lunes, 23 de julio de 2012

Ser colaboradora es algo indescriptible


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Diana Manjarrés, joven colombiana que está en su año de colaboradora en Bélgica.
Diana Manjarrés es una joven colombiana que se encuentra actualmente como colaboradora del Regnum Christi en Bélgica. Ella decidió parar por un tiempo sus estudios universitarios y dejar su natal Medellín para trabajar a tiempo completo al servicio de la Iglesia por medio de los apostolados que desarrolla allí el Movimiento. Esta es su experiencia:
¿Qué te movió a ser colaboradora?
Darme cuenta que tenía las manos llenas de regalos: mi familia, mi educación, mi fe, y mil cosas más, que Dios me había dado sin yo tener mérito alguno para recibirlas. Durante toda mi vida había sentido que no me podía quedar con todo esto sólo para mí. Pienso que hay dos tipos de personas, las que sólo ven los problemas sin ir más allá y las que buscan soluciones a los problemas y deciden dejar huella en el mundo. Yo decidí ser el segundo tipo de persona porque, de cara a Dios, sabía que podía dar mucho más y no hay razón alguna para conformarse con lo suficiente, cuando hay un mundo ahí afuera que necesita de nosotros.
¿En qué consiste tu trabajo como colaboradora del Regnum Christi en Béligica?
Mi trabajo es hacer de todo un poquito, en este momento tenemos un pequeño apostolado con niñas de 14 años que se llama “Chante et Danse” (Canta y Baila). Con ellas esperamos poder hacer un club juvenil, en el cual reciban formación, se diviertan sanamente, hagan apostolado y se acerquen a Dios. Buscamos formar responsables para así lograr que nuestros apostolados logren sostenerse en el tiempo. De la misma forma estoy encargada de empezar el año entrante un club NET para niñas de 6 a 10 años, pues es muy importante lograr formar a las niñas desde que son pequeñas para que crezcan en un ambiente de valores y principios católicos.
¿Con qué realidad te has encontrado allá?
Las niñas manejan agendas bastante apretadas y para lograr que tengan tiempo de hacer alguna actividad es necesario avisarles mínimo con un mes de anticipación. Sin embargo la gente es muy amable y una vez que te han conocido no tienen reparo en hacer lo que esté en sus manos para ayudarte. Para muchos belgas, la Iglesia es, principalmente, una figura representativa. Incluso los católicos que van a misa, a veces han crecido con una fe basada más en la tradición y sólo con un esfuerzo personal encuentran principios que los lleven a estar convencidos. Bélgica también es un país donde hay muchos musulmanes y con una gran diversidad social y cultural.
¿Qué significa para ti colaborar con la fundación del Regnum Christi en Bélgica?
Es un regalo increíble, pienso que es una gran responsabilidad y una gran alegría el poder estar aquí colaborando con la edificación de un Movimiento que ayudará a tantas personas. Me sobrecoge la idea de saber que en gran parte de mí depende y que está en mis manos, pero me llena de felicidad, de ilusión y de ganas de luchar.
¿Qué es lo mejor de ser colaboradora y qué es lo que más te cuesta?
Lo mejor: El darme a los demás, es algo que me llena. Poder estar ahí para ayudar a la gente en lo que necesite. Me gusta ver cómo hacer la diferencia en el mundo está en mis manos, pues, yo sola no puedo, pero si dejo que Dios actúe a través de mí, es impresionante…, las vidas que Dios puede cambiar.
Lo que más me cuesta es ser consciente de la magnitud de las necesidades y de mi pequeñez. Ver la oscuridad en la que vive tanta gente y ser consciente de que muy pocos han estado ahí para ser su luz.
¿Cómo te ha ayudado el ser colaboradora?
He aprendido a perseverar, a amar y disfrutar todo lo que hago, a vivir cada cosa a su tiempo, a ver en cada cosa a Dios, a saber que no tengo nada para darle, pero que Él me ha amado así y sólo me pide eso: mi nada, sólo quiere que yo haga mi mejor esfuerzo. He aprendido que no hay que conformarse, que siempre hay que ir por más y que Dios siempre está ahí para abrazarnos cuando sentimos que no hay nadie a nuestro lado.
Ser colaboradora es algo indescriptible, es la experiencia más grande del amor de Dios que alguien pueda hacer. Es estar ahí en sus brazos todos los días, es ver el mundo más desde sus ojos y menos desde los nuestros, es descubrir la infinidad de su amor.
¿Qué les dirías a otros jóvenes que estén pensando en ser colaboradores?
Les haría tres preguntas: ¿Por qué dejar en manos de otros lo que podemos tomar en las nuestras?, ¿por qué no dejar huella?, ¿creen que vale la pena conformarse en un mundo que pide más, que necesita más; en un mundo que aún cree y espera, en nosotros?
En una palabra, ¿Cómo resumirías la experiencia de ser colaboradora?
Felicidad.

FECHA DE PUBLICACIÓN: 2009-06-29


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