LA HABANA, 14 Mar. 12 / 04:31 am (EWTN Noticias).- El diario El Nuevo Herald destacó la labor social que realiza la Iglesia dentro de Cuba y que la ha convertido en la "tabla de salvación para muchos cubanos" que buscan sobrevivir cada día en medio de la precaria economía de la isla.
"Un almuerzo gratis te
salva la vida cuando una libra de puerco te cuesta más de un CUC
[moneda convertible] (…). Para mí la iglesia es más que un templo o una misa. Es una manera de sobrevivir", afirmó María
Antonia, viuda y jubilada de 69 años que acude a uno de los almuerzos gratuitos
que da la parroquia de su barrio, pues su pensión de 12 dólares solo le alcanza
para comer seis u ocho días al mes.
El diario de Miami (Estados
Unidos), informó que cada vez son más los comedores católicos que acogen a
personas como María Antonia –que prefiere no decir su apellido-, en medio del
recorte de los subsidios ordenado por Raúl Castro en alimentación y salud.
"La necesidades están
creciendo y los recursos del estado son limitados", comentó Maritza
Sánchez, directora de Caritas Cubana, entidad que recién en 1991 pudo abrir su
oficina luego de la caída de la Unión Soviética y el consecuente fin de su
apoyo económico a la isla caribeña.
Según el Nuevo Herald, los
comedores funcionan también gracias a la ayuda de los exiliados católicos y
grupos en el extranjero, cuyos aportes sirven además para financiar programas
de salud y educación.
Sin embargo, contra lo que se
cree, la labor social de la Iglesia siguió incluso durante los primeros años
del Gobierno de Fidel Castro, pues a pesar de haberse declarado ateo, perseguir
a sacerdotes y religiosas, y haber confiscado propiedades de la Iglesia,
permitió la presencia de algunas órdenes religiosas que administraran varios
hospitales y hogares de ancianos.
Entre estos centros están un
hospital psiquiátrico y los hogares de ancianos Santovenia y La Edad de Oro en
La Habana, además del hospital de San Juan de Dios y el hogar de ancianos Padre
Olallo en la zona oriental de Camagüey.
"Durante décadas, los
funcionarios cubanos se mantuvieron incómodos con cualquier comentario público
sobre el trabajo humanitario de la Iglesia, preocupados al parecer de que el
mismo arrojara sombra sobre sus alardes sobre los avances en el sector de
bienestar social de la revolución de Castro", indicó el Nuevo Herald.
La mayoría de las parroquias
importantes, señaló, ofrecen también clases de computación, negocios e idiomas
tales como inglés y francés, a los que son enviados los empleados de algunas
empresas estatales.
Las relaciones entre las
agencias de socorro de la Iglesia y el gobierno actualmente "parecen estar
mejorando. Son menos tensas", declaró al diario Mary De Lorey,
representante de América Latina y el Caribe de Catholic Relief Services (CRS),
agencia radicada en Estados Unidos cuyo programa cubano promedia entre $160,000
y $170,000 al año.
Las ayudas también llegan de
otras partes, como la Arquidiócesis de Nueva York (Estados Unidos), que ha
impulsado a sus parroquias a colaborar con Cuba. Además hay diócesis
"hermanas", como es el caso de Indianápolis (Estados Unidos) y
Camagüey (Cuba).
También están los Caballeros
de Colón de Estados Unidos, que colaboraron con la construcción de la nueva
sede del Seminario de San Carlos y San Ambrosio; y la Orden de Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paúl en Miami, que envía cada dos meses a Cuba
suministros médicos, ropa usada y artículos imperecederos.
Además están los exiliados
católicos que a menudo llevan efectivo y suministros a sus antiguas parroquias
y las organizaciones humanitarias católicas como Adveniat en Alemania y
Misereor y Pan Para el Mundo en Francia.
Sin embargo, el Nuevo Herald
indicó que los programas de asistencia de la Iglesia no siempre funcionan sin
problemas, pues el Gobierno comunista tiene que preaprobar la lista de envío de
cualquier cargamento que entre al país, algunos de los cuales pueden ser
confiscados.
A pesar de esto, se mantiene
el esfuerzo y dedicación de Caritas Cubana, cuyos t2 empleados a tiempo
completo y más de 3,200 voluntarios por toda la isla siguen prestando servicio
a más de 28,000 adultos y niños de casi 5,000 familias.
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