructura arquitectónica. Los primeros derivan de la degradación de la piedra de Calatrava, del material de relleno del núcleo central y del montaje de las esculturas. La restauración es cara y compleja técnicamente. Ahora estamos valorando qué podemos hacer por fases y la primera fase es «La Piedad».

—¿Y los problemas estructurales?

—En el proceso de construcción del Valle, el asentamiento de la base de la cruz fue muy complejo. Se inyectó hormigón para estabilizarla, ello afectó al sistema de evacuación del agua y se han ido produciendo goteras y humedades. Queremos ver qué nos cuesta sanear los sistemas de evacuación y tratar de contener las goteras.

—¿Qué otros proyectos tiene respecto al Valle?

—Queremos adecentar ciertas áreas que han estado abandonadas estos años y mejorar el cerramiento de la finca, que tiene 1.300 hectáreas. En estos años se ha creado allí una fauna muy protegida (corzos, ciervos, hurones...) y nuestras idea es que en determinadas épocas del año los visitantes tengan acceso a ese espacio natural. Otra idea que tenemos en marcha es que antes de Semana Santa se volverá a abrir el Vía Crucis, que ha estado cerrado por problemas de falta de mantenimiento, desprendimientos, etcétera. En resumen, vamos por fases. Lo podemos llamar una normalización de la situación en el Valle.

Volver a cobrar la entrada

—¿Está abierto al público?


—Ya está abierto al público, pero lo que vamos a hacer es volver a cobrar las entradas. El Valle generaba unos ingresos del orden de un millón de euros al año y no están los tiempos para renunciar a ellos, entre otras cosas, porque esos ingresos nos van a permitir financiar una parte del mantenimiento. En esto estamos en cooordinación con la abadía. Nada de lo que se haga allí se puede hacer sin acuerdo y en buen entendimiento con la comunidad. Ya hemos entrado en una fase de normalidad. Luego hay otras cuestiones político-religiosas. Y, como dijo la vicepresidenta del Gobierno en respuesta a una pregunta parlamentaria, nada se puede abordar sin un amplio consenso. Estamos abiertos a cualquier sugerencia que implique consenso.

—¿Cuándo se empieza a cobrar?

—Se pretende que el Consejo de Administración de Patrimonio Nacional tome la decisión el próximo día 20. Llevaremos una serie de propuestas, de actuaciones de mantenimiento, la renovación de las tarifas y alguna otra cuestión. Una vez que lo haya decidido el Consejo se hará la propuesta y los servicios técnicos montarán todo el tema del taquillaje, etcétera.

—¿Cuánta gente lo visitaba antes?

—Unas 300.000 personas. Era el monumento más visitado después del Palacio Real y el Monasterio de El Escorial, dentro de Patrimonio Nacional y de la Comunidad de Madrid.

—En cuanto a las cuentas del Patrimonio, hay una serie de ingresos importantes…

—Generamos cerca de un 15 por ciento de ingresos, que proceden fundamentalmente de las entradas a los Reales Sitios y de las exposiciones. Algunas generan más recursos que otras. Lo que no podemos hacer ahora es nuevas cosas que impliquen incremento de gasto.
—Hay algún gasto que se vaya a hacer de manera inm
ediata

—Ahora tenemos la necesidad de comprar algunos caballos más para las carrozas de la presentación de credenciales. Un caballo de estos puede costar 10.000 ó 12.000 euros. Cuando se aprueben los Presupuestos Generales del Estado, veremos que márgenes tenemos para actuar.



Si quieres la paz defiende la vida"

Venezuela
Semana por la Vida 2012
CARACAS, lunes 26 marzo 2012 (ZENIT.org).- Con el objetivo de “lograr que la sociedad reconozca y defienda el valor de la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”, se está desarrollando en Venezuela la Semana por la Vida 2012, evento impulsado por el Departamento de Familia e Infancia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV).

La propuesta de la Semana por la Vida 2012 --informa a ZENIT el Departamento de Familia e Infancia de la CEV- en realidad se realiza en el marco del Día del niño por nacer, aunque se ha dejado también en libertad a las distintas diócesis e instancias de Iglesia y de la Sociedad Civil para que la realicen cuando más les convenga.

En esta semana por la vida se quiere que la familia como generadora de vida, promueva la defensa de la vida en todas sus formas y momentos; que los educadores promuevan el respeto y la protección de la vida humana; que los agentes de pastoral y catequistas promuevan a nivel parroquial el valor y protección de la vida humana, así como se pide a la sociedad que tome conciencia de la dignidad de la persona humana y asuma su responsabilidad en su defensa y protección como derecho humano fundamental.

Desde el Departamento de Familia e Infancia de la CEV se han presentado una serie de propuestas que buscan ayudar a organizar la realización de actividades en esta semana por la vida. Por ejemplo a nivel del círculo familiar se invita a que realicen diálogos y encuentros para reflexionar sobre el valor de la vida. A nivel educativo se propone a las instituciones escolares y a los círculos de catequesis parroquial a que adopten espiritualmente a un niño o niña por nacer, y a que elaboren actividades que sensibilicen a los niños en el tema del respeto de la vida humana naciente. Mientras que a nivel de sociedad la invitación es a realizar peregrinaciones, oraciones y foros por la vida en distintos ambientes como parroquias, comunidades, hospitales, cárceles, colegios, universidades, etc.

Quienes estén interesados en conocer más sobre la Semana por la Vida 2012 pueden visitar la página www.pastoralfamiliarvenezuela.org, donde también podrán descargar materiales para la realización de actividades que vayan en defensa de la vida humana.


Benedicto XVI se reúne con Fidel Castro

El Mundo


Imagen del encuentro entre Fidel y el Papa. | Reuters

·         Fidel ha preguntado, entre otras cosas, por el trabajo de un Papa

Irene Hdez. Velasco (Enviada especial) | Efe | La Habana

Actualizado miércoles 28/03/2012 15:34 horas

Las previsiones se han cumplido con total precisión: Benedicto XVI abandonará a las 17.00 hora local (la medianoche en España) Cuba sin haberse reunido con ninguna organización de disidentes, pero sí con Fidel Castro. El esperado encuentro entre el Papa y el líder de la revolución cubana se ha producido esta tarde en La Habana, según ha confirmado el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi.
El encuentro, de unos 30 minutos de duración, se ha producido después de la misa que el Papa ha oficiado ante unas 300.000 personas en la capital cubana y en la que ha arremetido duramente contra los que tratan de imponer su verdad a los demás, en una clara alusión a los regimenes totalitaristas.
Lombardi, el portavoz de la Santa sede, ha indicado que el encuentro entre Benedicto XVI y Fidel castro ha tenido lugar en la nunciatura vaticana en La Habana, que ha sido cordial y que el ex presidente cubano le ha preguntado al Pontífice por cuestiones de liturgia, por el trabajo de un Papa y por cuestiones de actualidad.
La reunión del Papa con Fidel Castro no estaba incluida en el programa del viaje. Pero el Vaticano ya había anunciado que si el ex presidente cubano deseaba ver al Papa, éste estaría disponible. Fidel, sin embargo, ha tratado de hacer ver que era Benedicto XVI el que anhelaba encontrarse con él: "Decidí solicitarle unos minutos de su muy ocupado tiempo cuando conocí por boca de nuestro canciller Bruno Rodríguez que a él le agradaría ese modesto y sencillo contacto", asegura en una carta publicada en el periódico 'Granma'.
Algunos prelados del Vaticano y medios de comunicación italianos han barajado en los últimos días la posibilidad de que Fidel Castro, que en agosto cumplirá 86 años y que de niño fue educado en un colegio jesuita, se esté planteando abandonar su recalcitrante ateísmo para abrazar de nuevo el catolicismo. Fidel, que nunca ha sido excomulgado, podría haber aprovechado el encuentro con Benedicto XVI para informarle de su conversión.
Por el momento no ha trascendido los asuntos que Papa y Fidel Castro podrían haber abordado en su encuentro, que presumiblemente tendría como escenario la sede de la nunciatura vaticana en La Habana.
Segundo Papa al que saluda
El 22 de enero de 1998, Fidel Castro recibió en La Habana a Juan Pablo II, con quien ya se había reunido en el Vaticano el 19 de noviembre de 1996.
Antes de iniciarse la entrevista, Castro le dijo a Juan Pablo II refiriéndose a los fotógrafos y cámaras presentes: "Aquí nos tienen que pagar ellos a nosotros, nos explotan Santidad y no nos pagan", a lo que el Papa contestó: "Sí, no pagan".


viernes, 30 de marzo de 2012

Alegráos siempre en el Señor"

Mensaje de Benedicto XVI para la XXVII Jornada Mundial de la Juventud

CIUDAD DEL VATICANO, martes 27 marzo 2012.-

La Santa Sede ha hecho público este martes el Mensaje de Benedicto XVI para laXXVII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra el próximo Domingo de Ramos. Ofrecemos el texto del Mensaje.
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«¡Alegráos siempre en el Señor!» (Flp 4,4)

Queridos jóvenes:

Me alegro de dirigirme de nuevo a vosotros con ocasión de la XXVII Jornada Mundial de la Juventud. El recuerdo del encuentro de Madrid el pasado mes de agosto sigue muy presente en mi corazón. Ha sido un momento extraordinario de gracia, durante el cual el Señor ha bendecido a los jóvenes allí presentes, venidos del mundo entero. Doy gracias a Dios por los muchos frutos que ha suscitado en aquellas jornadas y que en el futuro seguirán multiplicándose entre los jóvenes y las comunidades a las que pertenecen. Ahora nos estamos dirigiendo ya hacia la próxima cita en Río de Janeiro en el año 2013, que tendrá como tema «¡Id y haced discípulos a todos los pueblos!» (cf. Mt 28,19).

Este año, el tema de la Jornada Mundial de la Juventud nos lo da la exhortación de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses: «¡Alegráos siempre en el Señor!» (4,4). En efecto, La alegría es un elemento central de la experiencia cristiana. También experimentamos en cada Jornada Mundial de la Juventud una alegría intensa, la alegría de la comunión, la alegría de ser cristianos, la alegría de la fe. Esta es una de las características de estos encuentros. Vemos la fuerza atrayente que ella tiene: en un mundo marcado a menudo por la tristeza y la inquietud, la alegría es un testimonio importante de la belleza y fiabilidad de la fe cristiana.

La Iglesia tiene la vocación de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica y duradera, aquella que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén en la noche del nacimiento de Jesús (cf.Lc 2,10). Dios no sólo ha hablado, no sólo ha cumplido signos prodigiosos en la historia de la humanidad, sino que se ha hecho tan cercano que ha llegado a hacerse uno de nosotros, recorriendo las etapas de la vida entera del hombre. En el difícil contexto actual, muchos jóvenes en vuestro entorno tienen una inmensa necesidad de sentir que el mensaje cristiano es un mensaje de alegría y esperanza. Quisiera reflexionar ahora con vosotros sobre esta alegría, sobre los caminos para encontrarla, para que podáis vivirla cada vez con mayor profundidad y ser mensajeros de ella entre los que os rodean.

1. Nuestro corazón está hecho para la alegría

La aspiración a la alegría está grabada en lo más íntimo del ser humano. Más allá de las satisfacciones inmediatas y pasajeras, nuestro corazón busca la alegría profunda, plena y perdurable, que pueda dar «sabor» a la existencia. Y esto vale sobre todo para vosotros, porque la juventud es un período de un continuo descubrimiento de la vida, del mundo, de los demás y de sí mismo. Es un tiempo de apertura hacia el futuro, donde se manifiestan los grandes deseos de felicidad, de amistad, del compartir y de verdad; donde uno es impulsado por ideales y se conciben proyectos.

Cada día el Señor nos ofrece tantas alegrías sencillas: la alegría de vivir, la alegría ante la belleza de la naturaleza, la alegría de un trabajo bien hecho, la alegría del servicio, la alegría del amor sincero y puro. Y si miramos con atención, existen tantos motivos para la alegría: los hermosos momentos de la vida familiar, la amistad compartida, el descubrimiento de las propias capacidades personales y la consecución de buenos resultados, el aprecio que otros nos tienen, la posibilidad de expresarse y sentirse comprendidos, la sensación de ser útiles para el prójimo. Y, además, la adquisición de nuevos conocimientos mediante los estudios, el descubrimiento de nuevas dimensiones a través de viajes y encuentros, la posibilidad de hacer proyectos para el futuro. También pueden producir en nosotros una verdadera alegría la experiencia de leer una obra literaria, de admirar una obra maestra del arte, de escuchar e interpretar la música o ver una película.

Pero cada día hay tantas dificultades con las que nos encontramos en nuestro corazón, tenemos tantas preocupaciones por el futuro, que nos podemos preguntar si la alegría plena y duradera a la cual aspiramos no es quizá una ilusión y una huída de la realidad. Hay muchos jóvenes que se preguntan: ¿es verdaderamente posible hoy en día la alegría plena? Esta búsqueda sigue varios caminos, algunos de los cuales se manifiestan como erróneos, o por lo menos peligrosos. Pero, ¿cómo podemos distinguir las alegrías verdaderamente duraderas de los placeres inmediatos y engañosos? ¿Cómo podemos encontrar en la vida la verdadera alegría, aquella que dura y no nos abandona ni en los momentos más difíciles?

2. Dios es la fuente de la verdadera alegría

En realidad, todas las alegrías auténticas, ya sean las pequeñas del día a día o las grandes de la vida, tienen su origen en Dios, aunque no lo parezca a primera vista, porque Dios es comunión de amor eterno, es alegría infinita que no se encierra en sí misma, sino que se difunde en aquellos que Él ama y que le aman. Dios nos ha creado a su imagen por amor y para derramar sobre nosotros su amor, para colmarnos de su presencia y su gracia. Dios quiere hacernos partícipes de su alegría, divina y eterna, haciendo que descubramos que el valor y el sentido profundo de nuestra vida está en el ser aceptados, acogidos y amados por Él, y no con una acogida frágil como puede ser la humana, sino con una acogida incondicional como lo es la divina: yo soy amado, tengo un puesto en el mundo y en la historia, soy amado personalmente por Dios. Y si Dios me acepta, me ama y estoy seguro de ello, entonces sabré con claridad y certeza que es bueno que yo sea, que exista.

Este amor infinito de Dios para con cada uno de nosotros se manifiesta de modo pleno en Jesucristo. En Él se encuentra la alegría que buscamos. En el Evangelio vemos cómo los hechos que marcan el inicio de la vida de Jesús se caracterizan por la alegría. Cuando el arcángel Gabriel anuncia a la Virgen María que será madre del Salvador, comienza con esta palabra: «¡Alégrate!» (Lc 1,28). En el nacimiento de Jesús, el Ángel del Señor dice a los pastores: «Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). Y los Magos que buscaban al niño, «al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría» (Mt 2,10). El motivo de esta alegría es, por lo tanto, la cercanía de Dios, que se ha hecho uno de nosotros. Esto es lo que san Pablo quiso decir cuando escribía a los cristianos de Filipos: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca» (Flp 4,4-5). La primera causa de nuestra alegría es la cercanía del Señor, que me acoge y me ama.

En efecto, el encuentro con Jesús produce siempre una gran alegría interior. Lo podemos ver en muchos episodios de los Evangelios. Recordemos la visita de Jesús a Zaqueo, un recaudador de impuestos deshonesto, un pecador público, a quien Jesús dice: «Es necesario que hoy me quede en tu casa». Y san Lucas dice que Zaqueo «lo recibió muy contento» (Lc19,5-6). Es la alegría del encuentro con el Señor; es sentir el amor de Dios que puede transformar toda la existencia y traer la salvación. Zaqueo decide cambiar de vida y dar la mitad de sus bienes a los pobres.

En la hora de la pasión de Jesús, este amor se manifiesta con toda su fuerza. Él, en los últimos momentos de su vida terrena, en la cena con sus amigos, dice: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor… Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (Jn 15,9.11). Jesús quiere introducir a sus discípulos y a cada uno de nosotros en la alegría plena, la que Él comparte con el Padre, para que el amor con que el Padre le ama esté en nosotros (cf. Jn 17,26). La alegría cristiana es abrirse a este amor de Dios y pertenecer a Él.

Los Evangelios relatan que María Magdalena y otras mujeres fueron a visitar el sepulcro donde habían puesto a Jesús después de su muerte y recibieron de un Ángel una noticia desconcertante, la de su resurrección. Entonces, así escribe el Evangelista, abandonaron el sepulcro a toda prisa, «llenas de miedo y de alegría», y corrieron a anunciar la feliz noticia a los discípulos. Jesús salió a su encuentro y dijo: «Alegraos» (Mt 28,8-9). Es la alegría de la salvación que se les ofrece: Cristo es el viviente, es el que ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Él está presente en medio de nosotros como el Resucitado, hasta el final de los tiempos (cf. Mt 28,21). El mal no tiene la última palabra sobre nuestra vida, sino que la fe en Cristo Salvador nos dice que el amor de Dios es el que vence.

Esta profunda alegría es fruto del Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios, capaces de vivir y gustar su bondad, de dirigirnos a Él con la expresión «Abba», Padre (cf. Rm 8,15). La alegría es signo de su presencia y su acción en nosotros.

3. Conservar en el corazón la alegría cristiana

Aquí nos preguntamos: ¿Cómo podemos recibir y conservar este don de la alegría profunda, de la alegría espiritual?

Un Salmo dice: «Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón» (Sal 37,4). Jesús explica que «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo» (Mt 13,44). Encontrar y conservar la alegría espiritual surge del encuentro con el Señor, que pide que le sigamos, que nos decidamos con determinación, poniendo toda nuestra confianza en Él. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de arriesgar vuestra vida abriéndola a Jesucristo y su Evangelio; es el camino para tener la paz y la verdadera felicidad dentro de nosotros mismos, es el camino para la verdadera realización de nuestra existencia de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.

Buscar la alegría en el Señor: la alegría es fruto de la fe, es reconocer cada día su presencia, su amistad: «El Señor está cerca» (Flp 4,5); es volver a poner nuestra confianza en Él, es crecer en su conocimiento y en su amor. El «Año de la Fe», que iniciaremos dentro de pocos meses, nos ayudará y estimulará. Queridos amigos, aprended a ver cómo actúa Dios en vuestras vidas, descubridlo oculto en el corazón de los acontecimientos de cada día. Creed que Él es siempre fiel a la alianza que ha sellado con vosotros el día de vuestro Bautismo. Sabed que jamás os abandonará. Dirigid a menudo vuestra mirada hacia Él. En la cruz entregó su vida porque os ama. La contemplación de un amor tan grande da a nuestros corazones una esperanza y una alegría que nada puede destruir. Un cristiano nunca puede estar triste porque ha encontrado a Cristo, que ha dado la vida por él.

Buscar al Señor, encontrarlo, significa también acoger su Palabra, que es alegría para el corazón. El profeta Jeremías escribe: «Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón» (Jr 15,16). Aprended a leer y meditar la Sagrada Escritura; allí encontraréis una respuesta a las preguntas más profundas sobre la verdad que anida en vuestro corazón y vuestra mente. La Palabra de Dios hace que descubramos las maravillas que Dios ha obrado en la historia del hombre y que, llenos de alegría, proclamemos en alabanza y adoración: «Venid, aclamemos al Señor… postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro» (Sal 95,1.6).

La Liturgia en particular, es el lugar por excelencia donde se manifiesta la alegría que la Iglesia recibe del Señor y transmite al mundo. Cada domingo, en la Eucaristía, las comunidades cristianas celebran el Misterio central de la salvación: la muerte y resurrección de Cristo. Este es un momento fundamental para el camino de cada discípulo del Señor, donde se hace presente su sacrificio de amor; es el día en el que encontramos al Cristo Resucitado, escuchamos su Palabra, nos alimentamos de su Cuerpo y su Sangre. Un Salmo afirma: «Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo» (Sal 118,24). En la noche de Pascua, la Iglesia canta el Exultet, expresión de alegría por la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte: «¡Exulte el coro de los ángeles… Goce la tierra inundada de tanta claridad… resuene este templo con las aclamaciones del pueblo en fiesta!». La alegría cristiana nace del saberse amados por un Dios que se ha hecho hombre, que ha dado su vida por nosotros y ha vencido el mal y la muerte; es vivir por amor a él. Santa Teresa del Niño Jesús, joven carmelita, escribió: «Jesús, mi alegría es amarte a ti» (Poesía 45/7).

4. La alegría del amor

Queridos amigos, la alegría está íntimamente unida al amor; ambos son frutos inseparables del Espíritu Santo (cf. Ga 5,23). El amor produce alegría, y la alegría es una forma del amor. La beata Madre Teresa de Calcuta, recordando las palabras de Jesús: «hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35), decía: «La alegría es una red de amor para capturar las almas. Dios ama al que da con alegría. Y quien da con alegría da más». El siervo de Dios Pablo VI escribió: «En el mismo Dios, todo es alegría porque todo es un don» (Ex. ap. Gaudete in Domino, 9 mayo 1975).

Pensando en los diferentes ámbitos de vuestra vida, quisiera deciros que amar significa constancia, fidelidad, tener fe en los compromisos. Y esto, en primer lugar, con las amistades. Nuestros amigos esperan que seamos sinceros, leales, fieles, porque el verdadero amor es perseverante también y sobre todo en las dificultades. Y lo mismo vale para el trabajo, los estudios y los servicios que desempeñáis. La fidelidad y la perseverancia en el bien llevan a la alegría, aunque ésta no sea siempre inmediata.

Para entrar en la alegría del amor, estamos llamados también a ser generosos, a no conformarnos con dar el mínimo, sino a comprometernos a fondo, con una atención especial por los más necesitados. El mundo necesita hombres y mujeres competentes y generosos, que se pongan al servicio del bien común. Esforzaos por estudiar con seriedad; cultivad vuestros talentos y ponedlos desde ahora al servicio del prójimo. Buscad el modo de contribuir, allí donde estéis, a que la sociedad sea más justa y humana. Que toda vuestra vida esté impulsada por el espíritu de servicio, y no por la búsqueda del poder, del éxito material y del dinero.

A propósito de generosidad, tengo que mencionar una alegría especial; es la que se siente cuando se responde a la vocación de entregar toda la vida al Señor. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de la llamada de Cristo a la vida religiosa, monástica, misionera o al sacerdocio. Tened la certeza de que colma de alegría a los que, dedicándole la vida desde esta perspectiva, responden a su invitación a dejar todo para quedarse con Él y dedicarse con todo el corazón al servicio de los demás. Del mismo modo, es grande la alegría que Él regala al hombre y a la mujer que se donan totalmente el uno al otro en el matrimonio para formar una familia y convertirse en signo del amor de Cristo por su Iglesia.

Quisiera mencionar un tercer elemento para entrar en la alegría del amor: hacer que crezca en vuestra vida y en la vida de vuestras comunidades la comunión fraterna. Hay vínculo estrecho entre la comunión y la alegría. No en vano san Pablo escribía su exhortación en plural; es decir, no se dirige a cada uno en singular, sino que afirma: «Alegraos siempre en el Señor» (Flp4,4). Sólo juntos, viviendo en comunión fraterna, podemos experimentar esta alegría. El libro de los Hechos de los Apóstoles describe así la primera comunidad cristiana: «Partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Hch 2,46). Empleaos también vosotros a fondo para que las comunidades cristianas puedan ser lugares privilegiados en que se comparta, se atienda y cuiden unos a otros.

5. La alegría de la conversión

Queridos amigos, para vivir la verdadera alegría también hay que identificar las tentaciones que la alejan. La cultura actual lleva a menudo a buscar metas, realizaciones y placeres inmediatos, favoreciendo más la inconstancia que la perseverancia en el esfuerzo y la fidelidad a los compromisos. Los mensajes que recibís empujar a entrar en la lógica del consumo, prometiendo una felicidad artificial. La experiencia enseña que el poseer no coincide con la alegría. Hay tantas personas que, a pesar de tener bienes materiales en abundancia, a menudo están oprimidas por la desesperación, la tristeza y sienten un vacío en la vida. Para permanecer en la alegría, estamos llamados a vivir en el amor y la verdad, a vivir en Dios.

La voluntad de Dios es que nosotros seamos felices. Por ello nos ha dado las indicaciones concretas para nuestro camino: los Mandamientos. Cumpliéndolos encontramos el camino de la vida y de la felicidad. Aunque a primera vista puedan parecer un conjunto de prohibiciones, casi un obstáculo a la libertad, si los meditamos más atentamente a la luz del Mensaje de Cristo, representan un conjunto de reglas de vida esenciales y valiosas que conducen a una existencia feliz, realizada según el proyecto de Dios. Cuántas veces, en cambio, constatamos que construir ignorando a Dios y su voluntad nos lleva a la desilusión, la tristeza y al sentimiento de derrota. La experiencia del pecado como rechazo a seguirle, como ofensa a su amistad, ensombrece nuestro corazón.

Pero aunque a veces el camino cristiano no es fácil y el compromiso de fidelidad al amor del Señor encuentra obstáculos o registra caídas, Dios, en su misericordia, no nos abandona, sino que nos ofrece siempre la posibilidad de volver a Él, de reconciliarnos con Él, de experimentar la alegría de su amor que perdona y vuelve a acoger.

Queridos jóvenes, ¡recurrid a menudo al Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación! Es el Sacramento de la alegría reencontrada. Pedid al Espíritu Santo la luz para saber reconocer vuestro pecado y la capacidad de pedir perdón a Dios acercándoos a este Sacramento con constancia, serenidad y confianza. El Señor os abrirá siempre sus brazos, os purificará y os llenará de su alegría: habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte (cf. Lc 15,7).

6. La alegría en las pruebas

Al final puede que quede en nuestro corazón la pregunta de si es posible vivir de verdad con alegría incluso en medio de tantas pruebas de la vida, especialmente las más dolorosas y misteriosas; de si seguir al Señor y fiarse de Él da siempre la felicidad.

La respuesta nos la pueden dar algunas experiencias de jóvenes como vosotros que han encontrado precisamente en Cristo la luz que permite dar fuerza y esperanza, también en medio de situaciones muy difíciles. El beato Pier Giorgio Frassati (1901-1925) experimentó tantas pruebas en su breve existencia; una de ellas concernía su vida sentimental, que le había herido profundamente. Precisamente en esta situación, escribió a su hermana: «Tú me preguntas si soy alegre; y ¿cómo no podría serlo? Mientras la fe me de la fuerza estaré siempre alegre. Un católico no puede por menos de ser alegre... El fin para el cual hemos sido creados nos indica el camino que, aunque esté sembrado de espinas, no es un camino triste, es alegre incluso también a través del dolor» (Carta a la hermana Luciana, Turín, 14 febrero 1925). Y el beato Juan Pablo II, al presentarlo como modelo, dijo de él: «Era un joven de una alegría contagiosa, una alegría que superaba también tantas dificultades de su vida» (Discurso a los jóvenes, Turín, 13 abril 1980).

Más cercana a nosotros, la joven Chiara Badano (1971-1990), recientemente beatificada, experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor y estar habitado por la alegría. A la edad de 18 años, en un momento en el que el cáncer le hacía sufrir de modo particular, rezó al Espíritu Santo para que intercediera por los jóvenes de su Movimiento. Además de su curación, pidió a Dios que iluminara con su Espíritu a todos aquellos jóvenes, que les diera la sabiduría y la luz: «Fue un momento de Dios: sufría mucho físicamente, pero el alma cantaba» (Carta a Chiara Lubich, Sassello, 20 de diciembre de 1989). La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás. A menudo repetía: «Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero».

Son dos sencillos testimonios, entre otros muchos, que muestran cómo el cristiano auténtico no está nunca desesperado o triste, incluso ante las pruebas más duras, y muestran que la alegría cristiana no es una huida de la realidad, sino una fuerza sobrenatural para hacer frente y vivir las dificultades cotidianas. Sabemos que Cristo crucificado y resucitado está con nosotros, es el amigo siempre fiel. Cuando participamos en sus sufrimientos, participamos también en su alegría. Con Él y en Él, el sufrimiento se transforma en amor. Y ahí se encuentra la alegría (cf. Col1,24).

7. Testigos de la alegría

Queridos amigos, para concluir quisiera alentaros a ser misioneros de la alegría. No se puede ser feliz si los demás no lo son. Por ello, hay que compartir la alegría. Id a contar a los demás jóvenes vuestra alegría de haber encontrado aquel tesoro precioso que es Jesús mismo. No podemos conservar para nosotros la alegría de la fe; para que ésta pueda permanecer en nosotros, tenemos que transmitirla. San Juan afirma: «Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros… Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo» (1Jn 1,3-4).

A veces se presenta una imagen del Cristianismo como una propuesta de vida que oprime nuestra libertad, que va contra nuestro deseo de felicidad y alegría. Pero esto no corresponde a la verdad. Los cristianos son hombres y mujeres verdaderamente felices, porque saben que nunca están solos, sino que siempre están sostenidos por las manos de Dios. Sobre todo vosotros, jóvenes discípulos de Cristo, tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe. El Evangelio es la «buena noticia» de que Dios nos ama y que cada uno de nosotros es importante para Él. Mostrad al mundo que esto de verdad es así.

Por lo tanto, sed misioneros entusiasmados de la nueva evangelización. Llevad a los que sufren, a los que están buscando, la alegría que Jesús quiere regalar. Llevadla a vuestras familias, a vuestras escuelas y universidades, a vuestros lugares de trabajo y a vuestros grupos de amigos, allí donde vivís. Veréis que es contagiosa. Y recibiréis el ciento por uno: la alegría de la salvación para vosotros mismos, la alegría de ver la Misericordia de Dios que obra en los corazones. En el día de vuestro encuentro definitivo con el Señor, Él podrá deciros: «¡Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu señor!» (Mt 25,21).

Que la Virgen María os acompañe en este camino. Ella acogió al Señor dentro de sí y lo anunció con un canto de alabanza y alegría, el Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1,46-47). María respondió plenamente al amor de Dios dedicando a Él su vida en un servicio humilde y total. Es llamada «causa de nuestra alegría» porque nos ha dado a Jesús. Que Ella os introduzca en aquella alegría que nadie os podrá quitar.

Vaticano, 15 de marzo de 2012

©Librería Editorial Vaticana

Benedicto XVI Me voy colmado de experiencias inolvidables"

Ceremonia de despedida en el aeropuerto de Guanajuato
GUANAJUATO, lunes 26 marzo 2012 (ZENIT.org).- A las 8,10 horas de este lunes 26 de marzo, el papa Benedicto XVI se despidió del Colegio Miraflores de León y se trasladó an auto al aeropuerto internacional de Guanajuato donde, a las 9, tuvo lugar la ceremonia de despedida de México, en presencia del presidente federal, de las autoridades políticas y civiles, de numerosos obispos del país y de un grupo de fieles. Tras el discurso del presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el para pronunció las palabras que publicamos a continuación.

*****
Señor presidente,

Distinguidas autoridades,

Señores cardenales,

Queridos hermanos en el episcopado.

Amigos mexicanos:

Mi breve pero intensa visita a México llega ahora a su fin. Pero no es el fin de mi afecto y cercanía a un país que llevo muy dentro de mí. Me voy colmado de experiencias inolvidables, como inolvidables son tantas atenciones y muestras de afecto recibidas. Agradezco las amables palabras que me ha dirigido el señor presidente, así como lo mucho que las autoridades han hecho por este entrañable viaje. Y doy las gracias de todo corazón a cuantos han facilitado o colaborado para que, tanto en los aspectos destacados como en los más pequeños detalles, los actos de estas jornadas se hayan desarrollado felizmente. Pido al Señor que tantos esfuerzos no hayan sido vanos, y que con su ayuda produzcan frutos abundantes y duraderos en la vida de fe, esperanza y caridad de León y Guanajuato, de México y de los países hermanos de Latinoamérica y el Caribe.

Ante la fe en Jesucristo que he sentido vibrar en los corazones, y la devoción entrañable a su Madre, invocada aquí con títulos tan hermosos como el de Guadalupe y la Luz, que he visto reflejada en los rostros, deseo reiterar con energía y claridad un llamado al pueblo mexicano a ser fiel a sí mismo y a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro.

También he sido testigo de gestos de preocupación por diversos aspectos de la vida en este amado país, unos de más reciente relieve y otros que provienen de más atrás, y que tantos desgarros siguen causando. Los llevo igualmente conmigo, compartiendo tanto las alegrías como el dolor de mis hermanos mexicanos, para ponerlos en oración al pie de la cruz, en el corazón de Cristo, del que mana el agua y la sangre redentora.

En estas circunstancias, aliento ardientemente a los católicos mexicanos, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder a la mentalidad utilitarista, que termina siempre sacrificando a los más débiles e indefensos. Los invito a un esfuerzo solidario, que permita a la sociedad renovarse desde sus fundamentos para alcanzar una vida digna, justa y en paz para todos. Para los católicos, esta contribución al bien común es también una exigencia de esa dimensión esencial del evangelio que es la promoción humana, y una expresión altísima de la caridad. Por eso, la Iglesia exhorta a todos sus fieles a ser también buenos ciudadanos, conscientes de su responsabilidad de preocuparse por el bien de los demás, de todos, tanto en la esfera personal como en los diversos sectores de la sociedad.

Queridos amigos mexicanos, les digo ¡adiós!, en el sentido de la bella expresión tradicional hispánica: ¡Queden con Dios! Sí, adiós; hasta siempre en el amor de Cristo, en el que todos nos encontramos y nos encontraremos. Que el Señor les bendiga y María Santísima les proteja. Muchas gracias.

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Pasa en el Senado reforma religiosa

Milenio

Política • 28 Marzo 2012 - 12:52pm — Angélica Mercado

El Pleno aprobó las reformas al artículo 40 que definen a México como una “república laica”. La izquierda dijo que se aprueba a cambio de que pasen también las reformas al artículo 24.

Ciudad de México • Con mayoría calificada de 97 votos a favor, tres en contra y una abstención, el Senado aprobó las reformas al artículo 40 que definen a México como una “república laica”, tras un debate donde la izquierda acusó que se aprueba a cambio de que pasen también las reformas al artículo 24, que refrenda la libertad religiosa.

Las reformas al artículo 40 se enviaron a los congresos de los
 estados para ser discutidos y concluir el proceso del Constituyente Permanente, y quedó en los siguientes términos:

“Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.

En el dictamen se afirma que la minuta remitida por los diputados para incluir la declaratoria de laico, en el artículo 40 de la Constitución que define las características esenciales del Estado Mexicano, “armoniza perfectamente con las disposiciones constitucionales citadas y reafirma la ya larga separación de la Iglesia y el Estado que ha caracterizado a nuestro país”.

Los senadores comparten los considerandos de los diputados de que ineludible elevar a rango constitucional el carácter laico del Estado mexicano “ya que incorporar el principio de laicidad del Estado en el artículo 40 constitucional implicaría el reconocimiento de que todos los seres humanos tienen derecho a la libertad de conciencia, el de adherirse a cualquier religión o a cualquier corriente filosófica y su práctica individual o colectiva”.

A decir de los senadores, se evitará con ello, que los valores o intereses religiosos se erijan en parámetros para medir la legitimidad o justicia de las normas y actos de los poderes públicos, lo cual veda cualquier tipo de confusión entre funciones religiosas y funciones estatales, de ahí que en los debates que se susciten en los órganos del Estado deba prevalecer como guía de las discusiones, el principio de laicidad.

De igual forma en el dictamen se coincide que “en México debe existir y consolidarse el principio de laicidad, cuyo contenido ampliaría el horizonte de respeto a la pluralidad de expresiones religiosas, lográndose con ello un clima de paz y tolerancia, objetivos que deben ser primordiales para el Estado. La ética que debe regir la vida pública, empieza por la consolidación del principio de laicidad en nuestro”.

Al fijar la postura de las comisiones, el priista Melquiades Morales, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, sostuvo que laicidad no significa de ninguna manera confrontación o negación de una religión.

“Significa tolerancia y libertad amplia de creer y de pensar. Significa que todas las iglesias, sea cual fuere el número de fieles, tienen las mismas consideraciones y todas son iguales frente a la ley al Estado. Significa que el Estado laico se caracteriza por la neutralidad del poder político, con relación a la profesión de cultos religiosos y a las ideas, convicciones y principios de orden ético que cada persona profeses en su ámbito interno”.

Hizo notar que el Estado sólo sancionar conductas contrarias a los ordenamientos legales y no a formas de pensar.

En tribuna, el perredista Pablo Gómez acusó que a modo de “cambalache” se pretende aprobar esta reforma, para que después se vote el artículo 24.

La senadora priista María de los Ángeles Morenos criticó que en la reciente visita del papa Benedicto XVI, el presidente Felipe Calderón haya recibido al Sumo Pontífice como jefe de Estado aunque él venía en visita pastoral y ello se evidenció cuando el presidente de la República participó activamente en los actos masivos e inclusive recibió la comunión.

En su turno, el panista Alejandro Zapata defendió el dictamen, al igual que el ecologista René Arce, quien hizo notar que desde hace 155 años no se modificaba.


jueves, 29 de marzo de 2012

Fidel Castro a Benedicto XVI Qué hace un Papa?»

El líder cubano preguntó al Pontífice por los cambios en la liturgia, por su oficio de Papa y la multiplicidad de religiones

jUAN vICENTE BOO / enviado especial a la habana

Día 29/03/2012 - 10.58h

alex castro
Fidel Castro llegó a la cita con Benedicto XVI con bufanda y chaqueta, pese a las altas temperaturas de la isla
Cuando Benedicto XVI concluyó la misa en la Plaza de la Revolución y recibió el saludo de Raúl Castro, quien había asistido a la ceremonia con una elegante guayabera, el único gran acontecimiento restante pasaba a ser el encuentro con Fidel. Y finalmente tuvo lugar, con gran artificio publicitario por parte de Fidel Castro, que anunció la reunión, la víspera, a través de la web Cubadebate. «Soy viejo, pero puedo cumplir mis deberes», comentó con buen humor el Papa a Fidel Castro —un año mayor que él— cuando ambos abordaron el tema de la edad durante su encuentro cordial y distendido en la Nunciatura de La Habana. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi manifestó que el encuentro duró cerca de 30 minutos, tuvo lugar con intérpretes y ha sido grabado en vídeo.
El líder cubano, visiblemente demacrado y muy abrigado pese a las elevadas temperaturas de la isla, llegó a la Nunciatura en un Mercedes verde, rodeado de grandes medidas de seguridad.
Castro fue recibido a su llegada por el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, a quien comentó su alegría por las beatificaciones de Madre Teresa de Calcuta y Juan Pablo II, «dos personas que hicieron mucho bien a Cuba, sobre todo Madre Teresa». A varias personas les llamó la atención el aspecto envejecido del líder cubano.
Transmitiendo comentarios del Papa, el portavoz del Vaticano añadió que el diálogo fue muy intenso y respondió en buena parte a preocupaciones de Fidel Castro por los grandes problemas, «ahora que lleva una vida de reflexión y escritura sobre el mundo de hoy». Castro preguntó por los cambios en la liturgia de la Iglesia católica, distinta a la que conoció en su infancia, así como por su oficio de Papa. ¿Qué hace un Papa?, le preguntó. Esta pregunta le dio a Benedicto XVI la ocasión de explicar el sentido de sus viajes y el servicio a la Iglesia universal.

Los grandes problemas de la humanidad

Finalmente, Castro abordó también grandes problemas de la humanidad y la multiplicidad de religiones. El Papa comentó en este punto el problema de la ausencia de Dios en muchas sociedades, así como la necesidad de armonía entre fe y razón, así como entre libertad y responsabilidad.
Al final, el líder de la Revolución cubana le pidió que le enviase libros que considerase útiles sobre los temas que habían tratado. Benedicto XVI comentó al portavoz del Vaticano que tiene que hacer la lista con calma. Concluido el encuentro privado, cuya duración máxima se había establecido de antemano en media hora, Castro presentó al Papa a algunos miembros de su familia.

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