Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, Doha.| A. Figueras
Amanda Figueras (Enviada especial) | Doha
Actualizado domingo 25/12/2011 18:48 horas
En las calles céntricas de Doha los árboles están iluminados. Las bombillas anaranjadas confieren a la ciudad un aspecto cuasi navideño. En realidad, fueron colocadas para la gran fiesta del Día Nacional de Qatar, el pasado 18 de diciembre, pero siguen brillando, dando 'calor' a los miles de cristianos que viven en allí.
Ellos son sólo una pequeña parte de todos los que se encuentran en los diversos países musulmanes del mundo, en los que la libertad para practicar su religión a menudo se pone en entredicho.
Aparte de polémicas y denuncias, y de la condena al escaso papel público que esta minoría suele poder jugar en los países islámicos, los cristianos árabes y los expatriados se unen para rememorar los tiempos en los que Dios se hizo hombre.
Un gran conocedor de cómo lo viven en la zona del Golfo Pérsico es el padre Peter, originario del sur de La India. Desde hace dos años es el responsable de la iglesia de Qatar, donde llegó tras ejercer otros 12 en el vecino Dubai. Afirma que "no hay problemas" y dice estar satisfecho con cómo el Gobierno "les protege".
El dinero, desde luego, no es problema. La iglesia que dirige, Nuestra Señora del Rosario, está en pleno proceso de expansión. Antes de esta gran obra, según explica el religioso, había un templo en el centro de la ciudad. Los habitantes capitalinos suelen justificar el traslado del centro del culto debido, sobre todo, a la falta de aparcamientos en su primera localización. Lo cierto es que la nueva iglesia está en medio de la nada, en una extensa llanura.
"No estamos tan lejos, ahora están haciendo en esta zona colegios y zonas residenciales", afirma el párroco, contento por los medios puestos a su disposición. La diversidad del público al que se dirigen es uno de los motivos. A la iglesia acuden creyentes de países -y con idiomas- tan diversos como: Filipinas, La India, Sri Lanka, Líbano, Italia, Francia, España, Indonesia, Pakistán o Corea del Sur -enumera el párroco-.
El edificio se encuentra en un terreno cedido por el emir Hamad bin Jalifa Al Thani y tiene capacidad en su interior para 3.000 personas. Llama la atención su planta, circular, y la ausencia de cruces en el exterior. Por dentro el templo es austero. Las paredes azul claro hacen destacar algo más las escasas imágenes.
El 'padre Peter' reconoce que el crecimiento o no de los feligreses en su iglesia depende de cuántos permisos de trabajo se concedan. Doha, según su censo de 2007, tiene una población de 358.100 habitantes. En el país, según información de la ONU de 2010, hay 1.508.000 habitantes, de los que el 92,4% son musulmanes y el 3,9% cristianos. No obstante, sólo alrededor del 20% tiene la nacionalidad qatarí.
Un día antes de Nochebuena, el religioso describe todas las actividades navideñas programadas. Sobre los españoles, los contabiliza en alrededor de 200, y subraya que hay otros tantos hispanohablantes entre los asiduos.
"Doha brilla, aparte de por las decenas de rascacielos iluminados que acompañan la orilla del mar, por el espíritu navideño de quienes la celebran", dice de manera poética un residente en la ciudad.
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