22/02/2013 - Familia
Ni existen las píldoras del día
después sin efecto abortivo, ni la industria está interesada en ellas; los obispos
confunden y llaman al "cisma".
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P. J. G
La doctora Rachel Gürber, presidenta
de la Asociación Nacional Católica de Médicos de Suiza, y el doctor Bernhard
Gappmaier, presidente de la Acción Europea de Médicos, escribieron ya el pasado
día 16 una carta dirigida a los obispos alemanes y a diversas
instancias vaticanas expresando su "gran preocupación" por
las declaraciones tanto del cardenal Joachim Meisner como por las notas de la
oficina de prensa del arzobispado de Colonia respecto a la "píldora del
día después".
Los obispos alemanes parecen estar
aceptando el uso de la "píldora del día después" en casos de
violación, para que no llegue a concebirse un ser humano tras esa violación;
los obispos hacen alusión a "nuevos fármacos" que serían sólo
anticonceptivos, no abortivos.
El caso es que esas
"píldoras del día después sin efecto abortivo" NO EXISTEN. Y de
hecho, los fabricantes no están interesados en ellas ni las están buscando.
En la carta, los dos dirigentes
médicos recuerdan los principios de funcionamiento de los fármacos llamados
"del día después", incluyendo los más modernos, como el
Acetato de ulipristal: todos ellos no sólo pretenden un efecto anticonceptivo,
sino también un efecto abortivo, puesto que modifican el endometrio
para impedir que anide el embrión humano (caso de engendrarse uno).
La carta incluye declaraciones de
profesionales del sector de la anticoncepción de urgencia que insisten en que
el futuro de estos fármacos pasa por "cubrir toda la ventana de la
fertilidad, y eso incluye modificar el endometrio"; los fabricantes
explícitamente buscan productos pre- o post-coitales que afecten al endometrio
de la mujer (y así tengan un efecto abortivo sobre el embrión, al impedir su
anidación).
La nota se remite a diversos análisis
de la Academia Pontifica de la Vida y de cursos de bioética de la Universidad
Pontificia Regina Apostolorum (del profesor Joseph Tham) para desmantelar
cualquier argumentación basada en un posible "doble efecto" (argumentar,
por ejemplo, que "no se toma la píldora buscando activamente dañar al
embrión, sino solo buscando un efecto anticonceptivo", no es justificable,
porque el mero riesgo de que pueda dañarse a un embrión ya hace moralmente
reprobable la práctica).
Las asociaciones médicas lamentan el
uso "a nuestro juicio apresurado" de datos científicos mal
entendidos por parte de los obispos para relajar la enseñanza moral e
incluso temen que pueda provocar "un cisma interno" a causa del
activismo de la "iglesia progresista".
Los firmantes piden que se
revise la posición episcopal y que trabajen de forma unida a los
médicos católicos para lograr una "aclaración exhaustiva de los
hechos de este asunto".
LA ATENCIÓN A LA MUJER VIOLADA
Por su parte, el doctor Josep Maria
Simón Castellví, presidente de la Federación Internacional de Médicos
Católicos, ha querido recordar de forma ágil la enseñanza ética y cristiana
respecto a este tema, con la siguiente argumentación que recogemos debajo:
En Moral Médica debemos tener siempre
presente 4 puntos:
1.- Hacer el bien.
2.- Evitar el mal.
3.- Nunca hacer un mal para perseguir un bien.
4.- Minimizar los efectos secundarios de nuestras decisiones (y muchas veces también las de los demás).
En los casos de violación, estos
puntos se podrían concretar en:
1.- Ayuda espiritual, psicológica y
médica (lavado vaginal, antibióticos de amplio espectro, estudio del violador,
análisis de sangre para conocer el estado de fertilidad de la mujer, etc.)
2.- Nunca administrar un fármaco abortivo o provocar un aborto.
3.- No se puede administrar un fármaco con probabilidades altas de ser antiimplantatorio (píldora del día siguiente, ulipristal, etc.) para evitar un embarazo forzado.
4.- No se puede utilizar un antiimplantatorio pues el efecto secundario de destruir un embrión humano es demasiado grande.
Además, no se puede utilizar un
anovulatorio para combatir una afección como el acné deseando que actúe también
como inhibidor de la ovulación (abuso del principio del doble efecto).
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