Corea del Sur
La
Iglesia se muestra prudente ante la sentencia en un país con un alto índice de
abortos
ROMA, lunes 27
agosto 2012 (ZENIT.org).-
El 23 de agosto pasado, el Tribunal Constitucional de Corea del Sur se
pronunció afirmando que "el derecho a la vida es el más fundamental de los
derechos humanos" y que el derecho de una mujer a disponer de su cuerpo
"no podía ser invocado como siendo superior al derecho a la vida de un
feto".
Es una decisión
inédita en un país donde los abortos son muy numerosos por una interpretación
laxista de una ley de 1973 que sólo lo admite en tres supuestos.
La Iglesia
católica se ha congratulado con la decisión aunque se muestra prudente con el
conjunto de la doctrina del alto tribunal.
Según informa la
agencia Eglises d'Asie, la sentencia responde al recurso de una comadrona
perseguida por la justicia por haber practicado un aborto "ilegal".
En Corea del Sur,
una ley de 1973 autoriza el aborto sólo en caso de violación o incesto, por
anomalía del feto o si está en peligro la salud de la madre.
En 2009, una
revisión de esta ley "endureció" ligeramente la legislación bajando
de la 28 a la 24 semana el plazo a partir del cual el aborto ya no es legal,
con ciertas excepciones que autorizan un aborto terapéutico.
A pesar de la
ley, la cifra de abortos en el país es alta: 169.000 al año en 2010, aunque
para la Iglesia la cifra real es mucho más elevada y se afirma que podría
llegar a 1,5 millones al año.
Aunque la
decisión constitucional ha sido bien acogida en ámbitos eclesiales, reina la
prudencia.
Según el padre
Casimir Song Yul-sup, secretario de actividades pro vida de la Conferencia
Episcopal, "estando la dignidad humana fundada en el respeto a la
vida", el juez no podía pronunciarse de otra manera.
Pero el sacerdote
precisa que la definición que el Tribunal Constitucional ha dado de la vida,
que empezaría en la implantación del óvulo fecundado en el útero, aunque sea
preferible a ciertas decisiones judiciales, no deja de ser inquietante porque
si la vida empieza en ese momento, todas las manipulaciones del embrión humano
fruto de la fecundación in vitro son "justificables".
Para la Iglesia
católica, recordó, la vida empieza en la fertilización del óvulo por un
espermatozoide.
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