La Razón
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El secretario de
Exteriores de la Santa Sede pide respeto a la libertad religiosa tras las
sentencias del Tribunal de Derechos Humanos
Ayer las miradas en el aula Pablo VI se dirigieron al secretario personal del Papa, portada de «Vanity Fair»
17 de enero de
2013. 00:45h Darío Menor. CIUDAD DEL VATICANO
Un día después
de que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo se pronunciase de forma
contraria en tres de los cuatro casos de ciudadanos británicos despedidos de
sus trabajos por haber seguido su fe cristiana, el Vaticano dio un toque de
atención a Europa sobre el respeto a la libertad religiosa.
El arzobispo
Dominique Mamberti, secretario de la Santa Sede para las relaciones con los
Estados –equivalente a ministro de Exteriores–, denunció que la «cultura
dominante» de Occidente, en la que priman el «individualismo materialista y el
relativismo», amenaza incluso la comprensión de lo que es la Iglesia, una
comunidad «fundada sobre la fe y la razón».
En una
entrevista en Radio Vaticana, Mamberti recordó que sobre estos temas ya se
pronunció la Representación Permanente de la Santa Sede en el Consejo de
Europa. Partiendo de una celebérrima cita evangélica («al césar lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios»), el texto dice que la «comunidad política» y
la Iglesia son «independientes y autónomas» en sus respectivos campos, lo que
no significa que el espacio religioso sea un terreno fuera del alcance del
Estado en el que no se aplican las leyes.
Esta
delimitación de áreas no es exclusiva de los cristianos, comentó Mamberti,
señalando que en sociedades «plurales» como las actuales, en las que conviven
comunidades con diversas creencias, la búsqueda del «bien común» y de la
«cohesión social» hace necesario que se respete la libertad religiosa en su
«dimensión colectiva».
Dos de las tres
sentencias del Tribunal de Estrasburgo desfavorables estaban motivadas por el
derecho a la objeción de conciencia frente a las uniones civiles entre los
homosexuales.
El otro fallo
negativo es por la denuncia de una enfermera despedida por llevar un pequeño
crucifijo en el cuello durante su trabajo.
La única petición aceptada por la
Corte es la de una empleada de British Airways a la que la aerolínea le
prohibió que luciese un crucifijo con uniforme.
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