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13 MAY 2012 | PEPE ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS
'Sor Tripi', la
monja de los presos
La Gaceta
"Ir a la cárcel parecía malo, pero ha
sido una bendición". El dueño de estas palabras es un recluso del penal
madrileño de Estremeras.
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"Ir a la
cárcel parecía malo, pero ha sido una bendición". El dueño de estas
palabras es un recluso del penal madrileño de Estremeras, condenado a
varios años por un delito grave, y lo que dice no es fruto de una variedad
penitenciaria del síndrome de Estocolmo. Sus palabras salen del corazón y
son fruto del amor, la dedicación y la labor evangelizadora de un ángel que
lleva más 30 años salvando almas en el infierno de la cárcel. Su nombre,
sor Mari Luz. 'Sor Tripi' para los presos.
La monja de los
presos
Carabanchel,
Alcalá II, Picasent, Nanclares de Oca, Torreros, Herrera de la Mancha… son
algunos de los infiernos que, a lo largo de tres décadas, sor Mari Luz Ibarz
ha iluminado con su inagotable capacidad de amor. Esta hija de la
Caridad de 72 años, pequeñita, delgada y de fragilidad solo aparente, es
quizá la única civil con salvoconducto para entrar -y salir- de todos los
centros penitenciarios de España, incluso con acceso a los módulos más
peligrosos.
Terapia
evangelizadora
Traficantes,
maltratadores, ladrones, toxicómanos, homicidas, violadores son sus
"preciosos", sus "hijos"; con ellos reza el rosario y lee
la Biblia; les escucha si quieren hablar o simplemente les abraza si no; baila
con ellos, les abronca, les manda deberes y se interesa por sus familias;
les ayuda, les anima, les consuela, les alegra, les llena de paz; les habla de
Dios y les enseña que su Amor también está allí con ellos, entre sus mismos
barrotes. Cuando acaba la sesión de terapia evangelizadora, los presos
experimentan un subidón que ninguna droga ha logrado provocarles antes. Es el
efecto que produce 'sor Tripi'.
Esto sucede dos
o tres días a la semana. La hermana Mari Luz abandona la plácida rutina
contemplativa de su convento paulino, atraviesa los muros de la prisión
(ahora toca Estremeras, en Madrid) y va recorriendo los patios y las galerías
empujando su viejo carro repleto de Biblias, devocionarios, oraciones y
rosarios de plástico, repartiendo aquí y allá.
Lleno de pupas y
pus
Algunos de los
reclusos no disimulan su sorpresa, su burla o su desprecio; pero la mayoría
muestra reverencial respeto -saben el bien que hace- cuando no verdadera
devoción. Se acercan a sor Mari Luz y ella les hace la señal de la cruz en
la frente. A muchos los ha transformado por completo; ayer eran asesinos
o traficantes y hoy son sus evangelizadores; ayer eran agresivos y estaban
llenos de odio -hacia la sociedad y hacia sí mismos- y hoy pasean por el patio
con el blanco rosario en su muñeca y el Amor de Dios en su corazón, dando
testimonio de su fe ante otros presos. Ayer sus ojos decían que estaban en el
infierno y hoy su paz interior dice que ya no.
"Este chico
estaba lleno de pupas y con pus. Al principio me causó repugnancia pero después
fui, le di un abrazo y le dije: toma esta Palabra, es para ti. Dios te ama,
eres precioso y quiere hacer de ti un líder. Y me dijo: 'Pero si yo no tengo
fe ni nada. ¡La voy a palmar!'. Le hablé del poder sanador de Dios y hoy es
un gran evangelizador".
Es el secreto de
sor Mari Luz: cada uno de sus "preciosos" es único; los llama por
su nombre y conoce su historia, su drama; no importa el delito cometido ("Yo
nunca les pregunto qué han hecho. Si quieren desahogarse, me lo cuentan"),
ni la enfermedad que padezcan (contagiosa o no), ni su país de origen (Brasil,
Ecuador, Marruecos, Perú, España…), ni siquiera sus creencias (musulmanes,
agnósticos, renegados). Lo importante es que en la hermana encuentran
comprensión y respeto, amor y esperanza; y eso, entre los gruesos muros de
cualquier prisión, es un tesoro. Una tabla de salvación en un tempestuoso mar
de miedos y odios.
De permiso en la
JMJ
Muchos de los
reclusos adictos a sor Tripi han recuperado la fe de su infancia (cultural o
familiar), pero otros tantos han encontrado a Dios, su Amor gratuito, por
primera vez: "¿Eso es verdad?, ¿Dios me quiere?, ¿A mí?". Y con
Él se han encontrado también a sí mismos como personas, como seres humanos
dignos de serlo. Incluso los presos a priori más irrecuperables han
experimentado "las mayores preciosidades de conversión", en
palabras de sor Mari Luz. Ella es ahora la madre que no tienen, el hombro en el
que llorar, la abogada que tercia en su favor para lograr un breve permiso o la
voluntaria que pasea con ellos por las calles de Madrid en plena JMJ, todos con
su camiseta, su mochila y su gorra.
A sus 72 años,
esta madre Teresa de los presos no ha perdido un gramo de su energía, desde
que, hace ya treinta años, comenzara su labor evangelizadora de prisión en
prisión. Hoy sigue manteniendo la misma vocación de servicio, igual
cantidad de bondad y generosidad que aquella primera vez, en Yeserías,
cuando a petición de una madre desesperada acudió a visitar a una joven reclusa;
una visita que cambió la vida de la reclusa, y también la de sor Mari Luz, que
fundó un grupo de oración en las cárceles de España.
Hoy son cientos
los reclusos que han transformado sus vidas y encontrado un alivio a su
infierno gracias a la labor de la hermana Mari Luz. Y los que quedan, porque
esta hija de la Caridad no tiene ninguna intención de abandonar su misión. "Me
jubilaré cuando vaya al Cielo". Allí se encontrará a más de uno de sus
preciosos.
Ojo al dato
. La Pastoral
Penitenciaria, en la que colaboran laicos, religiosas y sacerdotes, se
ofrece en todas las prisiones españolas. Su misión, ayudar a los reclusos y a
sus familias.
. 146
capellanes y 2.793 voluntarios asisten a cientos de presos cada día.
. En sus 68
centros de asistencia, la Iglesia Católica ayuda a más de 6.000 víctimas de
violencia y ex prostitutas. Gestiona también 31 centros para enfermos de sida.
. Cuenta con más
de 4.000 centros específicos en los que atiende a un total de 2,7
millones de necesitados: inmigrantes, toxicómanos, minusválidos, ancianos,
huérfanos…
. Dentro de su
labor sanitaria, la Iglesia asiste a más de un millón de personas al año en
sus 86 centros hospitalarios, 55 ambulatorios y dispensarios y una leprosería.
. También
promueve el trabajo a través de 272 centros en los que se cuentan cerca
de 80.000 asistidos; y ofrece asistencia jurídica a miles de personas en sus 53
centros.
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