El clima de
armonía ha sido un ejemplo para el mundo
juan vicente boo / enviado especial a
beirut
Día 16/09/2012 -
18.49h
efe
Vista aérea de las decenas de miles de personas que
esperaban al papa Benedicto XVI a su llegada en papamóvil al muelle de Beirut
para oficiar una histórica misa, en el Líbano, hoy domingo, último día de la
visita.
Benedicto XVI se despidió del Líbano con nostalgia y con
«el deseo de volver», según confesó en la ceremonia
de despedida en el aeropuerto internacional de Beirut ante el presidente de la
República, Michel Sleiman, autoridades civiles,
diplomáticos y jefes de todas las confesiones religiosas.
El Papa dirigió un «agradecimiento particular a los
representantes de las comunidades musulmanas», cuyos mensajes de bienvenida en
las semanas previas al viaje crearon un clima de acogida que ha terminado
convirtiéndose casi en reunión familiar por la presencia sistemática en todos
los encuentros con el Santo Padre. Decenas de miles de chicos y chicas
musulmanes han participado también en los encuentros con el Santo Padre.
Casi al pie del avión, Benedicto XVI dijo a los jefes
musulmanes que «durante toda mi estancia he podido constatar cuánto vuestra
presencia ha contribuido al éxito de mi viaje». Su impresión es que «el mundo
árabe y el mundo entero habrán visto, en estos momentos de turbación, a cristianos y musulmanes reunidos para celebrar la paz».
El Papa agradeció a todo el pueblo libanés la calurosa
acogida que ha disfrutado a lo largo de tres días y el interés por escuchar su mensaje de paz, piedad, reconciliación, servicio y convivencia,
dirigido a todo Oriente Medio.
En la despedida, Benedicto XVI recordó que la cercanía de
este pueblo al Dios único se remonta a la época del rey Hiram de Tiro, quien
colaboró con el rey Salomón en su mayor proyecto, de modo que «los paneles de
madera de cedro con guirnaldas de flores esculpidas revestían el interior del
templo de Jerusalén. El Líbano estaba presente en el santuario de Dios».
Sus últimas palabras al país fueron, como a su llegada,
un elogio del clima de convivencia interreligiosa: «deseo que el Líbano siga
permitiendo la pluralidad de las tradiciones religiosas, sin dejarse llevar por
la voz de aquellos que se lo quieren impedir». Pidió también que los libaneses
de todas las religiones “rechacen resueltamente todo lo que pueda llevar a la
desunión, optando con determinación por la fraternidad”.
El Papa estaba agotado, pero también conmovido y, sobre
todo, contento. La preocupación de los meses y semanas anteriores a este
problemático viaje ha dado paso a tres días de asombrosa cordialidad entre
todas las comunidades, que se han pasado en un abrir y cerrar de ojos. La
visita deja ahora un regusto de esperanza en una región donde mantener una
postura constructiva respecto a los demás requiere a veces verdadero heroísmo.
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