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08 de diciembre del 2011
A partir de la primavera será posible visitar la necrópolis de la "Via Triumphalis", según anuncia "L'Osservatore Romano". Al lado del parque vaticano, abrirá sus puertas un sitio arqueológico de enorme valor histórico.
Las excavaciones han hecho surgir cuarenta estructuras sepulcrales y más de 200 tumbas individuales que, desde el final del siglo I y todo el siglo II de la era cristiana, se acumularon y, en parte, se superpusieron. A partir de la estratigrafía, refiere el periódico del Vaticano, se deduce que hacia mediados del siglo II este terreno fue cubierto por una capa de lodo que selló las primeras sepulturas, sobre la que fueron realizadas las nuevas.
«Las tumbas estaban concentradas en pequeñas islas diferentes, esparcidas desde la colina hacia el valle, entretejidas entre ellas por senderos irregulares que desembocaban en la vía Triumphalis –especifica "L'Osservatore Romano".
Las sepulturas individuales, más comunes, que pertenecían sobre todo a las clases sociales medio-bajas, contienen ollas de cerámica con los restos de la cremación directamente colocados en la tierra a casi un metro de profundidad. De ellas salen pequeños tubos de arcilla, semejantes a chimeneas, que se usaban para introducir las ofrendas alimenticias durante el rito de las libaciones».
En el trecho que dividía en dos partes la necrópolis fue encontrado un "ustrinum", o sea la plataforma en la que se llevaba a cabo la cremación, caracterizado por estratos superpuestos de arcilla y depósitos de tierra con fragmentos de carbón, piñones y piñas quemadas, que se usaban para encender la pira funeraria. Sobre el ustrinum se encontraron fosas simples, excavadas en el terreno, para algunas sepulturas.
Entre los descubrimientos más sorprendentes está el de una pequeña estatua de mármol que representa un "servus lanternarius", un sujeto escultórico bastante raro cuyo uso era hasta ahora desconocido. Así como este esclavo debía esperar en la puerta de la casa a que su dueño regresara por la noche, se ha propuesto una representación del mismo como protector de las sepulturas e incluso como el encargado de iluminar idealmente el oscuro trayecto hacia la última morada. Pero el verdadero "scoop" de estas excavasiones interesantísimas es el descubrimiento de las tumbas de dos artistas. Una la dedicó la mujer del escultor Tiberius Claudius Thesmus a si difunto esposo (primera mitad del siglo I), que está representado mientras esculpe un busto en compañía de su perro; la otra dedicada (de nuevo por la esposa) al escenógrafo Alcimus.
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