La alcaldesa
Ana Botella afirma que«en aquellos días Madrid fue una ciudad alegre y se
olvidaron los problemas»
JUAN VICENTE BOO / CORRESPONSAL EN EL
VATICANO
Día 03/04/2012
Benedicto XVI se emocionó ayer recordando los días
mágicos de la JMJ de Madrid durante la audiencia en que el cardenal Antonio
María Rouco Varela, los obispos auxiliares, la alcaldesa Ana Botella y cuatro
mil jóvenes participantes le agradecieron su presencia en la capital española
en agosto del 2011. Al término del encuentro, Ana Botella comentaba que «en
aquellos días Madrid fue una ciudad alegre en la que se olvidaron los
problemas».
El Papa entró sonriendo en el aula Pablo VI, donde fue
recibido con las notas vibrantes del himno «Firmes en la Fe», interpretado por
el Coro y la Orquesta de la JMJ, junto con los gritos rítmicos de
«Be-ne-dic-to».
El cardenal Rouco Varela le aseguró que «nunca
olvidaremos su generosa entrega, llena de afable cercanía, de gestos elocuentes
de Padre y Pastor Supremo, así como su cálido y profundo magisterio del que
continuamente sacamos luz, fuerza y sabiduría para el trabajo evangelizador con
los jóvenes: ¡Gracias, Santo Padre!».
Benedicto XVI saludó con gran afecto a los jóvenes, «que
son los protagonistas y principales destinatarios de esta iniciativa pastoral
impulsada vigorosamente por el beato Juan Pablo II, del que hoy recordamos su
tránsito al cielo» pues era, efectivamente, el séptimo aniversario.
El Papa comentó a los jóvenes que «aquel espléndido
encuentro en Madrid sólo puede entenderse a la luz de la presencia del Espíritu
Santo en la Iglesia» que «continuamente nos saca a la plaza pública de la
historia, como en Pentecostés, para dar testimonio de las maravillas de Dios».
El Santo Padre les invitó a entregarse a esa tarea «sin
reservas» incluso cuando «alguno podría suponer que esto no tiene nada que ver
con él, pero no es así. En esta aventura nadie sobra. Todos tenéis una vocación
personal para vuestra dicha y santidad».
El Papa les exhortó a «ser misioneros de Cristo entre
vuestros familiares, amigos y conocidos, en vuestros ambientes de estudio o
trabajo, entre los pobres y los enfermos. Hablad de su amor y bondad con
sencillez, sin complejos ni temores».
Una canción de
cuna
Benedicto XVI recordó el Vía Crucis nocturno en Madrid,
«conmovidos ante la belleza de aquellas imágenes sagradas, que expresaban con
hondura los misterios de nuestros fe», y dio por seguro que «ya estáis pensando
en ir a Río de Janeiro» para la cita del 23 al 28 de julio de 2013, que los
organizadores brasileños presentaban también ayer en el Vaticano.
El Papa se emocionó cuando el Coro y Orquesta de la JMJ
interpretó una canción de cuna que su madre, María Ratzinger, cantaba y enseñó
a los tres hermanos en los años felices de la infancia.
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