El difícil papel de ser
joven en cuba
Aleaga Pesant
El tema viene a colación porque ayer, 12 de agosto, acaba de
celebrarse el Día Internacional de la Juventud, y pensé que sería bueno echar
una mirada a los retos de la juventud en la isla.
Aunque hay honrosas excepciones, si algo evidencia el temor, el
desconocimiento y la incapacidad para asumir reto alguno de la juventud
cubana, especialmente el sector menor de 30 años de edad, es la composición
de las fuerzas prodemocráticas del país y lo difícil que les resulta
incorporar a los jóvenes a la dura tarea de construir una sociedad más
participativa, tolerante y solidaria.
La mayoría de esos mismos jóvenes que tararean las canciones de Silvio
Rodríguez o Buena Fe, se idiotizan a ritmo de reggaetón, o luchan por entrar
en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, en realidad aspira a emigrar
de esta Isla. El país envejece a ritmo
acelerado debido a la combinación de factores dada porque el grupo migratorio
principal son los más jóvenes -entre 19 y 40 años- y las mujeres jóvenes en
su mayoría decide posponer lo más posible la procreación, por temor a las
terribles condiciones económicas y sociales, y la esperanza de hacerlo fuera
de la isla, luego de una salida definitiva, prácticamente el único estatus
legal de los emigrantes.
Entre los mayores traumas para los jóvenes varones, está el servicio
militar obligatorio en sus categorías de tres a un año. Ese periodo en que el Estado totalitario
los utiliza a tiempo completo y consume sus mayores energías embarcándolos en
juegos de guerra, en espera de la invasión que nunca llega, ni llegará.
Tiempo precioso en que estos jóvenes podrían prepararse para ser útiles a la
sociedad, educándose y adquiriendo la vedada información que tanto necesitan.
Otro reto de nuestra juventud es la fractura de paradigmas en una
sociedad que se haitianiza aceleradamente, con cólera y otras epidemias
incluidos. La educación es cada vez peor, al punto de que el gobierno ha
establecido exámenes de admisión a las universidades, porque los certificados
de graduación de pre universitario se han convertido en simples papeles que
para nada garantizan los conocimientos del poseedor. Además de los horrendos
profesores y la mediocridad de la politizada enseñanza que reciben estos
jóvenes, que en pleno siglo XXI se gradúan sin haber jamás accedido a
internet, tampoco hay nada que los estimule a esforzarse en estudiar en busca
de un mejor futuro.
Para los jóvenes, y para toda la población, hay cada vez menos
posibilidades de encontrar un buen trabajo, justamente remunerado, donde
aplicar los conocimientos adquiridos. Las inversiones y prioridades están
definidas por los intereses de la anciana elite comunista, interesada
primordialmente en permanecer en el poder, no en modernizar la sociedad e
incentivar el aporte de los jóvenes, dándoles responsabilidad y
libertad.
La ruptura de los paradigmas y las prioridades se explica cuando vemos
que un mesero de un paladar o botero de almendrón -que quizás tengan colgados
en su casa un título de ingeniero o matemático- pueden ganar en un día
realizando esos trabajos más que un médico, un ingeniero o un profesor
universitario en un mes. La miseria crece, para jóvenes y viejos, bajo la
presión del fin de los subsidios estatales, sin que surjan verdaderas
libertades económicas que permitan el auto desarrollo individual.
El panorama que perciben nuestros jóvenes es tétrico. La cubana es hoy
una sociedad vieja, desgastada y sin esperanzas –como los ancianos que la
dirigen-; cerrada, sin libertad para
acceder a la imprescindible información, ni potencialidades para el
intercambio interno y hacia el exterior.
En el imaginario de la abrumadora mayoría de nuestros jóvenes, el futuro
está del otro lado del mar, fuera de la Isla prisión.
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Tomado de CubaNet.Org
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miércoles, 15 de agosto de 2012
EL DIFÍCIL PAPEL DE SER JOVEN EN CUBA
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