La Stampa
03/ 5/2012
Elecciones rusas
El tercer mandato de Putin y las relaciones con la Iglesia ortodoxa
Giacomo Galeazzi
Ciudad del Vaticano
Después de la victoria electoral, la cúpula de los ortodoxos se encomiendan al “zar”. Durante este tercer mandato de Putin, la Iglesia ortodoxa se propone para “otorgar” sentido religioso al Kremlin.
En particular, el liderazgo de la ortodoxia rusa se propone «cristianizar» al ejecutivo, orientando en clave nacionalista los temas éticos y sociales. «Hay que contener la inmigración ilegal con reglas más severas», exhortó el Departamento del Patriarcado para las relaciones con la sociedad: «Lo quiere la mayoría de los rusos».
Putin garantizó inmediatamente la introducción de exámenes de lengua, historia y derecho para obtener un permiso migratorio.
Aprovechando la «identidad nacional y religiosa», ha diseñado reglas más severas en materia migratoria y de procedimientos penales para quien violen las leyes.
El Patriarcado de Moscú, a cambio de apoyo electoral, envió a Putin una lista de peticiones para «mantener a Rusia cristiana» y para «proseguir en la vía de un desarrollo pacífico». Putin y el patriarca Kirill comparten la idea de una Rusia mono-étnica y mono-religiosa.
La Iglesia ortodoxa confía en Putin para que Rusia se mantenga ortodoxa, identitaria y nacionalista. Además, el arzobispo Hilarion de Volokolamsk, responsable del Departmaneto para las relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú, habló con el presidente de la persecución de los cristianos en países como Irak, Egipto, Paquistán e India.
El exponente ortodoxo pidió a Putin, después de la victoria electoral, que transforme el tema en una de las prioridades de su mandato.
Ayer, el patriarca de la Iglesia ortodoxa, Kirill, votó en Moscú en las elecciones presidenciales y declaró que «nuestra patria debe proseguir si desarrollo pacífico, calmo, determinado y progresivo en el campo espiritual y material al dinal de las elecciones». Un deseo que suena a llamado para evitar choques y violencia en las manifestaciones que anunciaron los opositores de Putin.
A poco tiempo del voto, la Iglesia ortodoxa rusa había reivindicado su derecho a intervenir durante la campaña electoral para las elecciones presidenciales, que se traduce en el apoyo del Patriarca Kirill a Vladimir Putin.
«Sería raro que el Patriarca y los demás exponentes de la Ilgesia permanecieran en silencio y dejaran de dar a conocer su opinión sobre la situación», declaró el portavoz, Vsevolod Chaplin, al responder a los que, en los blogs y en las redes sociales, acusaron a Kirill de haberse mostrado demasiado a favor de Putin, a quien recibió cuando era candidato a la presidencia hace algunas semanas. Kiril, en aquella ocasión, había subrayado el importante papel de Putin para superar la crisis de los años noventa, comparándola con la situación después de la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, la esposa de Putin (que había desaparecido por un poco del escenario público y sobre la que corría el rumor de que se habís refudiado en un monasterio) se materializó ayer por sorpresa al lado del marido para votar en las elecciones.
Liudmila había aparecido solo en dos pías coasiones en compañía de Putin: en febrero de 2009, para la toma de posesión del nuevo Patriarca Kirill y en mayo del mismo año para felicitar por su santo al líder de la Iglesia ortodoxa rusa. Después había aparecido para el censo, después de que los titulares de los Estados Unidos hubieran dado la noticia de que la campeona olímpica de gimnasia rítmica Alina Kabaieva había dado a luz a un hijo de Putin. Pocos días después del primer voto, el primer ministro Ruso Putin aprobó el decreto que marca el regreso de la enseñanza de la religión en todas las escuelas del país.
Después de la experiencia «positiva» de un programa piloto de 2009 en las escuelas secundarias, la materia se convertiría en una obligación a partir del año escolar sucesivo, como indicó AsiaNews.
Los alumnos de las escuelas primarias y secundarias deberán inscribirse a cursos generales sobre los «fundamentos de la cultura religiosa», «fundamentos de ética pública» o, como opción, un curso sobre una de las cuatro religiones que se consideran tradicionales, es decir el cristianismo ortodoxo, el islam, el hebraísmo o el budismo.
La iniciativa, apoyada con vigor por la cada vez más influyente Iglesia ortodoxa rusa, ha suscitado reacciones negativas y críticas. «Creo que no está bien dividir a los niños según la fe religiosa, podría causar muchos problemas», comentó a AsiaNews Ivar Maskurov, un experto de religiones.
Otras voces críticas han indicado la falta de enseñanzas calificadas y de libros de texto adecuados, como admitió, por lo demás, la responsable del ministerio de la Instrucción para la enseñanza de la religión, Elena Romanova. Por orden del primer ministro, el ministerio habría comenzado cursos de capacitación para la formación de los enseñantes.
Los cursos «deberían ser impartidos por personas bien preparadas, profesores de teología o sacerdotes», dijo Putin el miércoles pasado durante un encuentro con representantes de las confesiones “tradicionales” de Rusia.
El programa piloto ha involucrado a medio millón de niños y estudiantes, 20.000 profesores y 30.000 institutos escolares. Putin también tocó el tema de las interferencias gobernativas: «no pretendemos interferir en las actividades de las organizaciones religiosas».
«El estado no lo hará en ninguno de los casos», aseguró el primer ministro y ex agente de los servicios secretos de la Kgb. «Esto vale para la organización en el interior de nuestras comunidades religiosas», indicó Putin, quien considera que los institutos de educación religiosos deben tener los mismos derechos que las escuelas públicas, incluso el acceso al presupuesto del gobierno. Lo mismo con los salarios de los profesores.
La «bendición» para Putin de parte de la Iglesia ortodoxa ha logrado contener la pérdita de votos en un país que no ha visto muy bien la alternancia de papeles con Medvedev.
Manifestaciones en las calles, complacencia de las cúpulas ortodoxas.
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