El más alto cargo electo de la nación, el presidente de
Estados Unidos, nos regaló ayer una ración extra de ironía cuando, al hablar en
una conferencia de prensa conjunta (…)
El más alto cargo electo de la nación, el presidente de
Estados Unidos, nos regaló ayer una ración extra de ironía cuando, al hablar en
una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro canadiense Stephen
Harper y el presidente mexicano Felipe Calderón, el presidente Barack Obama criticó duramente a
la Corte Suprema en términos de
un “grupo de gente no electa” que habrán caído en el “activismo judicial o en
falta de moderación judicial” si derogan Obamacare.Los comentarios del presidente implican que la Corte, si hubiese de
dictaminar que el mandato individual es inconstitucional, estaría actuando imprudentemente al emprender la
revisión judicial del uso sin precedentes por parte del Congreso de la Cláusula
de Comercio para obligar a los americanos a comprar su atención médica o sino
pagar una multa. La ironía en todo este asunto se halla en que este presidente
ha presidido una administración que es el paradigma de abusar imprudentemente
del poder, a veces en flagrante violación de la Constitución, y ha empoderado a
burócratas no electos para redactar montones de nuevos regímenes reguladores
que impactan en casi cada resquicio de la vida americana.
Por supuesto, Obamacare es un ejemplo excelente de esa
red de infinitos dictados del presidente multiplicándose sin control. La Junta
Asesora Independiente de Pagos (conocida como “IPAB”) de la ley está repleta de
burócratas no electos que tienen el poder de limitar las opciones de
tratamiento y acceso a la atención de las personas mayores, que en lo esencial
acaba con Medicare tal como lo conocemos.
Además de la IPAB, en Obamacare abundan los nuevos
regímenes reguladores, todos por cortesía de burócratas no electos. El profesor
de derecho Gary Lawson dice que la implementación de Obamacare “requerirá de
muchos años y literalmente de miles de regímenes reguladores administrativos, y
esos regímenes reguladores finalmente determinarán el contenido y la cobertura
fundamentales de la ley”. En otras palabras, el futuro de la atención médica en
Estados Unidos no estará determinado por los representantes electos del pueblo,
sino por las reglamentaciones administrativas elaboradas por cargos públicos no
electos de agencias prácticamente desconocidas. ¿Cómo concuerda esto con un
“gobierno elegido democráticamente”?
Sin embargo, Obamacare no es el único ejemplo de que la
administración Obama impone su voluntad vía orden ejecutiva. En un estudio, los
analistas de la Fundación Heritage James Gattuso y Diane Katz detallan los 106
principales regímenes reguladores federales que añadieron más de $46 mil
millones al año en nuevos costos para la administración. Y esos son regímenes
reguladores promulgados no por cargos públicos electos que tienen que responder
ante los votantes, sino por burócratas de Washington que pueden ejercer su
poder sin tener que responder ante el pueblo.
Aunque el presidente está tirando piedras contra la Corte
Suprema , él vive en una casa de cristal desde la que ha ejercido un abuso tiránico de su poder. En enero, el presidente puso de lado la Constitución
cuando nombró ilegalmente a Richard Cordray para trabajar como director de la Oficina de Protección
Financiera del Consumidor, junto con otros tres nombramientos a la Junta
Nacional de Relaciones del Trabajo, todos sin la aprobación del Senado, como
requiere la Constitución. El exprocurador general Ed Meese describió las
medidas del presidente como “un abuso constitucional de alto nivel” y el
portavoz de la Cámara John Boehner (R-OH) dijo que era “un descarado intento de
reducir el papel de consejo y consentimiento del Senado hacia el Poder
Ejecutivo respecto a los nombramientos”.
Y este es el presidente que dijo en diciembre “Lo que no voy a hacer es esperar al Congreso. Y allí
donde el Congreso no esté dispuesto a actuar, nosotros seguiremos adelante y lo
haremos nosotros mismos”, sin tener en cuenta si los representantes del pueblo
debidamente elegidos tienen algo que decir al respecto.
Ahora ante la posibilidad de que su legislación estrella
acabe muy mal a causa de su inconstitucional mandato individual, el presidente
está arremetiendo contra la Corte Suprema. Hasta la fecha, el presidente Obama
ha podido gobernar con impunidad y ha tratado de sacar adelante su agenda sin
siquiera respetar la Constitución. Pero puede que, cuando llegue junio y la Corte dictamine sobre Obamacare, el presidente vea definitivamente parte de su agenda
frenada en seco.
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