El filósofo francés y miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética André Comte-Sponville, en el marco del Congreso Jesús, nuestro contemporáneo, ha escrito en Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana:
Durante mi juventud, frecuenté mucho el Evangelio: Jesús era mi maestro y amigo más cercano, más conmovedor, más fraternal que el Dios Padre y trascendente. Luego, a los 18 años, perdí la fe, y sólo de vez en cuando volví a leer algo del Nuevo Testamento. Pero hace algunos años releí los cuatro evangelios por orden, y eso me permitió medir hasta qué punto me había alejado de su contenido propiamente religioso y, por el contrario, cuánto seguía afectándome su contenido moral y humano.
Yo, no creyente, nunca podré hablar mal de aquel Hombre, Jesús; su mensaje se dirige a los corazones más que a las inteligencias, y tanto mejor así.
Sigo convencido de que es un gran maestro de vida, uno de los más grandes. Su mensaje esencial es de amor. Lo que antes se hacía por obediencia o por temor (cumplir la ley), Jesús nos pide hacerlo por amor, o dicho de otra manera: libre y gozosamente, por eso su mensaje es liberador sin dejar por ello de ser fiel. Jesús no nos enseñó a amar el poder, sino el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario